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JEAN-CLAUDE PIRIS | Exjefe jurídico del Consejo Europeo

"Las dos velocidades no significa ir contra nadie, ni una separación duradera"

Andreu Missé
Jean-Claude Piris, ex jurisconsulto del Consejo de la Unión Europea, durante la entrevista.
Jean-Claude Piris, ex jurisconsulto del Consejo de la Unión Europea, durante la entrevista.Thierry Monasse / Europolitiquephoto.eu

Jean-Claude Piris (Argel, 1943) ha sido el máximo responsable jurídico del Consejo de la Unión Europea durante más de 20 años. Durante este periodo ha asistido a las reuniones del Consejo Europeo para dar su opinión a las consultas que sobre la marcha le formulaban los primeros ministros y jefes de Estado sobre los asuntos legales más complejos. Para sus colaboradores, tiene la rara virtud de “hacer sencillas las cosas más complicadas”. Piris, uno de los principales inspiradores del Tratado de Lisboa, reconoce que el texto ya ha quedado anticuado a pesar de contar solo con dos años de vida. Este hombre de leyes que conoce mejor que nadie las tripas de la construcción europea propone en su nuevo libro de próxima aparición, The future of Europe: Towards a two Speed EU? (El futuro de Europa; ¿Hacia una UE a dos velocidades?) un nuevo marco jurídico para sacar a Europa del atolladero.

Pregunta: ¿Qué le preocupa de la situación actual de Europa? ¿Cuál es el motivo de su propuesta?

Respuesta: La organización que tenemos ahora no funciona bien. Hay que salvar a Europa, hay que refundar Europa, hay que relanzar de nuevo el proyecto de Europa. La Unión Europea nace para no repetir las guerras y esto hay que explicarlo mucho mejor a los jóvenes que ven estos asuntos de la guerra y la paz muy alejados e irreales. La estabilidad que tenemos ahora parece muy segura, pero puede desaparecer en muy poco tiempo si no la defendemos. Creo que hay que luchar por defender la idea de Europa. Estoy angustiado por el futuro, pero soy optimista porque este es mi carácter. Estoy convencido de que, si no actuamos, acabaremos en la irrelevancia.

P. ¿Cuál es problema?

Hay que establecer
una doble velocidad  porque unos países quieren ir más
deprisa que otros

R. La UE funciona mal porque tiene que funcionar a 27 con un sistema institucional creado para seis. La cuestión está, como hemos visto recientemente, en que las reformas del Tratado son muy largas, complicadas y difíciles de entender para los electores. Ahora vemos que nos precipitamos en la última ampliación de 2004 con diez Estados nuevos, sin suficiente preparación.

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P. ¿Qué se puede hacer ahora?

R. Tenemos una moneda común para 17 Estados, una política monetaria común y algunos países quieren avanzar, quieren compartir más cosas en común. Creo que hay que pensar en una unión económica y política, no sólo en una unión monetaria.

P. ¿Cuál es su fórmula para avanzar más deprisa?

No tiene sentido
tener una Comisión
a 27 para regular
lo que solo afecta a 17

R. Es muy sencilla. Pienso en una cosa más bien ligera. A través de un Tratado entre los países interesados se podría crear una pequeña autoridad, que sería como un comité ministerial muy reducido, de cinco o siete personas, que podría tener el derecho de proponer iniciativas. Pero la proposición de los textos legislativos debería ser compartida por el Consejo de Ministros de los 17 y la representación de los Parlamentos nacionales, una vez preparado por la Comisión Europea o un Parlamento nacional. La adopción de las leyes podría ser confiada al Consejo de los 17 en co-decisión por mayoría cualificada con la representación de los Parlamentos nacionales. Para esto no hace falta volver a crear una estructura burocrática de mil personas. Se podría empezar con los 17 países del euro. El control democrático se ejercería a través de una representación de los Parlamentos nacionales de los países que desearan participar. Y se mantendrían las demás instituciones como el Tribunal de Justicia, el Tribunal de Cuentas, el Comité de las Regiones, que seguirían funcionado a nivel de los Veintisiete.

P. ¿Por qué esta separación de los 17 del euro?

R. No es una separación. Es establecer una doble velocidad, porque hay unos países que quieren ir más deprisa que otros. Los 17 del euro, por ejemplo, podrían asumir nuevas obligaciones y avanzar en los campos que estén interesados, aunque por supuesto siguen formando parte de la UE. Por ejemplo, podrían fijar un salario mínimo garantizado, un tipo de IVA común, algunas reglas comunes sobre las pensiones y estimular la creación de una industria de defensa común de la UE. Todo esto es más fácil resolverlo a 17 que a 27. Si esto funciona, el euro se convertirá en una moneda fuerte.

P. ¿Y la Comisión Europea y el Parlamento Europeo?

R. Lo que está claro es que la Comisión Europea a 27 no funciona bien. Fue un error hacer una Comisión tan grande con representantes de todos los Estados miembros, que no pueden ser independientes. La realidad es que tenemos un problema político de fondo. Si tienes un asunto que afecta sólo a 17 países no es lógico que lo decida un Parlamento Europeo formado por representantes de 27 Estados. No tiene sentido tener una Comisión a 27 para regular una cosa que sólo afecta a 17. Y si algunos de los Veintisiete no lo quieren hacer queda bloqueada. Si hay obligaciones específicas para los 17, no es lógico que las adopten realmente 27. No veo, por ejemplo, por qué el Reino Unido y la República Checa tienen que votar en los asuntos de los 17. Si no avanzamos con todo esto, la UE será cada vez más irrelevante en todos los campos. Los 17 podrían garantizar del mercado único para los 27 bajo el control del Tribunal de Justicia.

La base del acuerdo
debe ser entre Francia
y Alemania. Son indispensables para la construcción europea.  

P. ¿Y el Reino Unido y toda su importante industria financiera?

R. Seguiría con la regulación financiera a 27. No se trata de hacer nada contra nadie. No se trata de crear un two-tier (dos niveles separados), sino ir a two speed (dos velocidades). Tampoco se trata de una separación duradera. Los demás países se podrán incorporar cuando quieran. Quizá primero Polonia y Dinamarca, y los más reticentes serían el Reino Unido y la República Checa. El Reino Unido confío en que vendrá dentro de unos 20 años. Por otra parte, esta crisis ha significado cambios políticos muy grandes. La alianza tradicional de Reino Unido con Estados Unidos está cambiando rápidamente. A Obama lo que le preocupa de verdad es la estabilidad de la zona euro y mucho menos lo que ocurre en Londres. Uno de los efectos políticos de esta crisis es que el Reino Unido ha quedado bastante devaluado.

P. ¿Y el Banco Central Europeo?

R. No hace falta tocar nada del BCE. Sólo interpretar su legislación con más flexibilidad.

P. Sus críticos dicen que esto es un acuerdo intergubernamental, con todos los inconvenientes de que hay que tomar los acuerdos por unanimidad.

Ahora vemos que
nos precipitamos
en la última
ampliación de 2004

R. El funcionamiento no tiene porqué ser intergubernamental. Y las decisiones se pueden tomar igualmente por mayoría cualificada. No tiene por qué exigir la unanimidad. El Tribunal de Justicia debe continuar con su funcionamiento.

P. ¿Cómo se podría oponer en marcha este nuevo proceso?

R. Para empezar, con una Declaración de los 17 Estados del euro, que podría ser aprobada por los Parlamentos nacionales rápidamente. Esto ya daría una señal a los mercados. Con esta fórmula se resuelven dos problemas de una tirada: el de la crisis económica y el de poner en marcha una Europa que funcione.

P. Y dentro de la zona euro, ¿También habría divisiones?

R. Nada de división en la zona euro.

P. Pero Francia y Alemania desempeñan un papel muy destacado.

R. La base del acuerdo debe ser entre Francia y Alemania. Ambos son indispensables, tanto para la construcción de Europa como por la construcción del euro. Pero los dos son insuficientes. Alemania está muy comprometida. Hay que comprender a Angela Merkel por todas las contrapartidas y opiniones en contra a las que se tiene que enfrentar en su país. Los alemanes deben saber que no pueden salir del euro.

P. ¿Sus ideas tienen un aroma muy francés?

R. Mi posición es de una persona independiente. Pero es verdad que mis ideas son las que han tenido los franceses en el pasado. El propio Jacques Delors las ha defendido también. Merkel tampoco ha rechazado la idea de ir primero a 17 y Sarkozy, mucho menos.

P. ¿Y con estos cambios legales ya se resuelven todos los problemas de la crisis y de la construcción europea?

R. No, ni mucho menos. Europa no puede dar solo el mensaje de la austeridad. Hay que ofrecer una imagen más positiva, la imagen de una Europa que defiende los derechos políticos y civiles de los ciudadanos. Por ejemplo, se podría potenciar la participación de los ciudadanos en las elecciones nacionales, para que puedan votar los residentes temporales en la Unión en todas las elecciones. Tenemos que ofrecer una legislación común en protección social, salario mínimo, pensiones, regulación del divorcio y adopción, por ejemplo. Es importante además que los jóvenes se puedan mover por toda Europa con mucha más facilidad. Schengen es insuficiente.

P. ¿Y si funciona la última propuesta del presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, sobre la reforma del tratado?

R. Si funciona tanto mejor. Me alegraré como ciudadano. Pero creo que la crisis es muy profunda y dentro de seis meses volverá y cada vez afecta a más países. Incluso Alemania se verá afectada.

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