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Las protestas fuerzan Alemania a abandonar una base en Afganistán

Doce muertos en Afganistán en el cuarto día de disturbios tras la quema de Coranes por soldados de Estados Unidos

Manifestantes ante la Embajada de EEUU en Kuala Lumpur, Malasia, este viernes.
Manifestantes ante la Embajada de EEUU en Kuala Lumpur, Malasia, este viernes.MOHD RASFAN (AFP)

Miles de afganos enfebrecidos por la quema a principios de semana de ejemplares del Corán por soldados de Estados Unidos en la base de Bagram han convertido hoy viernes, el día sagrado de la fe islámica, en una jornada de protestas y muerte por todo el país. Al menos doce personas han perdido la vida, siete de ellas en la relativamente tranquila provincia occidental de Herat. La inseguridad ha llevado a una dotación de soldados alemanes de la fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) a abandonar una base para buscar refugio en el gran acuartelamiento de Kunduz y evitar males mayores. Mientras, en Kabul, los occidentales viven encerrados en sus residencias con vigilancia reforzada y las embajadas han redoblado sus medidas de protección.

En un momento de la jornada, cientos de personas han marchado hasta el palacio presidencial, en el centro de Kabul, lanzando gritos contra Estados Unidos y contra el presidente Hamid Karzai, considerado una marioneta de Washington por la propaganda de los talibanes. De hecho, los talibanes han convertido el de hoy en un día de autoafirmación: en otra parte de la ciudad, los manifestantes marchaban con la bandera blanca talibán. La policía ha hablado de dos muertos en la capital, donde los soldados dispararon repetidamente al aire para disolver las protestas. Desde el aire, helicópteros vigilaban la situación.

En la fortificada Kabul, con calles poco transitadas y con los múltiples cuerpos y compañías privadas de seguridad en máxima alerta, los incidentes han sido menos dramáticos que en la provincia de Herat, fronteriza con Irán, donde ha habido al menos siete muertos y decenas de heridos. Allí, las fuerzas de seguridad locales han hecho frente a una marcha dirigida hacia el consulado de Estados Unidos en Herat. “Ha sido muy violento. Algunos de los manifestantes intentaron hacerse con las armas de los policías”. Hubo disparos”, ha declarado a la agencia France Presse una fuente policial.

 Los habitantes de Herat han podido escuchar cómo desde Irán un conocido mulá negaba que las excusas presentadas el día anterior por el presidente Barack Obama fueran auténticas. “El mundo debería saber que Estados Unidos está contra el islam”, ha arengado a la audiencia. La quema de un número indeterminado de Coranes “no fue un error. Fue intencionada. Se hizo a propósito”.

La base avanzada alemana de Talokan, en el norte del país, concitó ayer protestas y el pequeño contingentes de apenas 50 soldados se replegó con armas y bagajes a su gran base regional de Kunduz, desde donde se dirige el despliegue de los alrededor de 4.700 soldados germanos en Afganistán (el tercer contingente en número, tras los 90.000 de Estados Unidos y los 9.500 británicos).

 Con los muertos de hoy son ya al menos 24 las víctimas mortales de cuatro días de disturbios, incluidos dos soldados de Estados Unidos abatidos por otro militar afgano. Ese ataque de ayer se produjo al tiempo que los talibanes ordenaban a los jóvenes que se han enrolado en las fuerzas de seguridad afganas (Ejército y policía) que enmendaran su error y atacaran a los soldados de ISAF.

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 Está por ver el caso que a tal llamamiento harán los 300.000 soldados y policías que forma y tutela ISAF con vistas a crear unas fuerzas de seguridad afganas capaces de garantizar la seguridad del país cuando las tropas occidentales se retiren a finales de 2014. Pero la consigna abre un boquete en la línea de flotación de la estrategia de ISAF, basada en la confianza mutua entre soldados occidentales y afganos.

 Contra la furia de estos días por la profanación del Corán no han podido nada los llamamientos a la calma realizados por una comisión gubernamental, con fuerte componente religiosa, que está investigando el incidente de Bagram. El propio general John Allen, jefe de ISAF, ha dicho en comunicado que “trabajar junto con los responsables afganos es la única manera de corregir este grave error y garantizar que no volverá a repetirse”.

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