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Sarkozy: "Es otra Europa la que está naciendo"

El presidente francés, en una entrevista concedida a 'Le Monde' en la que analiza el resultado del pasado Consejo Europeo, admite que la cumbre fue producto "de un compromiso franco-alemán"

Sarkozy abandona Bruselas tras el Consejo Europeo.
Sarkozy abandona Bruselas tras el Consejo Europeo.GEORGES GOBET (AFP)

Ante la tormenta en la que está envuelta la Eurozona, los 17 Estados que la componen decidieron, el viernes 9 de diciembre, en Bruselas, redactar un tratado intergubernamental, del que Reino Unido está excluido. En una entrevista para Le Monde, Nicolas Sarkozy da su interpretación de este acuerdo y su visión del futuro de Europa.

Pregunta. El jueves 8 de diciembre, en el congreso del Partido Popular Europeo, dijo usted que el riesgo de explosión de Europa nunca había sido tan elevado. Tras la cumbre de Bruselas del jueves y del viernes, ¿se ha eliminado este riesgo?

Respuesta. Me gustaría poder decir que se ha eliminado totalmente. Sin embargo, no lo haré. Hemos hecho todo lo que era posible hacer. En un mundo perfecto y teórico, deberíamos hacer más, pero la característica del hombre de Gobierno, del hombre de Estado, es la de adaptarse a las realidades. Dicho esto, esta cumbre marca una etapa decisiva hacia la integración europea. A este respecto, crea las condiciones para la reactivación y para la salida de la crisis.

El euro es el corazón de Europa. Si explota, Europa no resistirá. La crisis de confianza y de credibilidad del euro hacía, por tanto, que existiera un riesgo sobre la perennidad de la Unión Europea.

La verdad es que hemos tenido que arreglar en plena crisis las insuficiencias del euro en el momento de su creación. Así, no se había previsto nada en cuanto a la convergencia de las políticas económicas de los países miembros del euro. Luego, algunos países fueron recibidos en el seno de la zona cuando no estaban preparados para ello. La consecuencia de esto es que todo el sistema se debilitó, como con una píldora envenenada, debido a la interdependencia de las redes bancarias y financieras. Estos países han tenido que imponer a sus pueblos unos sufrimientos que no se esperaban.

No se transferirá ni un solo ámbito nuevo de competencias a alguna autoridad supranacional"
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Si quiere tener en cuenta que todo se ha desarrollado en el trasfondo de una crisis de la deuda sin precedentes en la historia mundial, no trataba en absoluto de dramatizar cuando dije que estábamos al borde del precipicio.

P. ¿El acuerdo de Bruselas responde a la importancia de la crisis europea?

R. Responde, en primer lugar, con la creación de un auténtico sistema de gobierno económico. Si las economías de la zona no convergen, no pueden conservar de forma duradera la misma moneda. El hecho de que la responsabilidad de la gobernanza corresponda a partir de ahora a los jefes de Estado y de Gobierno señala un avance democrático innegable con respecto a la situación anterior, en la que todo se organizaba en torno al Banco Central Europeo (BCE), a la Comisión y al Pacto de Estabilidad.

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Añado que, para la Comisión, las cosas estarán más claras a partir de ahora. Se encarga del cumplimiento de los tratados y de la aplicación de las sanciones. Ahora bien, aquel que sanciona no puede ser aquel que administra, ya que corre el riesgo de sancionarse a sí mismo. Desde este punto de vista, es irremplazable. ¿Quién podría hacerlo en su lugar?

P. El Tribunal de Justicia Europeo, ¿cómo lo quería la canciller alemana, Angela Merkel?

R. Merkel convino que el Tribunal no podía sancionar a diario un déficit excesivo y que no podía prevenir los errores de las economías y de los presupuestos. No tiene competencias para ello, pero añado, además tampoco tiene legitimidad para anular un presupuesto que habría sido votado por un Parlamento soberano. Finalmente, para resolver los problemas del euro, la disciplina presupuestaria por sí sola es insuficiente. Siempre he cuestionado la idea de que la gobernanza económica se limite solo a las reuniones de los ministros de presupuestos. La competitividad no puede reducirse únicamente a las cuestiones fiscales y financieras.

La cuestión que se plantea es la de la competitividad de nuestro continente y las condiciones de un crecimiento que debe ser, necesariamente, más sostenido. Por tanto, debemos hablar con nuestros socios de la eurozona de los temas cruciales de la industria, de la política comercial, del mercado de trabajo, de la investigación...

P. Y, recíprocamente, ¿le hablarán de la fiscalidad, de la administración pública y de las jubilaciones en Francia?

R. Por supuesto. La Unión Europea se basa en unos compromisos recíprocos, construidos en el interés de cada uno.

P. ¿Es una transferencia de soberanía?

R. No, porque no delegaremos en otros nuestra soberanía económica. Se tratará de un ejercicio compartido de la soberanía por parte de unos Gobiernos democráticamente elegidos. Reforzamos nuestra soberanía y nuestra independencia ejerciéndola con nuestros amigos, nuestros aliados y nuestros socios.

Añado que no se transferirá ni un solo ámbito nuevo de competencias a alguna autoridad supranacional.

Um Fondo Monetario Europeo

El segundo elemento es el reforzamiento de la solidaridad europea con la creación de un verdadero fondo monetario europeo, el Mecanismo Europeo de Solidaridad (MES). Es un fondo destinado a acudir en ayuda de los países miembros de la Eurozona que no tuviesen acceso suficiente al mercado para financiar sus deudas. Este fondo se creará ya en julio de 2012 y no en julio de 2013. Adoptará sus decisiones no por unanimidad, sino por mayoría cualificada del 85%. Eso evitará que una pequeña minoría pueda bloquear a los demás si deseasen seguir adelante.

Este fondo tendrá un capital de 80.000 millones de euros, lo que representa unos posibles préstamos de 500.000 millones de euros. En el mes de marzo, analizaremos si estos medios son suficientes. Y nos hemos comprometido, de aquí a diez días, a negociar con nuestros socios no europeos un reforzamiento de los recursos del Fondo Monetario Internacional, lo que aumentará aún más nuestra fuerza de choque en caso de crisis. La Eurozona está dispuesta a aportar hasta 200.000 millones de euros adicionales. Nunca hemos sido tan ambiciosos en términos de solidaridad.

Finalmente, el BCE será el agente operativo del fondo europeo, cuya credibilidad y eficacia se verán aumentadas de esta manera. No podrá existir desconfianza entre estas dos instituciones clave para nuestra estabilidad financiera.

P. El BCE va a bajar sus tipos al 1% a lo largo de tres años para que los bancos recuperen márgenes y compren deuda del Estado. ¿Es ético, cuando sería más sencillo que el BCE prestase directamente a los Estados?

R. No comento la actuación del BCE. Es independiente y debe actuar en el marco de los tratados. Pero el problema, hoy en día, en numerosos países de la zona, es la restricción del crédito por temor al riesgo. Eso podría conducir a una depresión económica. Esta perspectiva sería catastrófica. Me alegro de que el BCE proporcione liquidez para evitar esta restricción crediticia. Piense en esas miles de empresas cuya actividad resultaría gravemente dificultada si no tuviesen acceso al suficiente crédito.

Deseo que la actuación del BCE, al mismo tiempo que apoya el crecimiento económico, contribuya también a aplacar los temores infundados sobre las deudas de los Estados. Confío en el BCE para que, en el futuro, decida la fuerza de su intervención.

P. Si esto no funciona, ¿se plantea pedir un gran préstamo a los particulares, como en Bélgica y en Italia?

R. Bélgica ha recaudado de esta manera 5.500 millones de euros. La deuda francesa es de 1,692 billones de euros. Cada año, pedimos prestados 180.000 millones. Ve usted que las magnitudes no tienen nada que ver con lo que se podría obtener de un préstamo nacional.

Le recuerdo, por otra parte, que ya no podemos dar una ventaja fiscal a las emisiones de préstamos de Estado, ya que todos los que se concedieron en el pasado resultaron muy caros para las finanzas públicas. Finalmente, hay que recordar que, a pesar de la crisis, Francia pide préstamos hoy en día en los mercados a un tipo históricamente bajo. ¿Por qué tendríamos entonces que cambiar nuestra estrategia?

Un esfuerzo de disciplina

El tercer elemento del acuerdo es un esfuerzo de disciplina, con una mayoría invertida para las sanciones automáticas. Antes, para que la Comisión sancionara a un Estado infractor, hacía falta una mayoría cualificada en el Consejo para aprobarla. A partir de ahora, ya no será el caso.

Por el contrario, no hemos querido que estas sanciones se apliquen de la misma forma, es decir, que sean automáticas, en caso de que la deuda se descontrole un determinado año. Un Estado puede verse obligado a recapitalizar un banco, o una empresa pública, lo que aumentará su deuda pública. No podemos tenérselo en cuenta. Así, las mismas causas no podrán producir los mismos efectos. El laxismo ya no será aceptable en Europa.

P. ¿Cuál va a ser la siguiente fase?

R. En los próximos 15 días pondremos a punto el contenido jurídico de nuestro acuerdo. El objetivo es tener un tratado para el mes de marzo.

Hay que tener claro que estamos asistiendo al nacimiento de una Europa distinta: la de la eurozona, donde los lemas serán la convergencia de las economías, las normas presupuestarias y la fiscalidad; una Europa en la que vamos a trabajar codo con codo para llevar a cabo reformas que permitan que todos nuestros países sean más competitivos, pero sin renunciar a nuestro modelo social. Ese es el precio que hay que pagar por la estabilidad de nuestro continente.

P. ¿No teme los problemas de ratificación?

R. No, porque el proceso elegido es más sencillo, aunque cada país mantiene el control del proceso de ratificación. En cualquier caso, queremos estar preparados en verano de 2012. Finalmente, lo repito, nadie podrá cuestionar el incremento del papel otorgado de esta manera a los Gobiernos europeos.

P. Eso son seis meses en los que los mercados todavía pueden atacar...

R. Si me quiere decir que es difícil, se lo confirmo: es difícil. Ya no funciona ninguna plantilla de lectura ideológica. Hace falta mucha sangre fría para no reaccionar excesivamente y la misma sangre fría para no reaccionar insuficientemente. Soy consciente del riesgo de que no me comprenda la población que sufre y que ve como se suceden las cumbres, dando la impresión de que están desconectadas de su vida cotidiana. Al mismo tiempo, no nos queda elección. Hay que sujetar el timón lo más fuerte posible y salir de la espiral de las crisis.

El eje franco-alemán

P. ¿Qué les responde usted a aquellos que afirman que las decisiones para frenar la crisis del euro las impone Angela Merkel?

R. A los que se quejan y me reprochan la existencia de un un eje franco-alemán les pregunto qué estrategia alternativa proponen ellos. ¿Quedarnos solos? ¿Quién puede pensar que Francia habría sabido defender mejor sus ideas sola? A menos que me propongan una alianza distinta… Pero, ¿cuál?

Es verdad que la cumbre de Bruselas ha sido fruto de un compromiso franco-alemán y que desde que comenzó esta crisis, ambos países nos hemos acercado.

Quién habría pensado hace dos años que nuestros socios iban a adscribirse a la idea de un gobierno económico organizado en torno a los jefes de Estado y de Gobierno o que iban a suscribir la creación de un fondo monetario europeo en la figura del MEDE? ¡Pues todas esas ideas han venido de Francia! La canciller, que es una persona por la que siento mucho aprecio, ha actuado con pragmatismo e inteligencia.

En cuanto al término “capitulación”, que he oído en boca de ciertas personas, y a todo este lenguaje de guerra que está cargado del nacionalismo de antaño, permítanme decirle lo que opino: me considero francés hasta la médula, pero mi amor por Francia nunca me ha llevado a acusar a nuestros vecinos, a nuestros aliados, nuestros amigos. Y aquellos que intenten avivar la germanofobia se están desacreditando.

P. ¿Un triángulo con los británicos?

R. Reino Unido no está en el euro. El tríptico Berlín-Londres-París habría tenido sentido si hubiésemos tenido una crisis de la Unión Europea, pero no es el caso. Es una crisis del euro.

P. ¿La importancia del entendimiento con Alemania significa que no podemos hacer nada sin Londres?

R. No. Hemos intervenido en Libia con Reino Unido, y el primer ministro, David Cameron, ha sido valiente. Con Londres, compartimos el apego por una energía nuclear y una cooperación importante en el ámbito de defensa, que es esencial.

P. Ha tardado en apreciar el modelo alemán...

R. Si quiere decir que la presidencia y el hecho de enfrentarse a los obstáculos cambian a un hombre, es verdad. Si quiere que diga que, después de cuatro años y medio en el Elíseo, he aprendido y he evolucionado en mi pensamiento, también es verdad.

Entre Francia y Alemania, primero está la historia. 70 años de enfrentamientos seguidos por 70 años de paz. ¿Cuál debe ser el siguiente ciclo? No podemos divergir con Alemania ya que la divergencia conduce al enfrentamiento. Por tanto, debemos entendernos y buscar compromisos permanentes.

Es fundamental, a continuación, que las dos primeras economías de Europa converjan para crear una zona de estabilidad. Lo que no debe hacernos olvidar los puntos fuertes de Francia: una demografía que hace que seremos igual de numerosos que los alemanes dentro de 30 años, una energía menos cara gracias al sector nuclear y un sistema institucional que permite gobernar el país, especialmente en caso de crisis.

P. En un discurso sobre el arrepentimiento, en 2006, dijo usted que Francia, por su parte, no había cometido un genocidio...

R. Los alemanes han asumido su historia con valentía y lucidez. No tenemos nada que reprocharles.

La nueva Europa

P. En Bruselas, la semana pasada, pusieron a los ingleses fuera de Europa...

R. No vi las cosas así. La canciller y yo hicimos todo lo posible para que los ingleses suscribieran el acuerdo. Pero, de ahora en adelante, hay claramente dos Europas. Una que quiere más solidaridad entre sus miembros y más regulación. Y otra que se aferra solo a la lógica del mercado único.

P.¿Cómo han acabado solos?

R. La afirmación repetida de su oposición a cualquier perspectiva de entrar en el euro tiene que tener consecuencias. Añado que las peticiones sobre los servicios financieros no eran aceptables. La crisis vino de la desregulación del sector financiero. Nunca podríamos aceptar una vuelta atrás. Europa tiene que ir hacia una mayor regulación.

P. ¿Es lícito, de ahora en adelante, que Reino Unido permanezca en el mercado único?

R.¡Necesitamos a Gran Bretaña! Asistir a su marcha sería un empobrecimiento que, afortunadamente, no está al orden del día.

P. En esta Europa de los 27, ahora más confederal, ¿no resulta lógica la entrada de Turquía?

R. Sabe usted, mis reservas no han cambiado. Si, en la crisis que atravesamos hubiésemos eliminado esas reservas, no creo que eso hubiese facilitado la labor de Europa. La Unión Europea, es primero para el continente europeo. Que yo sepa, nuestros amigos turcos, gran potencia y gran nación, se encuentran básicamente en Asia Menor.

Acabamos de recibir a Croacia. La apertura a Serbia es una posibilidad. Reunamos primero a la familia europea antes de plantear cuestiones extraeuropeas. Deseo mantener las mejores relaciones con Turquía, es obvio. En mi opinión, tiene que desempeñar un gran papel en el mundo, una función de nexo entre Oriente y Occidente. ¿Le interesa dejar este papel de puente entre las dos orillas para unirse a una? Pienso que se debilitaría.

Los compromisos franceses

P. ¿Está dispuesto el presidente francés a aceptar las normas europeas cuando, en 2007, fue usted a Luxemburgo a pedir un aplazamiento del regreso al equilibrio de Francia y de que, recientemente, el primer ministro, François Fillon, haya protestado contra las previsiones de crecimiento de la Comisión?

R. No hablamos de la misma época o del mismo mundo, aunque sea el mismo presidente. Estamos más preparados para este esfuerzo porque ya lo iniciamos en 2007. La implantación de la no sustitución de un funcionario que se jubila de cada dos, que nos valió tantas críticas, data de 2007. La reforma del mapa judicial, data de 2008. La reforma del mapa militar, de 2009. En cuanto a la reforma de las jubilaciones, si no la hubiésemos hecho, estaríamos en la situación poco envidiable de algunos de nuestros socios.

P. ¿Qué le parece el riesgo de rebaja de la calificación de Francia por parte de las agencias financieras?

R. Una de las tres agencias de calificación ha puesto en perspectiva negativa a Francia, así como a toda la eurozona. ¿Por qué? Porque la eurozona sufre un problema de gobernanza: es un problema del que nos ocupamos y que no es específico de Francia. La segunda preocupación: el riesgo sobre los bancos franceses. Buena noticia: la Autoridad Bancaria Europea calcula que los bancos franceses necesitan una recapitalización de 7.700 millones de euros, frente a los 13.000 millones de Alemania. Por tanto, ni un solo céntimo del presupuesto del Estado se destinará a la recapitalización de los bancos.

Tercer elemento, las perspectivas del crecimiento francés. El Gobierno ha fijado una previsión del 1% para 2012. Pero al mismo tiempo, se ha establecido un bloqueo de créditos de 6.000 millones de euros para poder hacer frente a un caso de crecimiento limitado del 0,5%. Último punto puesto de manifiesto por la agencia, el nivel elevado de nuestro gasto. Pero todo el mundo reconoce que hemos dado muestras de reacción en la materia en el pasado.

El gran riesgo es, por tanto, el del contagio de la crisis europea. Por eso luchamos para controlarlo.

P. ¿Nos amenazan diez años de esfuerzo o de crecimiento muy lento, a la japonesa?

R. Es un riesgo que me ha llevado a no elegir una política basada en el rigor. El rigor, es bajar los sueldos y las pensiones de jubilación. Me niego y me negaré a hacerlo. Si fuésemos en esa dirección, eso sumiría a Francia en la recesión y en la deflación. Si reduces tus deudas al mismo tiempo que disminuyes tus gastos, no resuelves tus problemas de déficits. Es la razón por la cual dedicamos, en 2009, 35.000 millones de euros en favor de inversiones de futuro. Es lo opuesto a una política de rigor y de austeridad. Es necesario que reduzcamos nuestro déficit y nuestro endeudamiento, liberar el trabajo y recuperar competitividad.

P. Pero las agencias no nos hacen justicia...

R. Por ahora, han mantenido la triple A. Si nos la quitasen, nos enfrentaríamos a esta situación con calma y sangre fría. Será una dificultad más, pero no es insuperable. Lo que cuenta, ante todo, es la credibilidad de nuestra política económica y nuestra estrategia decidida de disminución de nuestro gasto. Cumpliremos escrupulosamente los compromisos que hemos adoptado.

P. ¿Qué medida central hay que tomar para convencer a los inversores?

R. Si no hubiésemos hecho la reforma de las jubilaciones, es lo que habría que hacer. Por lo demás, no hay medidas clave o milagrosas porque lo que cuenta, de la misma manera que la reducción del gasto, es aumentar el crecimiento. Eso pasa por la autonomía de las universidades, el desarrollo del Crédito Impuesto Investigación, las inversiones de futuro, la eliminación de la tasa profesional. Todo lo que Francia ha empezado a hacer.

P. ¿La regla de oro?

R. La regla de oro es una medida importante. Es una regla de sentido común: los presupuestos deben realizarse a lo largo de varios años con el fin de ir hacia el equilibrio. ¿Quién puede, de buena fe, cuestionar este objetivo? Me hubiese gustado que todas las formaciones políticas francesas se inspirasen de lo que han hecho los españoles y los alemanes al aprobar mediante consenso esta norma, sin que nadie perdiese su identidad.

P. Pero el gasto público sigue teniendo un peso superior en Francia con respecto a Alemania...

R. Sí, es verdad, porque Alemania tuvo la valentía de iniciar la reforma de su gasto público diez años antes que Francia. Es normal que obtenga los frutos de ella antes que nosotros. No subestimemos por ello la importancia de las reformas implantadas en Francia. Así, la reducción de 150.000 funcionarios va a aligerar considerablemente, en el futuro, el peso del gasto público. Ocurrirá lo mismo con la reforma del régimen de las jubilaciones, con la que la Seguridad Social obtendrá 22.000 millones de euros en 2017.

P. ¿Cómo analiza la duda creciente de los franceses hacia el euro?

R. Los franceses asocian el euro a sus dificultades, pero al mismo tiempo, entienden los riesgos que acarrearía la salida del mismo y el aislamiento. Me descubro ante su lucidez. Los franceses no cuestionan Europa, sino la forma en la que se llevan a cabo algunas políticas europeas. A este respecto, la política comercial es el mismísimo ejemplo de lo que conviene cambiar. Aumentamos las cargas y las limitaciones sobre nuestros productores, y dejamos que entren en nuestro mercado productos fabricados en países que no cumplen ninguna de estas limitaciones. Esto no puede durar. La reciprocidad debe convertirse en la norma. La competencia solo puede ser leal: si es desleal, habrá que sacar conclusiones sobre la apertura de nuestros mercados.

P. ¿Las próximas elecciones impiden una unión nacional que sería útil?

R. Existe un calendario democrático. No vamos a suspender las elecciones porque haya una crisis.

P. ¿Diría usted que el comportamiento de los socialistas franceses perjudica a Francia?

R. No me corresponde juzgar a la oposición. Tengo tanto por hacer en otras áreas... Los franceses serán los únicos jueces.

P. François Hollande le acusa de correr detrás de la crisis...

R. Antes de realizar un comentario tan definitivo, invito a todo el mundo a reflexionar sobre esta crisis, sobre su importancia y sobre su gravedad.

Declaraciones recogidas por Erik Izraelewicz, Patrick Jarreau y Arnaud Leparmentier

Traducción de News Clips

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