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Europa no está para tiros

La austeridad perjudica la endeble Defensa de la UE

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.OLIVIER HOSLET (EFE)

Hans Hillen, ministro de Defensa de los Países Bajos, lo contaba en un reciente seminario sobre defensa en Bruselas. A la luz de la crisis, se les había planteado a los holandeses el dilema: ¿Nos centramos en Sanidad o en Defensa? “El 64% quiere recortes en Defensa y sólo el 32% los prefiere en Sanidad”, comunicó Hillen al auditorio bruselense. En los próximos cuatro años, Holanda dedicará 18.000 millones de euros a Defensa y 15.000 a Sanidad. La sociedad holandesa, como la europea en su conjunto, es una sociedad madura que camina a pasos agigantados hacia el envejecimiento de modo que está previsto que los gastos sanitarios se doblen de aquí a 2050.

El hecho biológico impone los números. Si a eso se le añade que “mucha gente piensa que el mundo termina en sus fronteras”, como dijo Hillen, y que los europeos no se sienten objeto de ninguna amenaza la consecuencia es clara: no hay dinero ni apetito para gastos en Defensa. Holanda ha empezado a desprenderse de sus carros de combate sin encomendarse a nadie. “Espero que el ejemplo no cunda”, advierte Jaap de Hoop Scheffer, ex secretario general de la OTAN. “Hace falta coordinación, si no nos podemos encontrar sin los medos necesarios” en el conjunto de la defensa europea. Parece casi un sálvese quien pueda.

Los ministros europeos de Exteriores y Catherine Ashton, la coordinadora de todos ellos, reunidos hace unos días en Bruselas, se dieron de bruces con la austeridad presupuestaria. Los ministros dicen que les gustaría hacer bueno eso de Europa como agente creíble en la escena internacional de Exteriores y Defensa, pero se baten en retirada en los actuales empeños. La operación Atalanta, de lucha contra la piratería en la zona de Somalia, “necesita barcos y no es fácil conseguirlos”, dice una alta fuente europea. Puesta en marcha en 2008 con una decena de barcos, ahora cuenta con no más de siete, que bajarán a entre cuatro y seis --“por debajo de la línea roja”, en palabras del general Hakan Syren, presidente del Comité Militar de la UE— desde finales de año hasta marzo de 2012. Si Atalanta tiene “problema de medios es debido a las dificultades presupuestarias”, precisa el general. “En Kosovo no sólo no hay nuevos envíos, sino que se está hablando de retirarse a pesar de que la situación es delicada y exige nuestra presencia”, lamenta una fuente diplomática europea.

Es un panorama de contradicciones y perplejidad. “La crisis financiera está lastrando la participación de los Estados en la Política Común de Seguridad y Defensa”, comenta un embajador, que, sin embargo, arremete contra Ashton: “La Alta Representante no ha sido capaz de lanzar ninguna operación. Libia hubiese sido un ejemplo de libro”. La realidad es que la UE preparó una intervención (militar naval de carácter humanitario, para evacuar heridos) que no llegó a desplegar porque no se lo solicitó Naciones Unidas.

Nadie criticó entonces a Ashton por no lanzar una operación blanda, que es de las que gusta la UE, mientras se contenía la respiración sobre cómo podía terminara la operación dura de la OTAN Protector Unificado. Ahora todos quieren subirse al carro de esa victoria aliada en Libia; hasta Alemania, que en marzo ocultó su oposición a la intervención tras una abstención en Naciones Unidas, quebrando una vez más la pretendida línea única europea.

La campaña contra Muamar Gadafi dejó en evidencia en muchos frentes a los europeos, que no hubiesen podido lanzarla ni mantenerla sin el apoyo de Estados Unidos. “La Defensa Europea, sobre la que durante 30 años se han hecho tantas proclamas, en especial en Francia, ha probado ser la ilusión que en realidad es: una esperanza que se ha convertido en nada”, escribe Hubert Vedrine, ex ministro de Exteriores francés, en el número de este otoño de la revista Europe’s World.

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