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Bossi se harta de tanta Europa

La Liga Norte muestra una hostilidad creciente hacia la Unión Europea y la moneda única, a la que consideran responsable de la crisis económica actual

A comienzos del pasado mes de diciembre, la Liga Norte —que días antes había abandonado la mayoría que sostenía el Gobierno— convocó en Vicenza lo que denominó “el Parlamento del Norte”. Su líder, Umberto Bossi, aprovechó la ocasión para anunciar su nuevo programa político. Es un programa que trastornaría la geografía de Europa. Bossi mostró un gran mapa, coloreado por su hijo Renzo, en el que figuraba el nacimiento de un nuevo Estado que abarcaría la llamada Padania (es decir, las regiones de Italia del norte), Suiza, Austria, Baviera y Saboya. Para confirmar la “seriedad” del programa, el exministro Roberto Calderoli se apresuró a añadir que, a partir de ahora, todos los miembros de la Liga, en el momento de renovar el carné del partido, deberán jurar solemnemente luchar por la secesión de la Padania.

No es la primera vez, por supuesto, que la Liga habla de secesión. En realidad, ese ha sido siempre su objetivo final o, por lo menos, su sueño. Pero nunca habían hablado de modificar las fronteras no solo de Italia sino también de otros Estados como Francia, Alemania, Austria y Suiza. Bossi justificó la decisión diciendo, en definitiva, que en Europa se ha librado una guerra —monetaria, no militar, pero una guerra— e Italia ha perdido; y cuando terminan las guerras, se escriben los tratados y se modifican las fronteras.

¿Qué tiene de creíble un programa de este tipo? En Italia lo han considerado una broma y es probable que en el extranjero los comentarios hayan sido todavía más fuertes: imaginemos que pueden haber pensado los alemanes, los franceses, los suizos y los austriacos al saber que un señor que se llama Umberto Bossi ha decidido modificar sus Estados.

La Liga es en estos momentos un partido desgarrado por luchas internas furibundas

En resumen, es evidente que se trata de una payasada. Aparte de todo, la Liga es en estos momentos un partido desgarrado por luchas internas furibundas: Bossi sigue siendo el jefe carismático, pero hace tiempo que ya no es el jefe real. Desde el ictus que sufrió en marzo de 2004, vive atendido y casi rodeado por un restringido grupo de personas que dirige su mujer, Emanuela Marrone, que una mayoría ya sustancial de los militantes de la Liga llaman “el círculo mágico” y al que acusan de tener secuestrado al jefe anciano y enfermo. Esta gran mayoría de militantes tiene como referencia al exministro del interior Roberto Maroni. Y la división es tan visible que, hace unos días, Bossi —o el círculo mágico que actúa en su nombre— prohibió hablar en público a Maroni. Es decir, el programa para el nacimiento de ese nuevo Estado, ya suficiente locura en sí, resulta aún menos verosímil por la debilidad de la fuerza política que lo propone.

Ahora bien, dicho esto, sería un error despreciar todo como puro folclore. La Liga habla mucho, pero sabe que puede hacer mella en unas opiniones y unos sentimientos muy arraigados en una parte destacada de la población del norte de Italia. Para resumir, podemos hablar de dos sentimientos.

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El primero es el sentimiento viejo, histórico, que permitió el nacimiento de la propia Liga. En el norte del país está extendida desde hace mucho tiempo la opinión de que el sur, con su subdesarrollo económico, y Roma, con su centralismo burocrático, son un freno de mano que impide que Italia esté a la altura de Alemania, Inglaterra, etcétera. El segundo sentimiento con el que juega la Liga —y ya no solo la Liga, sino también buena parte del resto del centroderecha— es una hostilidad creciente hacia la Unión Europea. Una hostilidad hacia la moneda única, a la que consideran responsable de la crisis económica actual; y una hostilidad hacia los Estados europeos más fuertes, considerados los auténticos jefes de una Unión en la que Italia tiene un papel de pariente pobre, para no decir de colonia. Sin duda, los sacrificios que pide a los italianos el Gobierno Monti, precisamente en nombre de la estabilidad europea, están reforzando ese hartazgo de la Unión.

El nuevo Estado anunciado por Bossi en Vicenza, pues, se quedará en el mapa coloreado por su hijo Renzo. Pero, si alguno tiene la temeridad de lanzar semejantes proyectos, es porque sabe que, en Italia, algunas ideas están más extendidas de lo que se piensa.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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