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Un informe critica la actuación de la policía en los disturbios de Londres

Un panel de expertos concluye que la rapidez con la que se propagó la protesta se debió a la ineficacia de la policía y a la sensación de impunidad de los alborotadores

Los disturbios vividos por Londres y otras ciudades británicas entre el 6 y el 10 de agosto pasados no tienen una explicación única ni hay una solución única, según las conclusiones preliminares de la investigación que está llevando a cabo un panel de expertos independientes a petición del Gobierno. Pero sí se desprende una conclusión que ya flotó en el ambiente desde el primer momento: la sensación de impunidad de los revoltosos, la creencia de que la policía no podía frenar el pillaje, fue uno de los factores fundamentales que explican la rapidez con la que se propagó la protesta.

La investigación busca precisamente delimitar el perfil de los alborotadores pero también averiguar las causas dela revuelta, la rapidez de su propagación y las consecuencias que habría que sacar para prevenir un nuevo estallido. Los autores del trabajo se basan en el perfil estadístico de los revoltosos y en los sentimientos de los grupos y los individuos afectados por aquella violencia.

En total, se estima que entre 13.000 y 15.000 personas participaron en los disturbios. Se cometieron más de 5.000 delitos, incluidas cinco muertes, 1.860 incidentes con incendios provocados o daños criminales, 1.649 robos y 346 ataques violentos a personas.

La abrumadora mayoría de los participantes arrestados y presentados a la justicia fueron varones y con antecedentes policiales y tres de cuatro eran menores de 25 años. Al menos 84 de ellos habían cometido antes 50 o más delitos. El factor racial no jugó un papel especialmente relevante.

Entre 13.000 y 15.000 personas participaron en los disturbios. Se cometieron más de 5.000 delitos, incluidas cinco muertes y 346 ataques violentos a personas

Aunque el estudio desmiente el mito de que fue una revuelta protagonizada por niños, dos tercios de los menores presentados ante el juez tenían necesidades educativas especiales y faltaban una media de un día de clase a la semana. Y tenían más posibilidades de vivir en el 10% de zonas del país con menores ingresos. También el 70% de los adultos arrestados vivían en el 30% de zonas más pobres del país. “Aunque estas son estadísticas llamativas, la gran mayoría de gente con la que hemos hablado sostienen sin ambages que el no tener una buena educación o un empleo no era una excusa para cometer disturbios”, matiza el texto.

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Los autores clasifican a los participantes en los disturbios en cinco categorías: criminales organizados, a menudo de fuera del barrio; agresores violentos que protagonizaron los actos más violentos, como incendios y ataques a la policía; gente que acudió a los lugares donde había pillajes para poder robar; oportunistas que se acercaron por curiosidad y aprovecharon la ocasión por pura excitación; espectadores,gente que estaba allí por casualidad.

Los investigadores confirman que la falta de comunicación de la policía con el joven Mark Duggan, muerto por disparos de la policía unos días, prendió la mecha de la violencia en un barrio, Tottenham, con “una historia de antipatía entre algunos miembros de la comunidad negra y la policía”. Los rumores desencadenados por la falta de información policial se amplificaron por el efecto de las redes sociales. Y estas, junto al eco enorme que los disturbios de Tottenham tuvieron en los medios tradicionales, ayudaron a que es extendieran a otras zonas. Pero no solo eso: “La gran mayoría de la gente con la que hemos hablado cree que el desencadenante exclusivo de los disturbios en sus zonas fue la percepción de que la policía no podía contener disturbios de la escala de Tottenham primero y de otras zonas de Londres después”, señala el texto.

El estudio considera que no todos los que participaron en los pillajes tenían la misma motivación: “Hemos oído una amplia gama de motivaciones, desde la necesidad de unas nuevas zapatillas deportivas al deseo de atacar a la sociedad”. Hay gente que habla de un vacío de valores, alentado en parte por factores como los bonus de los banqueros, el escándalo de los gastos de los diputados de Westminster o la ausencia del sentimiento de responsabilidad personal. Los jóvenes negros o paquistaníes citan, sobre todo,el poco respeto con el que les trata la policía.

La policía sale especialmente malparada, no solo por los antecedentes de los disturbios sino por su falta de preparación ante un problema como ese. Las comunidades afectadas se sienten muy agraviadas por la actuación, o mejor dicho la falta de actuación, de la policía. Pero también por el comportamiento de las compañías aseguradoras y el Gobierno:meses después de que sus locales fueran dañados o destruidos, muchos comerciantes de calles comerciales de barrios humildes siguen sin haber cobrado ninguna indemnización.

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