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"Soy el Peter Pan de los Erasmus"

Alberto Bernal es uno de los casi tres millones de estudiantes que han participado en el programa europeo desde su nacimiento, hace ahora 25 años

Pablo Linde

Cuando se fue de Erasmus a Stralsund, una pequeña ciudad al norte de Alemania, Alberto Bernal no tenía ni idea de alemán, más allá del “guten Abend”. Lo cierto es que cuando terminó la beca, nueve meses después, tampoco. El idioma lo aprendería unos años más tarde, pero esa sensación de haber vivido lo mejor de su vida que se les queda a muchos estudiantes que participan en este programa, la notó rápido. Tanto, que no quiso que terminara y, poco después de regresar a España, volvió a Alemania para quedarse. Bernal, ilicitano de 28 años, es uno de los casi tres millones de estudiantes que han participado en el programa Erasmus desde su nacimiento, hace ahora 25 años. Es una experiencia que este año vivirán unos 42.000 universitarios españoles, lo que lo convierte en el país con más becarios de la Unión Europea. Lideró la clasificación en el curso 2009/2010, el último del que hay datos oficiales consolidados con 31.158 estudiantes, seguido por Francia (30.213) y Alemania (con 28.854).

Cuando Bernal solicitó la beca para el curso 2008/2009 su idea era irse al Reino Unido a aprender inglés. Pero no consiguió este preciado destino y tuvo que conformarse con la pedrea que se reparten los estudiantes a quienes no les ha tocado ninguna de las universidades que pidieron. Pero a la larga, como suele suceder en estos casos, se alegró. “Es una experiencia increíble. Conocí a gente de todos los países, a chicas de todos los colores. Cuando regresé a España no estaba en mi sitio. No sabía dónde estaban mis amigos. Sentí un vacío”. En parte se lo causó la ausencia de una de esas mujeres que conoció, la que es ahora su novia, que se quedó allí. Dos meses en Alicante buscando trabajo como ingeniero le bastaron para recapacitar, volver y, a la larga, encontrar un empleo con unas condiciones “mucho mejores de lo que encontraría en España”.

La mejora de la empleabilidad es uno de los hechos “demostrados” tras una beca Erasmus, según explica Xavier Prats, director general adjunto dela Dirección Generalde Educación y Cultura dela Comisión Europea. “Pero no el único. Además de los beneficios para el estudiante, su cualificación y su formación en el sentido más amplio, estas becas queremos que repercutan positivamente en las universidades, que se modernizan gracias a su cooperación”. Y hay un tercer eje, menos cuantificable: “La perspectiva europea aumenta mucho. No hay nada que sea mejor como antídoto para xenofobia y exceso de nacionalismo que conocer otras cosas”. Es lo que le pasó a Bernal con los alemanes: “No tienen nada que ver con la idea que yo tenía de ellos”. Gracias al padre de una amiga consiguió hacer unas prácticas en una empresa de lo que en España sería la ITV. Fue su primera experiencia laboral allí y lo que le serviría para ir soltándose con el idioma. “Acabaron tratándome casi como a uno de la familia”, relata.

Tras acabar la beca consiguió un trabajo en el sector en el que estaba especializado. Y allí estuvo hasta que una reestructuración de plantilla le dejó en la calle hace poco más de mes. Ahora las tornas han cambiado. Si cuando llegó tiraba a cualquier puesto de trabajo que se pusiera en su objetivo, ahora con “más experiencia y un dominio total del alemán”, selecciona y no duda de que en pocas semanas tendrá un puesto en alguna otra empresa. Igual que Bernal, las becas Erasmus también evolucionan. El programa presupuestado entre 2014 y 2020 prevé que cinco millones de estudiantes lo disfruten. Y agrupará bajo un mismo nombre todos los programas: los de estudiantes universitarios, de formación profesional, los de alumnos de máster o de prácticas en empresas y profesores. También los que ahora organizaban las becas en países fuera dela Unión Europea, los Erasmus Mundi.

En este mapa de becas, España es el país favorito. Durante el curso escolar 2009-2010, recibió 35.389 estudiantes, con lo que superó a Francia (26.141) y Reino Unido (22.650). La vuelta a su país es algo que a Bernal le gustaría, pero en el largo plazo. “Cuando tenga la experiencia suficiente para ir a un puesto importante en una empresa”, afirma. Ahora, se ve como el becario que “no quiso que su sueño se acabara”. “Soy el Peter Pan de los Erasmus”, dice, aunque su vida ya poco tiene que ver con la que inició en Alemania hace tres años y medio.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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