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Humala purga la policía peruana

El presidente peruano destituye a 30 de los 45 jefes policiales. El Gobierno afirma que uno de los objetivos de la reorganización es combatir la corrupción

El presidente de Perú, Ollanta Humala.
El presidente de Perú, Ollanta Humala.ALEXANDRE MENEGHINI (AP)

El Gobierno peruano ha iniciado una reorganización de su policía con un paso inesperado y radical. De un solo golpe, 30 generales fueron enviados a retiro el pasado domingo, entre ellos su director general. A la espera de que se concreten los futuros ascensos (normalmente se producen a fin de año), la plana mayor de la institución queda reducida a 26 oficiales de la más alta graduación. En un solo día, la cúpula policial quedó reducida a menos de la mitad.

“Estamos trabajando, de la mano del ministro del Interior, en la reestructuración del organigrama”, ha anunciado este martes el nuevo director general de la policía, general Raúl Salazar, en su discurso de toma de posesión. Tras la purga, varias posiciones clave que normalmente están encargadas a generales, como las direcciones territoriales, quedarán vacantes o a cargo de coroneles. En su discurso, Salazar ha enfatizado también que uno de los objetivos de la reorganización es combatir la corrupción. Varios de los generales que pasan al retiro tienen actualmente procesos disciplinarios, denuncias y cuestionamientos.

El Gobierno ya había anunciado anteriormente su intención de reformar la policía. De hecho se esperaban cambios, pero no tan rápidos ni de tanto alcance. El ministro del Interior, Óscar Valdés, ha anunciado que su intención es reducir aún más el número de oficiales de alta graduación. “No es posible que tengamos 900 coroneles y más de 2.000 comandantes”, ha declarado en una entrevista radiofónica. En su opinión, la policía peruana debe tener 20 generales y no más 300 coroneles en su plana mayor.

La inseguridad ciudadana es la mayor preocupación de los peruanos

El ministro Valdés se cuidó en señalar que la purga y el relevo en la jefatura de la policía han sido disposiciones expresas del presidente, Ollanta Humala. Pero lo que ni él ni el nuevo director general han explicado aún es cómo estás reformas del organigrama se traducirán en mejoras efectivas en la lucha contra la inseguridad ciudadana, considerada por la mayoría de peruanos el principal problema que enfrenta el país.

Casi la mitad de la población de Lima, la capital, afirma haber sido víctima de la delincuencia en el último año, de acuerdo con un sondeo de la ONG Ciudad Nuestra. Aunque no hay cifras fiables, la situación es peor en las ciudades del interior y sobre todo en el norte del país, donde hasta los taxistas tienen que pagar cupos a bandas de extorsionadores para poder trabajar. También el narcotráfico ha ganado terreno. En una encuesta de Ipsos Apoyo publicada en 2010, el 50% de los peruanos señalaba el incremento de la inseguridad como el principal problema que debería enfrentar el Gobierno.

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Además de contar con escasa confianza entre la población, la policía sufre de falta de recursos, sueldos paupérrimos y déficit de personal (apenas 101.000 uniformados para un país de unos 30 millones de habitantes). El sueldo promedio de un subalterno con cerca de 20 años de servicio suele ser de alrededor de 1.700 soles, un poco más de 400 euros, por lo que están obligados a trabajar en sus días de descanso como seguridad privada para obtener ingresos adicionales, además de ser muy vulnerables a la corrupción.

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