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EL CONFLICTO EN SIRIA

El militar rebelde de más alto rango dice que 20.000 soldados sirios han desertado

La revuelta toma impulso en Damasco, hasta ahora casi indemne por la rebelión

Manifestantes contra el régimen sirio llevan el cuerpo de Sadeq Mudiaha, muerto en Homs enfrentamientos con las fuerzas oficiales.
Manifestantes contra el régimen sirio llevan el cuerpo de Sadeq Mudiaha, muerto en Homs enfrentamientos con las fuerzas oficiales.REUTERS

Las manifestaciones y disturbios de protesta contra el régimen de Bachar el Asad llegaron este viernes a algunos barrios de Damasco, al tiempo que seguían las deserciones de soldados, la renuncia de algunos observadores de la Liga Árabe, y un barco ruso atracaba en un puerto sirio supuestamente con un cargamento de armas. Crece la tensión como parece aumentar a buen ritmo el número de soldados que están abandonando las Fuerzas Armadas.

Según un portavoz del Ejército Libre de Siria, hoy tuvieron lugar 70 nuevas deserciones, que habrían pasado a engrosar las filas de esta milicia de oposición al régimen que ha instalado su cuartel general en el sur de Turquía. Desde allí, en conversación telefónica con la agencia Reuters, el general Mustafá Ahmad al-Sheij, el militar de más alto rango que ha desertado, aseguraba que disponen ya de 20.000 efectivos y que, de llegar a reunir 10.000 más, podrían poner en marcha una guerra de guerrillas “que haga caer el régimen en cuestión de un año o un año y medio”. El general afirmó que la mayoría de los soldados que han abandonado los cuarteles no se han alzado en armas contra el régimen y se limitan a permanecer escondidos o a proteger a sus familias.

“Los desertores son solo pequeños grupos. Las deserciones en masa ocurrirán cuando los soldados vean que la comunidad internacional ha decidido derrocar el régimen”, agregó Al Sheij, que calculó en 280.000 el número de militares que forman el ejército sirio. “El Ejército Libre de Siria debe ser mantenido bajo control por temor a un colapso repentino del régimen”, concluyó el mando.

Damasco había permanecido casi indemne a los disturbios registrados en ciudades como Homs, Hama o Deraa. Sin embargo, este viernes, tras el tradicional rezo de mediodía, centenares de activistas se enfrentaron a las fuerzas de seguridad y a grupos de apoyo al régimen en varios barrios periféricos de la capital. Los disturbios se extendieron también a la ciudad costera de Latakia, cuna de la familia de El Asad. En las manifestaciones de hoy han muerto por lo menos ocho personas, entre ellas dos menores de edad, que se suman a las 23 que perecieron el jueves en enfrentamientos contra el régimen de El Asad. Las protestas se han extendido a por lo menos 20 ciudades sirias, como señala este mapa elaborado por el diario británico The Guardian.

La propagación territorial de los disturbios y su prolongación en el tiempo hace que comience a especularse con el estallido de una guerra civil. Así lo apuntaba el secretario general de la Liga Árabe, Nabil el Arabi, durante una entrevista concedida al canal de televisión egipcio Al Hayat. “Las consecuencias de una guerra”, añadió, “se dejarían sentir en los países vecinos”.

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El Arabi tildaba de “preocupantes” los informes presentados hasta ahora por los observadores (tres de ellos han abandonado) que su organización desplegó en Siria el 26 de diciembre. No obstante, aseguró que las muertes habían descendido gracias a la presencia de estos observadores, tesis que contradice el informe presentado el miércoles por la embajadora de EE UU en Naciones Unidas, Susan Rice. La diplomática aseguró que el número de muertes no solo no habría descendido, sino que “era más alto que antes”, con 40 personas más fallecidas al día, un total de 400 víctimas desde la llegada de la misión, más de 5.000, según Naciones Unidas, desde el estallido de la revuelta a mediados de marzo de 2011.

La misión de la Liga Árabe presentará sus conclusiones a los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros de la organización el 19 de enero. En caso de un informe negativo, la Liga Árabe estudiará si sancionar o no a Siria ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde hasta ahora Rusia y China han vetado cualquier acción contraria al régimen de El Asad. Incluso podría pensarse que es más bien al contrario, después de la llegada hoy a la costa siria de un buque ruso supuestamente cargado con armas para el régimen. Moscú no ha disimulado sus diferencias con la política occidental hacia Damasco desde el inicio de la crisis. Hoy su canciller, Guennadi Gatílov, ha asegurado que la postura de Occidente “consiste únicamente en desprestigiar al Gobierno sirio” y que el único fin de las sanciones, lejos de detener la violencia contra los ciudadanos, es derribar a El Asad.

Por su parte, los Gobiernos de Alemania y Estados Unidos han recomendado a sus ciudadanos abandonar Siria de inmediato. Representantes estadounidenses confirmaron a la agencia Efe que Washington planea recrudecer las medidas de presión contra el régimen sirio. Francia, por su parte, ha anunciado que investigará judicialmente la muerte del periodista Gilles Jacquier, ocurrida el miércoles en Homs. Hoy se ha conocido que Jacquier, que murió por una explosión junto con otros ocho civiles sirios, se había negado a viajar a la ciudad, uno de los bastiones rebeldes, pero que el Gobierno sirio le obligó bajo la amenaza de expulsarle.

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