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El presidente alemán reconoce "graves errores" pero no dimitirá

El jefe del Estado se disculpa por amenazar al director del diario 'Bild' para evitar que publicara una historia que lo afecta personalmente

Un transeúnte observa la entrevista al presidente alemán.
Un transeúnte observa la entrevista al presidente alemán.THOMAS PETER (Reuters)

El Presidente federal de Alemania, el democristiano Christian Wulff (CDU), permanecerá en el cargo tras reconocer que ha cometido “graves errores”. En una corta entrevista televisiva, el jefe del Estado alemán se disculpó por haber amenazado en diciembre al director del diario Bild para evitar que publicara una historia que lo afecta personalmente. El rotativo desveló el mes pasado que Wulff había obtenido un crédito personal ventajoso de un empresario en 2008, cuando era primer ministro de Baja Sajonia. Después, ocultó el trato al Parlamento regional de ese land. Cuando parecía que amainaba escándalo navideño por ese crédito se ha conocido esta semana el inusitado rapapolvo amenazante que Wulff dejó grabado en el buzón de voz del director de Bild, Kai Diekmann. Le advertía de que la publicación de historias privadas “increíbles” significaría “el cruce del Rubicón” pare él y para su mujer Bettina. En su aparición televisiva de ayer por la tarde, el Presidente lamentó esa declaración de guerra como un error “humano”. Tras insistir en la legalidad de todo su comportamiento, Wulff se refirió al “precio de ser una figura pública” y lamentó los rumores sobre su esposa “que se están difundiendo por internet”.

El escándalo sobre el crédito privado con el que los Wulff adquirieron una casa en 2008 y la chusca amenaza telefónica a Diekmann son objeto de críticas. Las “fantasías” sobre Bettina, a las que Wulff se refirió ayer en horario de máxima audiencia, se centran en su pasado profesional. El diario Berliner Zeitung publicó en diciembre que las tensiones entre el Presidente y el rotativo sensacionalista Bild se debieron a “informaciones que no se publican” sobre a la “vida anterior de Bettina”. En Bild lo niegan. Incluso los informativos de la televisión pública han entrado en un baile de alusiones veladas sobre el pasado de la segunda esposa de Wulff, pero nadie ha cogido el toro por los cuernos ni ha presentado pruebas de ese pasado. En su aparición de ayer, Wulff parecía un náufrago en medio de un círculo de tiburones. Los entrevistadores no mordieron. El presidente recordó en tono un poco lastimosos que “los Derechos Humanos amparan incluso a un Presidente federal”. También el derecho a la privacidad.

Pero el escándalo no gira en torno a su matrimonio, sino a sus relaciones privadas con empresarios y a sus amenazas a Bild. Ayer insistió en que obtener un crédito privado no es delito, como tampoco lo es que un primer ministro regional veranee en las residencias privadas de sus amigos empresarios. Sus críticos le acusan de haber reconocido sus “errores” cuando no le quedaba más remedio. Él dice que ocultó el crédito al Parlamento porque, en términos estrictos, no se lo concedió el empresario sino su esposa. En cuanto a los seis viajes gratuitos a casas de empresarios, defendió el “derecho de un político a tener amigos, a los que puede visitar”. Así que su arrepentimiento se limitó a la extemporánea llamada al Bild y a la gestión informativa del polémico préstamo.

La canciller Angela Merkel apoyó ayer a Wulff mediante un portavoz. La jefa de la CDU lo impuso como Presidente hace sólo dos años, de modo que su caída la afectaría directamente. La presidencia federal es un cargo representativo al que se pide ejemplaridad e integridad por encima del trajín político diario. Los democristianos defendieron ayer a su presidente, mientras que la oposición de centro-izquierda puso en duda su “capacidad para continuar en la Institución”. El presidente de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, dijo que la “causa Wulff ya es una causa Merkel”.

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