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Un grupo de expatriados iraníes se mueven a una base de EE UU en Irak

Los desplazados forman parte de una organización contraria al régimen de Teherán Otros 3.000 miembros permanecen en su antiguo campo base, también en territorio iraquí

Fuerzas especiales iraquí vigilan el Camp Ashraf, asentamiento de los milicianos iranies exiliados, en la provincia de Diyala (Irak).
Fuerzas especiales iraquí vigilan el Camp Ashraf, asentamiento de los milicianos iranies exiliados, en la provincia de Diyala (Irak).AFP

Unos 400 expatriados iraníes llegaron el sábado a un nuevo campamento cerca de Bagdad (capital de Irak) después de dejar el campo de Ashraf, también en territorio iraquí. Se trata de un grupo unido de miembros de la oposición al régimen de Irán que se habían establecido desde hace décadas en el lugar que ahora abandonan, según explicó un asesor jurídico a la agencia France Press. Próximamente harán el mismo desplazamiento en torno a 3.000 miembros más del grupo, que permanecen en Ashraf.

La medida es parte de un acuerdo del 25 de diciembre entre la ONU e Irak que se alcanzó después de complicadas conversaciones, dado que el grupo, denominado Muyahidin-e Jalq, o Combatientes del Pueblo, es de una naturaleza compleja. No sólo Irán sino también EE UU y algunos países europeos lo consideran terrorista. El desplazamiento de ayer supone, según France Press, un primer paso para sacarlos de Irak.

Los Combatientes del Pueblo son el principal grupo de oposición armada al régimen teocrático de Irán. Cuando los norteamericanos invadieron Irak en 2003 se limitaron a desarmarles y les otorgaron el estatuto de "personas protegidas bajo la Convención de Ginebra". Dicha medida convenció a los mandatarios iraníes de que Washington les reservaba un papel en un eventual ataque contra su país.

Sin embargo, en 2009, EE UU entregó Camp Ashraf al Gobierno iraquí, que considera a sus residentes una amenaza para la seguridad. El recinto, que se encuentra a apenas un centenar de kilómetros de la frontera iraní y tiene una superficie de 32 kilómetros cuadrados, se ha convertido en una obsesión para Teherán y en un riesgo para Irak que, sin la protección americana, podría ser objeto de una incursión iraní en cualquier momento.

Las autoridades iraquíes, que comparten la sensibilidad de Teherán respecto a los ocupantes de Ashraf, han ido presionándoles en la esperanza de incentivar que se fueran. Pero su fuerte ideologización ha provocado la reacción contraria. Sendos intentos de desalojo en 2009 y en abril de este año dejaron un total 47 muertos y decenas de heridos, despertando el clamor de las organizaciones de derechos humanos.

Amnistía Internacional ha llegado a reconocer que el Gobierno iraquí acosaba a los habitantes del campamento para intentar que se fuesen, y había advertido del riesgo de que fueran devueltos por la fuerza a su país. Ahora, con el traslado al campo estadounidense -conocido como Camp Liberty- se inicia una nueva etapa del complejo caso de este grupo de expatriados.

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