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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Asad maniobra

El referéndum y la amnistía que ofrece a estas alturas el régimen sirio carecen de credibilidad

El presidente sirio, Bachar el Asad, ha anunciado una oferta para celebrar un referéndum para reformar la Constitución el próximo mes de marzo y elecciones legislativas antes del verano. Y el pasado fin de semana decretó una amnistía para los “crímenes”, según el régimen, cometidos por los manifestantes detenidos durante las revueltas contra El Asad. Estas promesas pretenden transmitir la impresión de que el presidente sirio está cumpliendo el acuerdo alcanzado con la Liga Árabe en diciembre, dirigido a pacificar el país y facilitar la transición política. La realidad es, sin embargo, que no pasan de simples maniobras para desactivar un movimiento de oposición que no se arredra ante la brutalidad empleada por el régimen.

La represión no ha cedido en intensidad, sugiriendo que El Asad se ha visto forzado a envolver en un discurso pretendidamente reformista su invariable estrategia de recurrir al Ejército y a las armas de guerra para lograr que los manifestantes desistan. Tras varios millares de muertos, y largos meses de protestas, El Asad debería haber comprendido que no logrará restablecer por la fuerza una apariencia de normalidad en el país. Pero debería haber comprendido algo más, que afecta al futuro de su régimen y al suyo propio: a estas alturas carece de cualquier legitimidad para liderar las reformas que promete, aun en el más que dudoso supuesto de que su compromiso fuera auténtico.

La oposición sigue siendo pacífica y, si alguna sombra empieza a dibujarse, es la del creciente número de soldados que desertan de las filas del Ejército gubernamental y que se muestran partidarios de una resistencia armada. Ninguna instancia internacional puede exigir a los manifestantes que sigan dejándose matar, pero el hundimiento de Siria en una guerra civil sería una tragedia para los sirios y seguramente una catástrofe para la democratización del país. Si venciera El Asad, porque se pospondrá de manera indefinida; si fuera derrotado, porque el sufrimiento que ha infligido condicionaría la evolución política a una difícil reconciliación.

La situación de tablas en la que se encuentra la sangrienta partida política en Siria podría degenerar en una guerra civil abierta si la comunidad internacional no logra salir de su parálisis para forzar a El Asad a cumplir lo que le ha exigido el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon: “Deje de matar a su gente”.

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