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Miles de italianos salen a las calles al grito de “Basta de racismo”

Las principales ciudades italianas se convierten en escenario de marchas a favor de la integración

Aspecto de la manifestación contra el racismo celebrada en Florencia.
Aspecto de la manifestación contra el racismo celebrada en Florencia.ALBERTO PIZZOLI (AFP)

Los negros sin papeles que venden bolsos sin papeles no tienen nombre ni historia. Hasta que los matan. Solo entonces nos enteramos que Mor Diop y Modou Samb —los dos senegaleses asesinados con la Magnum 357 del racista Gianluca Casseri— tenían familias y amigos y un sueño tras el que ir. El de Samb era volver a ver a su hija. “Tenía una niña de 13 años”, rezaba una pancarta, “que no volvió a ver desde el día que nació”. La noticia de su asesinato en Florencia —que habrá recibido allá en África una muchacha adolescente que jamás conocerá a su padre— avergonzó el martes a muchos italianos, que ya se habían avergonzado dos días antes cuando una turba arrasó una campamento de gitanos en Turín tras una denuncia falsa de violación.

Ayer, en muchas ciudades de Italia, se produjeron marchas silenciosas solo atravesadas por un grito: “Basta de Racismo”. Las calles de Florencia se llenaron de gente desde la Plaza Dalmacia, donde el pistolero disparó por primera vez, hasta la explanada anterior a la estación de trenes Santa María Novella. Entre 8.000 personas, según los cálculos de la policía, y 15.000, según los organizadores.

Los carteles pedían Dignidad y un No al racismo. Los jóvenes senegaleses amigos de los fallecidos entonaron cantos de rezo. Unos metros más atrás, algunos representantes de las instituciones. Todos de izquierda. El alcalde de Florencia, Matteo Renzi; el presidente de la Región Toscana, Enrico Rossi; Nichi Vendola de Izquierda Ecología y Libertad… Desde el escenario, el responsable de la comunidad senegalesa, Pape Diaw, invitó a rezar por los dos inmigrantes asesinados: “Siempre fuimos considerados una comunidad cívica y disciplinada y hoy tamién lo hemos demostrado con esta gran marcha, pacífica y digna. Existe un partido que invoca las raíces cristianas pero fomenta el odio racial. Esta gente debería leer 70 veces el Evangelio. No entendemos por qué utilizan la religión solo para hacer propaganda”. Se refería a la Liga Norte. El partido de Umberto Bossi, el mismo que durante los últimos años ha sostenido a Silvio Berlusconi en el poder. “Este momento”, añadió el senegalés, “debería ser para la política italiana el alba de una nueva esperanza, para que nuestros hermanos no hayan muerto en balde”.

También hubo marchas y manifestaciones en Turín, Bolonia, Verona, Milán, Roma y Nápoles. En Bolonia, Rebecca Okor, 36 años, llegada hace 20 años desdeNigeria, respondía de forma contundente a la pregunta del día: “¿Que si Italia es racista? Claro que sí. Me da miedo incluso mandar a mis hijos solos por la calle, ni les encargo ir a por la leche”. Rebecca tiene cinco hijos, el más grande de 14 años, y la más pequeña, que no se le despega de su pierna, de dos y medio. “Todos nacieron aquí, pero ninguno es ciudadano italiano, porque tienen padres extranjeros. Pero tampoco vieron Nigeria. Nunca. Solo la imaginan por lo que les contamos mi marido y yo. Así que, a ver, ¿qué son? Ni saben quiénes son”.

El doble asesinato del martes se sumó a los incidentes ocurridos durante el fin de semana en Turín., Radicales con insignias del Juventus aprovecharon una denuncia falsa de violación para arrasar un campamento de inmigrantes. Una muchacha de 16 años, ayudada por su hermano, a denunció que unos gitanos le habían “robado su virginidad”. Se trataba de una treta por miedo a que sus padres descubrieran que se había acostado con su novio. El supuesto agravio se extendió rápidamente por las modestas viviendas del barrio de Vallette, construido en los años 60 a las afueras de Turín para albergar a los trabajadores del sur de Italia. La indignación de los vecinos, al principio pacífica, se convirtió en una auténtica cacería cuando un grupo de radicales llegó al barrio. “Los niños y las mujeres a casa”, ordenaron los matones a los vecinos. Y añadieron: “vamos a cazar a esos gitanos”.

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