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GUERRA CIVIL EN SIRIA

Putin advierte de los "horribles" efectos de intervenir en Siria

El responsable de Exteriores advierte que la comunidad internacional "no puede predeterminar el resultado del diálogo"

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homóloga paquistanía, en Moscú.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homóloga paquistanía, en Moscú.REUTERS

Una injerencia exterior en Siria puede tener consecuencias tan “horribles” como las que ha tenido la intervención militar occidental en Libia, en opinión del jefe del Gobierno ruso, Vladímir Putin. En plena campaña para retornar a la presidencia del Estado, Putin insistió en que las partes enfrentadas en Siria deben resolver su conflicto ellas mismas de forma independiente, ya que, de lo contrario, se pueden repetir los acontecimientos que llevaron a la caída de Gadafi en Libia. Rusia condena “cualquier violencia, venga de donde venga, pero uno no se puede comportar como un elefante en una cacharrería”, sentenció el político durante una reunión con dignatarios de las confesiones religiosas de Rusia.

“Soy perfectamente consciente de cómo era el régimen de Libia y hablamos mucho de ello, pero hoy nadie enseña ni cuenta lo que sucede en Sirte y otras ciudades que apoyaban al exdirigente de Libia, Gadafi. Y allí se cometen crímenes horribles. De esto nadie habla, es como si lo hubieran olvidado por alguna razón, porque las horribles consecuencias de la injerencia exterior, sobre todo armada, también amenazan a Siria”, explicó Putin.

“Hay que dejar que la gente viva independiente su propia vida, ayudar, aconsejar, limitar algo en algún lugar, por ejemplo, para que las partes en conflicto no tengan posibilidad de usar las armas, pero no inmiscuirse”, subrayó el primer ministro. Putin se declaró preocupado por el dominio del “culto a la violencia en el mundo” en la última década. Tras agradecer a sus interlocutores que prestaran atención a ese tema, el político les advirtió que “no debemos permitir algo semejante en nuestro país”.

Los dirigentes rusos se han opuesto a las incursiones armadas occidentales, ya fuera en Yugoslavia, Irak o Libia. Como el presidente Dmitri Medvédev, Putin proyecta las “revoluciones árabes” sobre el propio territorio ruso. Con ello, quieren denunciar la intromisión exterior, pero también provocan analogías entre sus propias personas y figuras despóticas de trágico final.

La aprensión del Kremlin se extiende a eventuales nuevas revoluciones de colores en la línea de la revolución naranja en Ucrania (protestas por fraude electoral en 2004). Según el analista militar Alexandr Golts, los temores del Kremlin van “más allá de toda consideración racional” y llegan hasta la “paranoia”. “Los líderes rusos están dispuestos a combatir la peste naranja donde quiera que aparezca en el mundo. En su lógica, los norteamericanos consiguieron un cambio de régimen en Irak y Libia y ahora quieren lo mismo en Siria y están planeando otro tanto para Rusia”, afirma el analista en el diario Moscow Times.

Pero se puede ser crítico con la actitud de Moscú en el Consejo de Seguridad y, al mismo tiempo, ser también pesimista sobre la evolución política en el mundo árabe. Este es el caso del profesor Gueorgi Mirski, uno de los principales arabistas de Rusia. Mirski dice no sentir “ninguna simpatía” por “el régimen arruinado y desacreditado” de El Asad, pero afirma que “su caída significará aún más desgracias para los sirios”. “Pero qué se le va a hacer, el genio de la revolución árabe ha salido de la botella”, se lamenta, y señala que la “posición de Rusia en el mundo árabe ahora empeora”, ya que el veto ruso a la resolución de compromiso del Consejo de Seguridad de la ONU no ha gustado los islamistas que dominan en Egipto, Túnez, Libia, Marruecos y que han ganado las elecciones en Kuwait.

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Medvédev se disponía a hablar por teléfono el miércoles con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogán, para debatir sobre las formas de poner fin a la violencia en Siria. A su vuelta de Damasco, donde se entrevistó el martes con Bachar el Asad, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, anunció que el presidente sirio había aceptado dialogar con todas las fuerzas favorables a la estabilización del país, pero que se negaba a dimitir. Lavrov lamentó que la oposición armada siria se presente como una víctima inocente del régimen, dijo que la comunidad internacional “no tiene derecho” a resolver el conflicto de Siria e insistió en sentar a la mesa de negociaciones a las partes para lograr una “reconciliación nacional”. Lavrov criticó a los países occidentales y árabes que han retirado sus embajadores de Siria y consideró que estos pasos no contribuirán a estabilizar la situación.

Lavrov, quien ayer se reunió en Damasco con el presidente sirio, Bachar al Asad, insistió en la necesidad de "sentar a la mesa de negociaciones al Gobierno y a todas las fuerzas opositoras de Siria". "Los países que tienen influencia sobre los grupos opositores tienen que presionar para que se sienten a la mesa del diálogo. Cualquiera que sea el resultado del diálogo nacional, éste debe ser producto de acuerdos entre los propios sirios y aceptables para todos los sirios", recalcó el ministro.

El responsable de Exteriores aseguró que la decisión de algunos países, incluidos los del Golfo Pérsico, de retirar a sus embajadores de la capital siria no ayuda a crear condiciones para el diálogo. "No entendemos esa lógica, como no entendimos la decisión precipitada de congelar la misión de observadores de la Liga Árabe en Siria", dijo Lavrov.

China, por su parte, volvió a rechazar el martes las críticas internacionales, en un intento de calmar la ira que ha provocado en la región su rechazo a la resolución de la ONU. El portavoz de Exteriores Liu Weimin dijo que Pekín mantiene su compromiso de amistad con el mundo árabe y que está considerando desplazar a un enviado especial a Oriente Medio para “impulsar una resolución política” del conflicto. “El pueblo chino es amigo de los pueblos sirio y árabes. Siempre hemos trabajado juntos y de forma coordinada en todo tipo de problemas”, señaló, informa Reuters. “Continuaremos apoyando el papel positivo y constructivo que ha jugado la Liga Árabe”.

Liu, sin embargo, dejó bien claro que Pekín antepondrá sus propios intereses cuando dijo de forma críptica que desarrollará las relaciones con el mundo árabe “de acuerdo a los principios chinos”. “Creemos que los países árabes pueden caminar en la senda que han elegido por sí mismos y pueden tener paz, estabilidad y desarrollo con la ayuda de la comunidad internacional”.

La prensa estatal también ha entrado en defensa del veto. El Diario del Pueblo –órgano oficial del Partido Comunista Chino (PCCh)- aseguró en su edición internacional que el mundo debe acostumbrarse al nuevo papel de China en la escena internacional, en referencia a su creciente poderío económico, diplomático y militar. “La situación en Siria está empeorando, y la decisión del veto de China y Rusia ha creado una ventana de oportunidad para una solución suave al problema, que no habría que malgastar”.

Según el diario, la resolución de la ONU estaba destinada a provocar un “cambio de régimen”, lo cual es contrario a la carta de Naciones Unidas, y que por ello Pekín no podía apoyarla. China se opone tradicionalmente a interferir en los asuntos internos de otros países, en buena medida para no dar pie a que un día pueda verse en una situación parecida.

Pero el veto ha comenzado a pasar factura a Pekín. El secretario general de la Liga Árabe, Nabil Elaraby, ha dicho que Rusia y China han perdido crédito diplomático con su decisión. Varias docenas de manifestantes sirios y libios arrojaron piedras, huevos y tomates el lunes contra la embajada china en Trípoli, rompieron cristales y realizaron pintadas en los muros.

La Unión Europea, mientras tanto, ha decidido intensificar la planificación de una eventual operación de evacuación de personal diplomático y de ciudadanos comunitarios de Siria ante el empeoramiento de la situación en el país.

Según han explicado hoy fuentes comunitarias, los Veintisiete han acordado enviar un grupo de expertos a Damasco para diseñar una hipotética salida de nacionales europeos en caso de que se considere necesario y han decidido reforzar sus delegaciones en los vecinos Líbano y Jordania.

El ministro de Exteriores francés, Alain Juppé, ha declarado que "París no cree en absoluto a los compromisos asumidos por Damasco ante Moscú", mientras que el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado que está ultimando una iniciativa para unir los países occidentales y musulmanes que reclaman que Bachar el Asad ceda el poder.

Por otra parte, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha denunciado hoy la ola de terror en Siria y el uso de artillería pesada -incluyendo morteros, cohetes, tanques y helicópteros- contra la población civil.

En un comunicado, Pillay sostuvo que el fracaso del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en condenar y acordar sanciones contra el régimen sirio "parece haber avivado la disposición del Gobierno de masacrar a su propio pueblo en su objetivo de aplastar la disidencia".

Pillay reiteró que existen elementos para afirmar que en Siria se están cometiendo crímenes contra la humanidad.

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