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Sarkozy entra en campaña con la mira puesta en la inmigración

En una entrevista a 'Le Figaro', el presidente promete más seguridad y recortes de las ayudas a los parados y de los derechos de los extranjeros

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, hoy en el Elíseo a la espera del primer ministro de Líbano, Najib Mikati.
El presidente francés, Nicolás Sarkozy, hoy en el Elíseo a la espera del primer ministro de Líbano, Najib Mikati.ERIC FEFERBERG (AFP)

Con diez páginas de entrevista al suplemento del fin de semana de Le Figaro, Nicolas Sarkozy ha lanzado hoy su campaña para la reelección en las presidenciales de abril y mayo. “El momento se acerca”, dice el presidente, sin aclarar todavía la fecha exacta. Parece que el anuncio oficial será el miércoles; la UMP ha convocado para el sábado el primer gran mitin de apoyo en un parque de Marsella. En la entrevista, Sarkozy traza un balance positivo de su mandato, del que solo lamenta una cosa: “Lo mucho que nos queda por hacer y que no hemos hecho”. Y asume posiciones del ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen en seguridad, ayudas sociales y extranjería. Anuncia su intención de someter a referéndum un cambio en las ayudas a los parados y un recorte de los derechos de los extranjeros, y dice no a la eutanasia, al matrimonio homosexual y al voto de los inmigrantes legales en las elecciones locales.

En la entrevista Sarkozy plantea las líneas generales de su campaña y parece hablar directamente a la Francia silenciosa y profunda, la que desconfía de los partidos políticos, de Europa, de la izquierda. El presidente deja claro que su propósito para la campaña para la primera vuelta, que es donde se decide qué dos candidatos pasan a la segunda, intentará arañar todos los votos posibles al Frente Nacional, aunque todavía no se sabe si Le Pen podrá presentarse finalmente porque de momento no tiene las 500 firmas de alcaldes reglamentarias.

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El presidente propondrá a los franceses una campaña “sobre los valores”, y afirma que quiere escuchar “sin intermediarios” la opinión de los ciudadanos sobre la seguridad, el fraude en el desempleo y la inmigración.

El referéndum fue una herramienta política muy usada por el populista general De Gaulle, pero en la Francia moderna ha generado bastantes más enredos que soluciones, como pasó en 2005 cuando triunfó el no a la Constitución europea.

Sarkozy quiere utilizarlo para dar una vuelta de tuerca en derechos sociales e inmigración sin que el Parlamento, el Tribunal Constitucional y los sindicatos puedan bloquearla. La primera consulta tendría que ver con el paro, el principal problema del país, ya que hay casi 4,5 millones de parados en Francia y los territorios de ultramar, un récord desde 1999. Se trata de que los ciudadanos digan si se debe restringir las ayudas a los parados que se nieguen a recibir un plan de formación o una oferta laboral: “Es un cambio muy profundo, y la mejor forma de superar los obstáculos sería ir directamente al pueblo francés, si no podemos alcanzar un acuerdo con los agentes sociales”, afirma el presidente.

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El segundo referéndum versaría sobre los derechos de los extranjeros: limitar el derecho de asilo, frenar los matrimonios mixtos y hacer que sea la justicia administrativa y no la penal la que se ocupe de la inmigración para agilizar y facilitar las expulsiones de los sin papeles. Es decir, una justicia especial y diferente para los extranjeros y nacionales. Esta propuesta ya ha sido manejada por la derecha en el pasado, pero se abortó porque requiere una reforma constitucional. Los expertos no tienen claro que una consulta popular pueda superar ese obstáculo legal.

Desde el lema de 2007 “trabajar más para ganar más” y su promesa de refundar el capitalismo en 2008, ha llovido mucho. Pero Sarkozy sigue defendiendo sus reformas laborales, porque han dado, dice, “flexibilidad al sistema”. Además, como todos los candidatos, promete seguir luchando contra el sistema financiero. “Cuando veo lo que algunos financieros han hecho con la libertad, libertad para hacer más dinero, más rápidamente y sin límites, me convenzo más de los peligros de una sociedad sin reglas, sin control ni regulación”, concluye.

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