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Latinoamérica vuelve a confiar en sí misma para superar la crisis

Nace la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe Estará integrada de 33 países y rivaliza con la OEA, pero no la reemplaza

Hugo Chávez saluda a Sebastián Piñera.
Hugo Chávez saluda a Sebastián Piñera.AP

Siempre que los países latinoamericanos se reunían, lo hacían con la presencia de alguna potencia extrarregional. En las cumbres iberoamericanas, con España y Portugal. En las de las Américas o en la Organización de Estados Americanos (OEA), con EE UU y Canadá, y sin Cuba. Hace tres años, en Brasil, se amplió el Grupo de Río —mecanismo de concertación política integrado por 24 países de la región— en la primera cumbre regional, y el pasado fin de semana se creó en Caracas la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC), una organización con 33 integrantes que rivaliza con la OEA, pero no la reemplaza.

La CELAC deberá trabajar mucho para que las diferencias ideológicas entre los Gobiernos que la componen no reduzcan el proyecto a la habitual retórica en favor de la unidad de los pueblos latinoamericanos y avance hacia una integración que la resguarde ante las crisis que planean sobre EE UU y, sobre todo, la UE. Son tiempos también en los que China negocia individualmente con los países latinoamericanos para afianzar su presencia en la región. Su presidente, Hu Jintao, envió una carta de congratulaciones a la CELAC.

Piñera toma el relevo

“Con el comandante [Hugo] Chávez y con el comandante y presidente Raúl Castro formamos una troika [al frente de la CELAC]”, anunció el presidente de Chile, Sebastián Piñera, que sucede a Chávez en la presidencia de turno de la organización y que será reemplazado en 2013 por el presidente de Cuba. “¡Viva la diferencia!, como dirían los franceses. Pensamos distinto. En una de esas podemos acercar posiciones”, se felicitó Piñera, que será el anfitrión de la segunda cumbre de la CELAC.

A diferencia de la última reunión iberoamericana —en octubre, en Asunción, a la que faltaron los jefes de Estado de Brasil, Argentina, Colombia y Cuba, entre otros países—, la cumbre de Caracas ha recibido a 30 de los 33 presidentes invitados. Solo dieron plantón los de Perú, Costa Rica y El Salvador. Son tiempos en que los Gobiernos latinoamericanos, y sobre todo los sudamericanos, evalúan alternativas para suplir la demanda de sus productos en los países desarrollados por la que pueda provenir de China y de la propia región. Esta nueva realidad de una Latinoamérica que crece mucho más que EE UU y la UE eleva los grados de autonomía no solo económica, sino también política, de Gobiernos tan disímiles como los estatistas de Cuba y Venezuela, los liberales de México, Colombia y Chile y los de centroizquierda de Brasil y Argentina.

En la cita de Caracas se escucharon los discursos de las tres tendencias. “Por primera vez en la historia vamos a tener una organización nuestra”, dijo Castro. “La CELAC va a dejar atrás la desgastada y vieja OEA”, proclamó Chávez. La idea de relegar a la OEA cosechó el rechazo de Colombia, Brasil y Argentina.

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México pierde peso regional frente a Brasil, que hace tres años impulsó la creación de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). Mientras se superponen los proyectos de integración, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, advirtió: “La crisis mundial está en el centro de las preocupaciones de la CELAC. A pesar de estar originada en países desarrollados, puede tener efectos muy fuertes”. En la declaración final de la cumbre, la CELAC condenó el bloqueo económico de EE UU a Cuba, apoyó la reclamación argentina sobre las Malvinas y defendió la democracia en la región, sin mencionar a Cuba.

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