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"Ir al zoo es más fácil"

Los habitantes de Zgorzelec (Polonia) y Goerlitz (Alemania) no tuvieron que esperar la llegada de la Unión Europea para hacer amigos

Un joven polaco que trabaja en Goerlitz pero vive con su novia en Zgorzelec.
Un joven polaco que trabaja en Goerlitz pero vive con su novia en Zgorzelec. Eukasz Giza (agencja gazeta)

Los habitantes de Zgorzelec y Goerlitz no tuvieron que esperar la llegada de la Unión Europea para hacer amigos, pero la apertura de fronteras y del mercado de trabajo lo facilitó.

El salario en euros y las facturas en zlotys

Robert es un soldador cualificado. El año pasado, tras la apertura del mercado laboral alemán a los polacos, encontró trabajo al otro lado de la frontera, en suelo alemán. El salario en euros es casi tres veces más alto que el que tenía en Polonia, pero las facturas de poco valor las sigue pagando en zlotys, pues vive en territorio polaco.

Un mes llegué a ganar 642 euros, pero porque trabajaba sábados y domingos y me quedaba a hacer horas extras Robert, soldador cualificado

Ha dejado de estar preocupado por el pago de la hipoteca, trabaja menos y le queda tiempo para ocuparse de su hija de dos años. “Después de llevar trabajando 19 años en una empresa polaca, mi último sueldo ascendía a 1.750 zlotys netos (401 euros). Un mes llegué a ganar 2.800 zlotys (642 euros), pero porque trabajaba sábados y domingos y me quedaba a hacer horas extras”.

Llevaba bastante tiempo pensando en trabajar en el extranjero. “Me ayudó a decidirme el ‘salto’ que dio el franco suizo. Estamos comprando un piso (de 40 metros, a 115.000 zlotys el metro cuadrado) con un crédito, y llegó un momento en el que estaba pagando cuotas de 1.400 zlotys al mes. Mi sueldo íntegro iba para pagar la hipoteca y algunas facturas, y comíamos gracias al sueldo de mi mujer- 1.700 zlotys netos como empleada en el supermercado Lidl-.

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¿Y el último sueldo alemán? “Era de 1.246 euros [unos 5.600 zlotys]. Tengo seguro alemán, así que cuento también con derecho a la seguridad social alemana, y dentro de poco lo tendré también para mis dos hijos: 180 euros al mes por cada uno. Estoy pensando en abrirles una cuenta que acumule intereses en el banco. Así no tendré que preocuparme más adelante de dónde sacar dinero para pagarles la carrera universitaria”.

El puente se levantó a la vez que la UE

Hoy los niños polacos van a la escuela y al instituto alemanes

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Zgorzelec y Goerlitz constituían una sola ciudad. Más tarde quedaron divididas por la frontera natural del río Nysa (Neisse, en alemán). En la década de los noventa se inició la reconstrucción del puente Staromiejski (de la Ciudad Antigua), hoy paso principal entre Polonia y Alemania. “Las obras terminaron en 2004, así que el puente tiene un doble valor simbólico. Unía el casco antiguo de Goerlitz con el suburbio de la orilla derecha del río. En la actualidad es el lugar de encuentro de los dirigentes de ambas ciudades; allí celebran juntos ceremonias de inauguración. Y aquí celebramos también la entrada en la Unión Europea”, cuenta Renata Budosz, portavoz del alcalde de Zgorzelec.

Hoy los niños polacos van a la escuela y al instituto alemanes. Entre ambas ciudades circulan autobuses, los teatros alemanes ponen subtítulos en polaco durante las representaciones y en las oficinas de administración alemanas es posible recurrir a la intermediación de un traductor.

No hay que perder tiempo yendo y viniendo

A veces llego a desorientarme: ¿estoy en Goerlitz o en Zgorzelec? Krystyna, polaca de 72 años

Dorota es traductora. Tiene 32 años y ha trabajado en Alemania y en Inglaterra. Estuvo buscando trabajo en Polonia en grandes empresas internacionales. Con frecuencia la convocaban a entrevistas de trabajo, pero la cosa terminaba siempre ahí, “porque quería ganar al menos 3.000 zlotys netos”. Desde el mes de julio del año pasado trabaja en Goerlitz. Gana 1.400 euros al mes (6.300 zlotys) más bonificaciones.

Dorota es de las afueras de Legnica, así que podría trasladarse sin problemas al trabajo a diario, pues está solo a 80 kilómetros de la frontera. Sin embargo, decidió que no valía la pena perder tiempo y alquiló un apartamento en el propio Goerlitz (por 130 euros más 70 de facturas). No hubo ningún problema para hacerlo, porque en Goerlitz hay muchos intermediadores polacos y es posible ver con frecuencia el anuncio de “Se habla polaco”.

Se siente a gusto en ambos países, pero normalmente vuelve a Polonia los fines de semana. “Aquí tengo a los míos, un sentimiento ilimitado de aceptación, desahogo y la sensación de tener libertad emocional”.

Sentirse en Goerlitz como en casa

“Entro al portal, subo las compras por la escalera, el vecino me sujeta la puerta. Digo “danke” [gracias en alemán] y él me contesta “proszę bardzo” [de nada en polaco]. O entro al banco. Empiezo a hablar en alemán y la empleada me dice 'nosotros aquí hablamos en polaco'. A veces llego a desorientarme: ¿estoy en Goerlitz o en Zgorzelec? Y al momento me digo: pero si precisamente por eso me decidí a vivir aquí”, cuenta Krystyna.

Tiene 72 años, ha trabajado casi 30 en Alemania. Emigró allí con su marido en busca de trabajo. Ella, como muchos polacos que emigraron en los años ochenta, tras ganarse la jubilación alemana quiere quedarse lo más cerca posible de aquel país. Un piso en Goerlitz es la solución ideal. “Tengo derecho a asistencia médica y cobro sin problema alguno la jubilación alemana. Y tras la apertura de fronteras, puedo ir a Polonia las veces que quiera. Incluso compro allí el pan, me gusta más el sabor”.

Son alemanes pero eligen lo más barato

Zgorzelec fue famoso en cierta época por sus peluqueros. Había 120 peluquerías para algo más de 30.000 habitantes. Los alemanes venían y siguen viniendo a cortarse el pelo al otro lado de la frontera porque es más barato.

De cara al cliente alemán se construyeron también tres centros comerciales. Además, en Zgorzelec hay un Kaufland, cuatro supermercados Biedronka, un Lidl y un Real, famoso en el pasado por tener el mayor volumen de negocios en todo el país de esta cadena de supermercados.

“Al principio los alemanes iban sencillamente de excursión al supermercado Real. Ahora la cosa se ha tranquilizado un poco, pero se ve inmediatamente quién es la persona está comprando. Los alemanes llevan los carros repletos hasta los topes. Los polacos hacen compras bastante más modestas”, explica Barbara Sławko, directora de un jardín de infancia polaco al que también acuden niños alemanes.

Algunos añaden con sarcasmo que los alemanes tienen mucha pasta, pero que luego en el supermercado Real prefieren los productos “baratos y buenos”, pese a que entre los polacos esos mismos productos tengan fama de ser productos basura.

Los alemanes cruzan también la frontera para comprar gasolina: el litro en Polonia cuesta unos 25 céntimos de euro menos. Y compran también tabaco. En Polonia la cajetilla de una marca conocida viene a costar unos 2 euros, mientras que en un estanco alemán resulta imposible encontrarla por menos de 5 euros.

Por su parte, todos los polacos compran los productos de droguería en Alemania. Sobre todo los detergentes para lavadoras. Parece ser que el Persil alemán es muchísimo mejor que el polaco de la misma marca.

Los polacos llevan aquí mucho tiempo

Tras la unificación de Alemania, Goerlitz se quedó vacía ya que muchos de sus habitantes se trasladaron a la parte occidental del país en busca de trabajo y mejores sueldos. El año pasado, tras la apertura del mercado de trabajo y la campaña del ayuntamiento para favorecer el retorno, las estadísticas mostraron una ligera tendencia al alza.

Sebastián, empleado en una empresa de contratación afirma: “Antes del 1 de mayo la oficina comercial alemana organizó un encuentro para los empresarios locales. Fui por curiosidad. Los alemanes tenían bastantes temores: ‘¿Qué va a pasar? ¿Les quitarán los polacos los puestos de trabajo a los alemanes?’. Una funcionaria alemana se encargó en seguida de tranquilizarlos.‘ Nadie les va a quitar el trabajo. Tengan en cuenta que los polacos ya llevan tiempo aquí".

Renata Budosz, la portavoz del alcalde de Zgorzelec, matiza: “Muchos habitantes de Zgorzelec y los alrededores ya estaban trabajando en Alemania antes del 1 de mayo. Por eso no nos esperábamos un éxodo masivo ‘a la caza de empleo’. Los polacos aprovecharon la oportunidad para abrir sus propias empresas como autónomos en Alemania o fueron contratados por cuenta ajena, por ejemplo como médicos o para la gestión de proyectos”.

Pero ciertamente hay interés. En mayo de 2011, Thomas Berndt, de una agencia de trabajo de Bautzen, contaba que cada semana los visitan entre 20 y 30 polacos que están interesados en trabajar en Alemania.

Renata Budosz explica: “Funcionamos como un sistema de vasos comunicantes, así que si un habitante de Zgorzelec encuentra trabajo en Goerlitz salimos ganando porque aumenta su poder adquisitivo, lo que también favorece a nuestro comercio y servicios (porque en territorio polaco todo sigue siendo más barato). Con lo cual, la ciudad tiene asegurados los ingresos de los impuestos que generan aquellos que trabajan como autónomos”.

No es necesario recibir invitación para ir a una fiesta

Barbara Sławko, directora de un jardín de infancia polaco al que también acuden niños alemanes, declara: “Desde hace 19 años colaboro con un jardín de infancia alemán al que van niños polacos. Hoy en día, en Goerlitz, tanto la educación primaria como la secundaria cuentan con unos y con otros”.

¿Para qué necesitamos la Unión Europea? Pues porque resulta más fácil ir de excursión con los niños al zoo alemán y si hay una fiesta del lado polaco de la frontera no hay que andar enviando expresamente invitaciones.

Robert, el soldador, señala: “Ahora salgo a menudo con mi mujer y los niños a tomar algo, sobre todo desde que empecé a ganar dinero en euros. A veces comemos en el lado polaco, a veces en la parte alemana. Cuando paseo por Goerlitz no tengo la impresión de estar en otro país. Porque Alemania siempre ha estado ahí, al otro lado del puente. En Zgorzelec es de lo más normal que tu vecino sea alemán”.

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