_
_
_
_
_
GRIGORI YAVLINSKI, excandidato a las elecciones presidenciales rusas

"El régimen puede intentar vengarse tras las elecciones de marzo"

El excandidato a las presidenciales rusas, Grigori Yavlinski, asegura en una entrevista a EL PAÍS que "aún es pronto" para el diálogo con el Kremlin

Pilar Bonet
Grigori Yavlinski, excandidato a las elecciones presidenciales en Rusia.
Grigori Yavlinski, excandidato a las elecciones presidenciales en Rusia. Pilar Bonet

No hay mal que por bien no venga para Grigori Yavlinski, el político liberal de 59 años que fue eliminado como candidato por la presidencia de Rusia. La Comisión Electoral Central le vetó alegando irregularidades en los dos millones de firmas recogidas para apoyarlo, pero, en el multitudinario mitin del pasado 4 de febrero en Moscú, la ciudadanía deseosa de cambio apoyó rotundamente al político liberal y exigió que fuera registrado como candidato.

El economista, que ya compitió por la presidencia en 1996 y 2000, es escéptico sobre el resultado de sus recursos ante los tribunales por fraude electoral en diciembre (su partido, Yábloko, obtuvo oficialmente un 3,43% y no logró entrar en la Duma) y ante el Tribunal Supremo por su eliminación de las presidenciales del 4 de marzo. Yavlinski, que desde diciembre tiene una tribuna como jefe del grupo de Yábloko en el consistorio de San Petersburgo, centra su atención en la nueva sociedad que se gesta en Rusia. Para él es una incógnita aún si “Rusia está ya embarazada de revolución burguesa”. En cambio, tiene claros los extremos a evitar. “No es posible seguir viviendo como ahora ni es posible una plaza Tahrir [epicentro de la Primavera Árabe en Egipto]. Ambas cosas son imposibles aquí”, afirma.

Pregunta: Usted contó que, tras las elecciones de 2003, el presidente Vladímir Putin le felicitó asegurando que Yábloko había superado el listón del 5% requerido para tener escaños en la Duma, pero luego eso no se confirmó y su partido quedó fuera del parlamento. ¿Cuántas veces le ha engañado Putin?

Respuesta: Putin no es mi amigo y yo nunca esperé nada especial de él.

P.: En la primavera de 2007, usted explicó que su partido no participaba en las manifestaciones organizadas regularmente por distintos grupos de oposición, alegando que no quería mezclarse con nacionalistas ni con bolcheviques. Yábloko sale ahora a manifestarse con otros partidos de oposición, entre ellos comunistas y nacionalistas. ¿En qué ha cambiado la situación?

R.: Los mítines de aquel entonces eran parte de la lucha política en sentido estricto, pero ahora la situación es diferente y nos afecta a todos. Los ciudadanos protestan porque les han quitado el derecho concreto a votar y ese derecho nos lo han quitado a todos. No vamos a juntarnos para hacer un partido. Son encuentros para defender las reglas del juego de la política. Las fuerzas que están ahora unidas se dispersarán cuando obtengan un marco de acción”.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
El único método de lucha en la Rusia del siglo XXI es el diálogo"

P.: ¿En qué se diferencian los mítines actuales de los de la perestroika a fines de los ochenta y principios de los noventa del pasado siglo?

R.: Antes estábamos ante la revolución del salchichón y ahora la libertad es más importante. El salchichón (kolvasá, en ruso) simboliza las necesidades materiales. Pero en el siglo XXI sin libertad no se puede hacer nada en economía ni en política. De la misma manera que sin salchichón uno no tiene fuerzas para ir por la calle, en el siglo XXI no se puede vivir sin libertad. Y eso no lo entiende Putin.

P.: Usted ha declarado que Putin se ha quedado solo ¿qué quiso decir?

R.: La libertad es tener la posibilidad de elegir y Putin ha eliminado toda competencia. Podría haber utilizado estas elecciones para responder a las expectativas de libertad, pero él las entendió a su manera. Ordenó colocar cámaras de video en los colegios electorales, pero ¿qué van a vigilar las cámaras, si antes se ha eliminado la competencia? Putin entiende que la libertad es el salchichón, pero no es así. Ha llegado un momento en el que es necesario garantizar a los ciudadanos su libertad de elección. Putin se ha privado a sí mismo de la oportunidad de mostrar su esfuerzo por vencer, así que al quedarse solo, se derrota a sí mismo.

P.: Usted ha dicho también que el sistema dirigido por Putin tiene experiencia en represión, pero no en compromiso y que Rusia tiene por delante tiempos difíciles, ¿puede explicarlo?

R.: El sistema buscará una salida de la situación actual por medio del retorno del miedo, porque esa es la única manera que conoce de resolver los problemas. Para los representantes del sistema, la capacidad de controlar significa infundir miedo.

P.: ¿Cómo definiría este sistema?

R.: Es un sistema autoritario en el que tiene una enorme importancia la opinión de una persona incuestionable, que toma todas o casi todas las decisiones. También es un sistema corporativo, basado en la sumisión de todos a la autoridad a través de la propiedad, ya que la propiedad no se puede ni obtener ni defender sin relaciones con la autoridad. Además, el sistema es corrupto y la corrupción es uno de sus mecanismos vitales. Hay corrupción a todos los niveles, por eso es tan ineficaz y tan caro. Económicamente tuvimos una buena época tras partir de muy abajo en los años noventa. Tuvimos una buena coyuntura de los precios de los hidrocarburos y en la política económica había gente muy competente, como Alexéi Kudrin (el ex ministro de Finanzas). El mismo Putin comprendía que en la economía había reglas que no dependen de él y que debemos estar integrados la economía mundial.

P.: ¿Y en política?

R.: En política, Putin piensa que el sentido de todo lo que se hace es mantener el poder y eso es todo.

P.: En el mitin del 4 de febrero, usted propuso crear comités para la reforma en todo el país, ¿en qué consisten?

R.: Me refería a crear asociaciones de ciudadanos que presenten iniciativas y debatan leyes. En San Petersburgo ya hemos comenzado este proyecto que proponemos a la sociedad. De momento queremos centrarnos en las nuevas leyes de registro de partidos y en los medios de comunicación, aunque no hay ningún debate sobre las leyes de reforma política que el presidente Dmitri Medvédev envió a la Duma.

P: ¿Está de acuerdo con quienes afirman que en Rusia ha surgido la clase media?

R: Los procesos que se están dando son muy incipientes. Todavía no se puede decir que Rusia esté embarazada de la clase media. Los mítines muestran que la gente es más activa, pero aún no se sabe que pasará. Por el momento, los que se manifiestan no quieren politizar ni dar una estructura política a su movilización. Cuando haya debate, cuando haya competencia, entonces aparecerán líderes, pero ahora sólo puede surgir gente casual. Será necesario estructurar los procesos en marcha, pero ahora no hay condiciones ni instrumentos para ello.

P.: ¿En qué medida es fuerte y peligroso el nacionalismo en Rusia?

R.: No es muy fuerte, pero sí muy peligroso y puede fortalecerse. En un país como el nuestro, el nacionalismo puede conducir muy deprisa a la desintegración y la guerra civil.

P.: ¿Intenta Putin escindir la sociedad?

R.: Sí, hubo un ambiente muy agresivo en el mitin de sus seguidores en Moscú. En su campaña, sacan a los obreros de los Urales a la calle y animan al odio social, poniéndolos a gritar contra los que llevan abrigos de visón.

P.: ¿Tiene Putin el apoyo de los obreros?

R.: No creo. Más bien tiene el apoyo de la gente no politizada. Utiliza todo tipo de enfrentamientos y cree que el pueblo está en sus manos, porque ha subido las pensiones de jubilación y han aumentado los sueldos. El intento de enfrentar a los obreros es un anticipo de que puede apretar con fuerza las tuercas para que aparezca el miedo, porque la vertical de poder (la organización jerárquica del régimen) no puede funcionar sin miedo.

P.: ¿Se da un enfrentamiento entre la nueva burguesía y la clase obrera?

R.: Yo no lo veo. Aquí aún no ha surgido la clase media. Estamos al principio de un proceso. Sin orden burgués en Rusia no surgirá la clase media, pero ya existe una demanda (de orden burgués) en la sociedad. En Rusia hay fuerzas izquierdistas, nacionalistas y demócratas que quieren un orden y un marco legal para existir. En el mitin estaban todas ellas y creo que incluso había funcionarios estatales que acudían a título personal. Putin no quiere ver todo esto y ese es su principal error. Se ha creado un decorado, un simulacro de la realidad y ha llegado a creer en él. En lugar de los nacionalistas, mantiene a Vladímir Zhirinovski; en lugar de la izquierda, a Guennadi Ziugánov y Vladímir Mirónov; y en lugar de los demócratas, se ha inventado a Mijaíl Prójorov (sus cuatro contrincantes en las elecciones del 4 de marzo). Y más allá de este simulacro, está la realidad.

P.: ¿Es necesario el diálogo con el Kremlin?

R.: Sí, se necesita diálogo, pero aún es pronto y no ha madurado. En el Kremlin no comprenden lo que pasa en la sociedad y la sociedad está en un proceso de convertirse en sujeto de diálogo. Todavía no sabemos si la sociedad está embarazada o no, pero el proceso ha comenzado, como diría Mijaíl Gorbachov. Ya veremos en primavera, después de las elecciones. Pero quiero subrayar que en el único método de lucha en Rusia en el siglo XXI es el diálogo.

P.: ¿Puede darse la violencia?

R.: Puede. Lo más probable es que tras la toma de posesión de Putin como presidente pueda haber un intento de venganza por todo lo que sucede ahora con el fin de restablecer el control, tal como el sistema lo entiende, es decir el retorno del miedo. Eso no será por mucho tiempo, aunque podría ser doloroso. Si llega ese momento, la sociedad debe estar organizada al máximo, y no solo en acciones ciudadanas amorfas, sino con algún aspecto político. Nosotros formaremos organizaciones políticas y hay que formarlas rápido. Hay que proceder a una estructuración política en un sentido amplio, porque es importante que la sociedad se convierta en un sujeto político. Se acaba la época del salchichón y comienzan los años del respeto y de la libertad y este proceso nuevo cambia los contenidos de la actividad de las distintas tendencias políticas. Las protestas de antes eran más limitadas por su género y por su forma de presentarse. La protesta actual es más amplia y aquí no podemos desmarcarnos por que nos afecta a todos y porque todos vivimos juntos en un solo país y estamos interesados en que vivir en el marco de la ley y la constitución. Debemos responder a la aparición de nuevas generaciones, nuevos deseos, nuevas necesidades, nuevas tecnologías y una nueva calidad de vida.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_