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EE UU alerta a Al Maliki sobre la ruptura del Gobierno de unidad

Pocos días después del fin de las operaciones militares estadounidenses en Irak, el país amenaza con sumirse en la violencia sectaria

El presidente de EE UU, Barack Obama, saluda hoy el regreso de las últimas tropas que salieron de Irak en una ceremonia en la base Andrews.
El presidente de EE UU, Barack Obama, saluda hoy el regreso de las últimas tropas que salieron de Irak en una ceremonia en la base Andrews.KEVIN LAMARQUE (REUTERS)

Dos días después de que el último soldado norteamericano abandonara Irak a través de la frontera con Kuwait, la Casa Blanca tuvo que pedirle el martes al Gobierno del primer ministro Nuri al Maliki que tome las medidas de consenso necesarias para evitar la desintegración política de la nación. La coalición que Estados Unidos ayudó a construir de forma tan laboriosa el año pasado, después de los ocho meses de estancamiento político que siguieron a las elecciones legislativas, se está desmoronando, y con ella la confianza en Washington de que se ha dejado atrás a una nación “estable y autosuficiente”, tal y como el presidente Barack Obama la definió en el discurso que marcó el fin de la guerra, la semana pasada.

Fue el vicepresidente norteamericano Joe Biden quien llamó el martes al primer ministro Al Maliki y al presidente del Consejo Iraquí de Representantes [parlamento], Osama al Nujaifi, para expresarles la preocupación de EE UU por el clima político en Irak.

“El vicepresidente dijo a ambos líderes que EE UU está vigilando lo que sucede en Irak muy de cerca”, informó la Casa Blanca en un comunicado. “Destacó el compromiso de EE UU con una alianza estratégica a largo plazo con Irak, nuestro apoyo a una alianza incluyente con su Gobierno y la importancia de actuar de un modo coherente con el imperio de la ley y la constitución de Irak. El vicepresidente destacó además la necesidad urgente del primer ministro y de los líderes de los otros grandes bloques políticos de dialogar y solventar las divisiones con consenso”.

Consenso es lo que no existe en este momento en Irak. Al Maliki, del partido chií Dawa, ha emitido una orden de detención contra el vicepresidente Tariq al Hashemi, del bloque parlamentario suní, al que acusa de actos de terrorismo. Éste se ha refugiado en el Kurdistán. En consecuencia, el primer ministro ha dado a los líderes de esa región un ultimátum para que lo entreguen y ha amenazado con romper el Gobierno de unidad nacional para formar otro con la mayoría chií de la que dispone. Durante décadas, la minoría suní gobernó el país con mano de hierro a través del partido Baaz, del dictador depuesto Sadam Husein.

Semejante panorama ha sembrado la alarma en el Pentágono y en el sector más conservador del Congreso. Ambos ejercieron presión sobre la Casa Blanca para que negociara con el Gobierno de Irak la manutención indefinida en aquel país de un contingente de, como mínimo, 3.000 soldados de EE UU para labores de supervisión y para casos de emergencia. Al Maliki no se comprometió a garantizar la inmunidad de esos soldados una vez finalizara formalmente la guerra, y Obama acabó por ordenar el repliegue total y definitivo. Hoy no hay más soldados norteamericanos en Irak que los que trabajan en la embajada de Bagdad.

Dos veteranos republicanos del Senado, John McCain y Lindsey Graham, han exigido a la Casa Blanca que negocie urgentemente un regreso de tropas a Irak. “Este es un signo muy claro de que el frágil equilibrio político logrado por el refuerzo de tropas de 2007, que acabó con la violencia sectaria a gran escala en Irak, se está desmoronando ahora.

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Esta crisis la ha facilitado en gran medida la incapacidad y la falta de voluntad de la Administración de Obama de llegar a un acuerdo con el Gobierno de Irak para mantener una presencia testimonial de tropas de EE UU en Irak, algo que ha privado al país de la influencia estabilizadora del Ejército de EE UU y que ha disminuido la capacidad de EE UU de apoyar a Irak”, dijeron ambos senadores en una carta abierta fechada el martes.

“Un desgaste como el que estamos presenciando ahora en Irak no era algo imposible de prever, y el Gobierno de EE UU debe hacer lo que esté a su alcance para ayudar a los iraquíes a estabilizar la situación. Le pedimos a la Administración de Obama y al Gobierno de Irak que reabran las negociaciones con el objetivo de mantener una presencia residual de tropas de EE UU en Irak antes de que la situación se deteriore aun más”, añadieron.

Ambos apoyaron a George W. Bush en el rearme de 20.000 tropas (cinco brigadas) ordenado en 2007, al que el Pentágono le atribuye el final de la violencia sectaria que casi desató una guerra civil entre facciones suníes y chiíes, un enfrentamiento que en estos momentos se reproduce en el plano político.

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