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RODRIGO ESCOBAR| VICEPRESIDENTE DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DDHH

"Las prisiones latinoamericanas son deplorables, de México a Argentina"

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos critica el abandono de las cárceles El alto funcionario acusa al Ejecutivo hondureño de "omitir" ordenes para prevenir lo sucedido

Rodrigo Escobar, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Rodrigo Escobar, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La catástrofe de la prisión hondureña de Comayagua, en donde ayer murieron más de 350 reclusos atrapados en un incendio, es la cima de los horrores causados por las malas condiciones de las cárceles latinoamericanas. Un problema que se extiende por el continente de norte a sur. "Las prisiones son deplorables, desde México hasta Argentina", afirmó este miércoles, horas después del mortal incendio, a este periódico Rodrigo Escobar, vicepresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

En el caso de Honduras, además, parece que no hay atrocidad que haga recapacitar al poder público. En el año 2004 hubo una catástrofe similar. Murieron quemados 107 reos en un incendio en el presidio de San Pedro Sula, segunda ciudad del país. El suceso fue atribuido a fallos estructurales de la prisión.La Comisión hizo una investigación y concluyó que los internos se habían abrasado sin que los funcionarios de la prisión tratasen de auxiliarlos. "La guardia no les abrió las puertas", dice Escobar. "Los presos tuvieron que tumbar las puertas, y, cuando lo lograron, más de la mitad ya se habían calcinado".

La Comisión denunció a Honduras en marzo de 2011 ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y le exigió a su gobierno que crease y cumpliese un protocolo de seguridad para poder hacer frente a estas situaciones. La historia, sin embargo, se repitió antes de que llegase el día de la primera audiencia pública por el caso, fijada para el próximo 28 de febrero. Ayer, los supervivientes del incendio de Comayagua relataban cómo las puertas, de nuevo, se quedaron cerradas mientras el fuego cercaba a los internos. "Nadie abrió los portones, nos cansamos de gritar; tuvimos que saltar nosotros", dijo un preso, según cita la agencia EFE.

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Rodrigo Escobar explica que en las cárceles hondureñas los funcionarios no dejan salir a los presos, aún en casos de extrema urgencia, para evitar que se fuguen. Y las posibilidades de incendios, añade, son muy altas, dado que las instalaciones eléctricas de las prisiones de este país centroamericano son "obsoletas".

Escobar asegura que en Honduras, los reos, por norma general, se conectan en masa a la red eléctrica para hacer funcionar sus televisores o sus radios o cualquier otro aparato. "Puede haber 180 presos conectados con permiso de los funcionarios o clandestinamente, cada uno con su electrodoméstico, en un pabellón preparado para 80", detalla el vicepresidente de la Comisión, que también es el principal encargado de vigilar las cuestiones penitenciarias en este órgano de la OEA.

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"Esto es responsabilidad del Estado"

La tragedia de Comayagua, sumada a la de 2004 en San Pedro Sula y a las advertencias de la Comisión a Honduras, sitúa al Gobierno de este país, liderado por Porfirio Lobo, en una situación muy delicada ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. "Lo que ha ocurrido es responsabilidad de Estado", denuncia Escobar, que precisa que las indicaciones de su órgano a los países miembros de la OEA, cuando son precisas y referidas a hechos concretos, son órdenes "vinculantes" y no meras recomendaciones.

Escobar no quiso avanzar si puede haber una sanción a Honduras, ni de qué tipo puede ser, pero dejó claro que, para su organización, lo ocurrido ayer no es un accidente, sino una tragedia motivada por una "clara omisión del Estado", una "tragedia anunciada", una consecuencia de un problema estructural. "No es solamente algo que ha pasado en una cárcel. Es resultado de un sistema penitenciario en el que se permite el hacinamiento, un sistema corrupto con unas prisiones en las que la violencia está generalizada".

Otro caso dramático en este país ocurrió también en la cárcel de San Pedro Sula, un año antes del incendio de 2004. El 5 de abril de 2003, unos 66 reclusos y tres mujeres, incluida una menor de edad, que visitaban familiares en la prisión de El Porvenir, cercana a la ciudad de La Ceiba, murieron en una matanza que se produjo entre reos miembros de las pandillas de delincuentes y otros presos comunes..

El vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos advierte de que Honduras -donde algunas prisiones superan el 70% de sobrepoblación- no es un punto negro aislado en el sistema penitenciario latinoamericano. A su juicio, es un fallo sistemático muy extendido. "Ningún país puede pregonar que se encuentra en buena situación. Cada uno tiene sus particularidades, pero hay un común denominador: sobrepoblación, abuso de la detención preventiva, falta de atención médica, insuficiente alimentación, ausencia de políticas de rehabilitación y de reinserción...".

Según Escobar, Honduras, El Salvador y Venezuela tienen “las peores condiciones, sobre todo por la violencia y la corrupción que se vive en el interior de las cárceles. El poder de facto en las prisiones venezolanas", detalla, "lo ejercen los propios reos”. También subraya el problema de Argentina, donde, según afirma, "los menores de edad son tratados como los adultos y, aún teniendo 16 o 17 años, son condenado a penas larguísimas de prisión, tan excesivas que es como si los condenasen a cadena perpetua".

Por otro lado, Amnistía Internacional hizo ayer un llamamiento al Gobierno de Tegucigalpa para que investigue el incendio de Comayagua y tome "medidas urgentes que demuestren que se han aprendido lecciones cruciales y que mejoran las condiciones penitenciarias, para que esta tragedia no vuelva a ocurrir”.

El vicepresidente de la Comisión Interamericana lamenta, sin embargo, lo lejos que están los Gobiernos de remediar el drama: "Para evitar este tipo de situaciones es necesario un protocolo de emergencias, que en América Latina a menudo son deficientes o ni siquiera existen”.

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