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EUROPA CONVULSA |RECORTES EN ITALIA

Monti afirma que el euro depende de lo que haga Italia

“Tenemos que poner en marcha iniciativas concretas para modernizar las estructuras económicas y sociales" afirma el nuevo primer ministro La calle interrumpe con protestas la transición entre políticos y tecnócratas al frente de Italia

Silvio Berlusconi y Mario Monti, durante el traspaso de poderes el miércoles en Roma.
Silvio Berlusconi y Mario Monti, durante el traspaso de poderes el miércoles en Roma.MAURIZIO BRAMBATTI (EFE)

El baile de salón está a punto de terminar. Durante una semana larga, Italia ha vivido pendiente de los palacios. Sorprendida al principio por el golpe de mano del presidente de la República, alegre y aliviada después por la dimisión de Silvio Berlusconi, perpleja finalmente al comprobar la manera en que los tecnócratas de Mario Monti desplazaban de la escena a unos políticos casi siempre broncos y ahora en extremo corteses. Una semana larga en la que el látigo de los mercados parecía suspendido en el aire. Se acabó. Al tiempo que el nuevo primer ministro explicaba en el Senado su plan para salir del laberinto, la Bolsa se ha caido y la calle ha alzado su voz. Hoy ha habido manifestaciones en 60 ciudades italianas, y en cuatro de ellas –Roma, Milán, Palermo y Turín— la jornada se ha teñido de golpes y sangre.

A los nuevos gobiernos se les suele conceder 100 días de gracia. No parece que el de Monti vaya a tener ni 100 minutos. La Bolsa de Milán ha cerrado hoy con pérdidas del 1,43% y las calles de todo el país se han llenado de trabajadores y estudiantes muy preocupados por “el gobierno de los banqueros”. La policía antidisturbios se ha curado en salud blindando con sus furgonetas los accesos al Senado, donde el nuevo primer ministro ha comenzado su alocución –aplaudida, pero no tanto— queriendo quitarse de encima ese aire de prefecto de Bruselas en Roma que inevitablemente lo acompaña: “No vamos a adoptar estas medidas porque nos lo imponga la Unión Europea, sino porque es nuestro deber. Europa somos también nosotros”. El caso es que, antes de entrar en materia, Mario Monti ha vinculado continuamente el futuro de Italia y el de Europa: “El euro depende de lo que haga Italia en las próximas semanas. El fin del euro disgregaría el mercado único y retrotraería a Europa a los años 50”.

Ya en harina, el primer ministro ha explicado que su programa de Gobierno se asienta sobre tres columnas: rigor en las cuentas públicas, crecimiento e igualdad. Ha hecho varias veces hincapié en la necesidad de recuperar para el trabajo a jóvenes y mujeres y no se fue por las ramas al insistir en que la evasión fiscal y la economía sumergida siguen siendo, en Italia, dos lastres pesadísimos. Según Monti, su Gobierno se dedicará primero a achicar agua –medidas de emergencia— para luego reparar la nave: “Tenemos que poner en marcha iniciativas concretas para modernizar las estructuras económicas y sociales. Tenemos que ampliar las oportunidades tanto de las empresas como de los ciudadanos”. Todos los partidos políticos salvo la Liga Norte han mantenido su compromiso de voto favorable.

Un voto favorable que no ha tenido en la calle. Los estudiantes han marchado al grito de “ni Berlusconi ni Monti”, han arrojado huevos sobre algunas sedes de Intesa San Paolo –el poderoso banco que hasta hoy dirigía Corrado Passera, el nuevo superministro de Fomento, Transportes e Infraestructuras—y, en fin, han puesto letra y música a los que, a pesar de la prima de riesgo, no se fían de un Gobierno tan hijo predilecto del capital.

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