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Sarkozy cae en los sondeos tras una semana catastrófica

Hollande aventaja al presidente con la promesa de una 'megatasa' a las grandes fortunas

Sarkozy recibe, el viernes, a los periodistas recién llegados de Siria.
Sarkozy recibe, el viernes, a los periodistas recién llegados de Siria.JACQUES DEMARTHON (AFP)

Semana horrible para Nicolas Sarkozy. Su reelección en las presidenciales del 22 de abril y el 6 de mayo parece cada vez más difícil. Tras ser abucheado en la calle, cometer varios errores de bulto y adoptar el papel de víctima, en Francia se elucubra ya con un eventual exilio dorado del presidente a Bruselas. El viernes, tras el último Consejo Europeo de su mandato, Sarkozy se vio obligado a desmentir en público que esté sopesando optar a un cargo en la UE. “La única forma de que sigáis escuchándome es que me reelijáis”, afirmó ante la prensa con un punto de sarcasmo.

Mientras Sarkozy hablaba, los principales líderes europeos pactaban una alianza contra el candidato socialista, François Hollande, según una información del semanario alemán Der Spiegel adelantada anoche y que se publicará el lunes. La canciller alemana, Angela Merkel, y sus homólogos conservadores de España, Italia y Reino Unido llegaron a un acuerdo "confidencial" para no recibir al favorito en los sondeos. El premier británico, David Cameron, también se unió, aunque el motivo del boicoteo no es solo la mayor simpatía de los cuatro líderes por Nicolas Sarkozy, sino también la postura de Hollande ante el pacto fiscal. Los dirigentes conservadores estarían escandalizados –según la revista- porque Hollande quiere renegociar el acuerdo.

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 Pero en Francia Hollande, el candidato de goma, sigue esquivando todos los ataques de la derecha y colocando efectistas (y efectivos) ganchos de izquierda. Sarkozy encara el decisivo mes de marzo en neta desventaja: pierde un punto y baja al 25,5% de intención de voto en el primer turno frente al 29% de Hollande, aupado por su promesa de aplicar un megaimpuesto a las rentas superiores al millón de euros. En la segunda vuelta no habría ni emoción: 57% contra 43%.

El desagradable incidente de Bayona, donde Sarkozy fue silbado e increpado por centenares de simpatizantes abertzales, manifestó el caos que rodea a la campaña de un presidente candidato que mezcla con poco acierto los dos roles. Apoyándose en su equipo del Elíseo mucho más que en el partido, nadie pareció prever que la visita al País Vasco francés era una trampa para osos. Visiblemente irritado por el recibimiento, Sarkozy culpó a Hollande de la protesta abertzale acusándole de “haber calentado los ánimos de sus bases al anunciar la depuración de todos los magistrados, funcionarios y embajadores que no piensan como él”. Luego voló a Bruselas y redobló la dosis: “Los socialistas se han asociado con la gente de ETA para realizar manifestaciones violentas”.

Si alguien tenía dudas sobre la capacidad de Hollande para fajarse en el barro electoral, han quedado despejadas
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 Hollande prefirió, como suele, no entrar al trapo: “No participo en la subasta verbal, en ese exceso. El presidente saliente deja un quinquenio lleno de excesos y no debería hacer una campaña excesiva”.

 Sarkozy confiaba en imponer su ritmo con un discurso sobre educación en el que prometió 500 euros mensuales más a los profesores que pasen más tiempo en los colegios. Pero se vio superado por el anuncio de Hollande de gravar a las grandes fortunas con una tasa del 75% sobre los ingresos que superen el millón de euros. La promesa tiene un claro cariz demagógico, pero marca las diferencias ideológicas entre los aspirantes y afianza al otrora líder de la izquierda blanda como el campeón de la izquierda más enérgica de Europa. ¿Campaña en verso y gobierno en prosa? Probablemente, pero si alguien tenía dudas sobre la capacidad de Hollande para fajarse en el barro electoral, han quedado despejadas.

 A 48 días del voto, los consejeros del Elíseo no ocultan su consternación por el rumbo que ha tomado la campaña. Uno de ellos ha dicho a Le Monde: “Ha sido una semana catastrófica. Sarkozy vuelve a la casilla de salida. Para el PS es una bendición que caigamos en el síndrome del guerrero herido”.

Las penurias no acaban ahí. El martes Sarkozy cometió un error de neófito al afirmar que la periodista Edith Bouvier había sido evacuada desde Homs a Líbano. No era cierto y tuvo que retractarse y pedir excusas. El viernes, mandó el avión presidencial a Beirut y recibió a pie de pista a Bouvier y a su compañero Daniel Williams. Pero la secuencia deja la sensación de que Sarkozy trata desesperadamente de rentabilizar cualquier cosa a cualquier precio.

 Para rematar la semana, el Constitucional tumbó la ley del genocidio armenio, que había indignado a Turquía y fue aprobada a toda prisa para contentar a la nutrida colonia de paisanos de Charles Aznavour; la portavoz de Sarkozy, Nathalie Kosciusko-Morizet, afirmó que el billete de metro cuesta 4 euros cuando vale 1,70, y Claude Guéant, el inefable ministro del Interior, calificó al Frente Nacional como un partido “nacionalista y socialista”. Ayer, Sarkozy superó a todos en un mitin en Burdeos con un nuevo discurso de tintes ultras coronado por la frase “la inmigración puede ser un problema”.

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