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'Halcón' a la fuerza

Al asegurar que EE UU hará uso de “todos los medios del poder norteamericano, incluido el militar” para impedir que Irán tenga armas nucleares, Obama está amenazando abiertamente con una guerra

A. C.
Barack Obama y Benjamin Netanyahu, en Washington.
Barack Obama y Benjamin Netanyahu, en Washington.AMOS BEN GERSHOM (EFE)

A ocho meses de las elecciones, la crisis con Irán y la presencia en Washington del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le han dado a Barack Obama la oportunidad de ofrecer su perfil de halcón en política exterior.

No es que siempre haya actuado como paloma. No le tembló el pulso para ordenar el asalto a la residencia de Osama bin Laden, y los bombardeos de los aviones sin tripulación (drones) han crecido de forma exponencial durante su presidencia. Pero su fama siempre ha sido la de un hombre prudente en el recurso a la fuerza, sobre todo en comparación con su antecesor, y sus preferencias han sido habitualmente el uso de la diplomacia y la creación de consenso internacional.

No descarta esas opciones esta vez, pero Obama ha diseñado con Irán una estrategia que puede conducirle a la guerra. Al asegurar que el acceso de Irán a las armas nucleares representa “una amenaza para los intereses de la seguridad de Estados Unidos” y que su Gobierno hará uso de “todos los medios del poder norteamericano, incluido el militar” para impedirlo, Obama está amenazando abiertamente con una guerra. Y una guerra no muy lejana, si se analizan los últimos informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica sobre los progresos hechos por los técnicos iraníes para la aplicación bélica de su programa nuclear.

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Esta posición reduce considerablemente la vulnerabilidad de Obama a los ataques de sus rivales republicanos durante la campaña electoral y le otorga a su política exterior suficientes credenciales de firmeza. Quizá no haya otras opciones respecto a Irán. El régimen de los ayatolás lleva tiempo ignorando los deseos de la comunidad internacional y burlando la vigilancia de los inspectores de la ONU. Sus intenciones respecto al programa nuclear despiertan cada día más sospechas. Todo indica que, lo quiera o no, Obama se va a ver pronto ante un conflicto monumental.

De cómo lo resuelva puede depender el juicio con el que Obama pase a la historia. Su propósito todavía, de acuerdo a sus últimas declaraciones, sigue siendo el de intentar un arreglo pacífico. Pero este es un asunto en el que están en juego muchas otras circunstancias estratégicas y coyunturales, desde las relaciones con Israel hasta las elecciones de noviembre, sin ignorar la responsabilidad personal de Obama, que no querrá ser el presidente bajo cuyo mandato Irán adquirió la bomba atómica. Casi todas esas circunstancias aconsejan en este momento mostrar el rostro del halcón.

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