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La izquierda salvadoreña afronta sus primeros comicios desde el Gobierno

FMLN y Arena intentan mantener su poder en el Parlamento y las alcaldías

Simpatizantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), participan en el cierre de campaña de su partido el miércoles en San Salvador.
Simpatizantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), participan en el cierre de campaña de su partido el miércoles en San Salvador.Luis Galdamez (EFE)

Las elecciones para diputados y alcaldes del domingo en El Salvador serán otra lid simbólica entre la derecha e izquierda, antagónicas históricamente. Las dos fuerzas principales, la opositora Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y la izquierda oficialista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), batallarán para mantener sus cuotas de poder, bastante parejas, y que acaparan desde hace dos décadas.

Los comicios serán para renovar a los 84 diputados a un Parlamento unicameral y a 262 alcaldes y sus consejos municipales. El FMLN y Arena se reparten en la actualidad dos tercios de ambos poderes. La meta de ambos, según se constató en la campaña electoral, es mantener lo que tienen y tratar de incrementar lo que se pueda arrebatándose cuotas mutuamente y a los pequeños partidos. Son nueve los partidos contrincantes, de los cuales cinco probablemente no sobrevivan, porque no se prevé que consigan un diputado ni los 50.000 votos para mantener la formación.

Medardo González, máximo líder del FMLN, dijo a EL PAÍS que su partido ha hecho un gran esfuerzo para que “el pueblo nos dé la mayoría de diputados. Necesitamos al menos 43 para poder aprobar leyes en beneficio de la población en general, pero, sobre todo, de los pobres”. El FMLN cuenta actualmente con la bancada mayor, con 35 diputados. Pero las fuerzas de derecha lo rebasan a la hora de buscar mayorías.

Analistas locales e internacionales afirman que estas elecciones serían una especie de referéndum al Gobierno de Mauricio Funes, quien llegó al poder en 2009 impulsado por el FMLN y se convirtió en el primer izquierdista que gobierna en El Salvador.

No obstante, el director de la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde), Roberto Rubio, apuntó que “habrá algo de referendum, pero no tanto, porque no son elecciones presidenciales. Es muy probable que algún caudal de votos pase a la derecha de los frustrados con el Gobierno. Pero creo que la gente medirá mucho a su Gobierno local”.

En las elecciones podrán participar 4,6 millones de ciudadanos inscritos, de una población estimada en 5,7 millones de habitantes. El magistrado del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Eduardo Urquilla, explicó que por una mayor implementación del voto residencial y por la nueva forma de votar —por formaciones y por personas, en el caso de diputados— se estima que la participación sobrepase el 60%. En anteriores elecciones el abstencionismo ha rondado el 50%.

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Por su parte, Arena espera un holgado triunfo en la capital, San Salvador, con su actual alcalde Norman Quijano. Las encuestas siempre le han atribuído el triunfo frente al diputado del FMLN Jorge Schafik Handal, hijo del histórico líder del FMLN, Schafik Handal, fallecido en 2006. Handal nunca logró remontar por encima de Quijano, un beligerante médico anticomunista de viejo cuño.

De cumplirse el pronóstico de las encuestas, que prevén un triunfo de Arena sobre el FMLN, quedaría establecida una franca mejoría de la derecha tras su fracaso presidencial en 2009, cuando no solo entregó el poder a la izquierda, sino que sufrió una significativa fractura en sus monolíticas filas. “Vamos a ganar más diputados que el FMLN y más alcaldías”, dijo esperanzado el empresario Jorge Velado, vicepresidente de Arena.

A los comicios asistirán unos 2.500 observadores, entre nacionales y extranjeros, mientras que 2.000 periodistas cubrirán el evento. Además, 29.000 policías, soldados y miembros de la defensa civil guardarán el orden y la seguridad pública, en el segundo país más violento del mundo, con una tasa de homicidios de más de 70 por cada 100.000 habitantes, más alta que la de Irak y Afganistán, según Naciones Unidas.

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