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EL ACENTO

Paz es un nombre de mujer

Descartadas otras opciones más apresuradas, el premio Nobel premia a activistas que han luchado por la reconciliación

Tradicionalmente, los premios Nobel tienen un perfil de destinatario muy homogéneo: suele ser un hombre nacido o afincado en Estados Unidos. Las mujeres apenas sí se han abierto camino en los galardones más universalmente reconocidos. Las cifras cantan: entre los 840 premiados a lo largo de su historia solo hay 44 mujeres. El humilde listado lo abrió en 1903 la investigadora Marie Curie, cuya labor reconoció la Academia Sueca con el Nobel de Física, y el broche de tan escueta lista lo acaban de poner tres bravas mujeres por su trabajo en favor de la paz, el terreno en el que los Nobel más veces las han distinguido. La actual presidenta de Liberia, Ellen Johnson-Sirleaf, la activista también liberiana Leymah Gbowee, y la opositora yemení Tawakkul Karman comparten esta vez un reconocimiento que, a buen seguro, no generará controversia alguna, al contrario de lo ocurrido en otras ocasiones; particularmente cuando el premio ha ido a parar a políticos en activo como Barack Obama.

Esta vez, el jurado del Premio Nobel de la Paz ha hecho gala de prudencia. Lejos de aquellos fallos que distinguieron más a una promesa que a un auténtico y persistente luchador por la paz, se han descartado opciones apresuradas, como la de distinguir, por ejemplo, a los activistas que han protagonizado las diversas rebeliones de la llamada primavera árabe. En su lugar, se han alzado con el galardón mujeres que llevan años trabajando por la paz y por la reconciliación, mujeres que son, como Ellen Johnson-Sirleaf fue en su momento, cuando ganó las elecciones en 2005, una gran esperanza que con tesón ha sabido rescatar a Liberia del infierno en el que las guerras y las tiranías la habían sumido prácticamente desde su nacimiento como país.

Con ellas, en fin, la Academia no se arriesga y acelera su lento paso hacia la igualdad de oportunidades sumando de golpe tres mujeres a sus muy masculinas listas. Eso sí, el jurado destaca de ellas su lucha por las mujeres, pero su batalla es igual de universal que la de todos los demás. Los yemeníes y, sobre todo, los liberianos saben bien que la paz por la que ellas se han jugado la vida beneficia a todos por igual.

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