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Las broncas de Sarkozy y las lágrimas de la líder eslovaca

El presidente francés da reprimendas a sus colegas europeos díscolos en las reuniones

Andreu Missé

“Salió llorando de la sala del Consejo”. Iveta Radicova, la primera ministra eslovaca en funciones, es una mujer fuerte con un dilatado historial político. Pero en la larga noche de la pasada cumbre europea del 26 al 27 de octubre llegó al límite de sus fuerzas. “Merkel se le acercó para darle ánimos”, asegura un testigo de la escena. Esa noche, la UE aprobó una ampliación del fondo de rescate de un calado mucho mayor que el acordado tres meses antes. Es decir, mucho más grande que el que causó la caída del frágil Gobierno eslovaco. Radicova vio esa noche el fin de su carrera política.

 La crisis económica que padece Europa está provocando fuertes tensiones en las instituciones, que ya se han llevado por delante varios Gobiernos como los de Irlanda, Portugal y Grecia por la implacable manera de gestionar la crisis por parte de los mandatarios de la Unión Europea.

Radicova ya vivió una amarga experiencia en el Consejo Europeo del 21 de julio, cuando se atrevió a expresar sus fundados temores de que su Gobierno no respaldaría la ampliación del fondo. Su osadía le valió una tremenda reprimenda por parte del presidente francés Nicolas Sarkozy, quien le espetó a voz en grito algo del estilo de “qué te has pensado que es ser miembro de la Unión Europea. Si eres miembro de la Unión tienes que cumplir los acuerdos como los demás”, según relató consternado uno de los asistentes a la reunión. La discrepancia se ventiló con un acuerdo por unanimidad, sin discusión.

Las filípicas del presidente francés con los díscolos han ido subiendo de tono a medida que se ha agravado la situación económica. En el Consejo de octubre de 2010, ya fue sonoro el rapapolvo de Sarkozy a Jean-Claude Trichet, entonces presidente del Banco Central Europeo (BCE), por haber expresado su disconformidad a la participación de los bancos en las pérdidas causadas por la crisis.

En la última cumbre fue el presidente de Chipre, el comunista Dimitris Christofias, quien se llevó el varapalo del presidente francés por haber sugerido un debate sobre Turquía. Recibió la consabida respuesta del ahora no toca.

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