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Rusia descarta revisar su colaboración militar con Siria

Moscú es un importante suministrador de armamento para el régimen de Damasco

Pilar Bonet
El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en la ONU, el pasado lunes.
El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en la ONU, el pasado lunes. LUCAS JACKSON (REUTERS)

Rusia tiene una “buena y firme” colaboración técnico-militar con Siria y “no existe hoy ninguna base para revisarla”, según ha dicho este martes el viceministro de Defensa ruso, Anatoli Antónov. Antónov ha desmentido que hubiera tropas especiales rusas en Siria, pero ha admitido, en cambio, que sí hay especialistas técnicos militares de su país, encargados del adiestramiento en el uso del equipo bélico vendido por Moscú, según la agencia Ria-Novosti. 

Rusia es un importante suministrador de armamento para el régimen de Damasco como lo fue también para Libia y otros países árabes que han experimentado turbulentos cambios de régimen. “Para nosotros es muy importante que los gobiernos de estos Estados tengan una actitud amistosa hacia la Federación Rusa y confiamos en que la colaboración militar no solo no se interrumpa, sino que siga desarrollándose. Nosotros por lo menos estamos dispuestos a ello”, ha sentenciado Antónov. El alto funcionario ha reiterado que Rusia cumple con todas sus obligaciones internacionales sobre venta de armas. Las exportaciones a Libia son “legítimas”, pero el contrato de suministro de complejos de misiles tierra-aire S-300 a Irán fue rescindido, en virtud de un decreto del presidente Dmitri Medvédev, que respondía así a las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

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El pasado sábado, en El Cairo, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y representantes de la Liga Árabe acordaron establecer cinco principios de regulación de la crisis en Siria: el fin de la violencia, un mecanismo de observación de alto el fuego, el rechazo a la injerencia exterior, el libre acceso a la ayuda humanitaria y el apoyo a la misión de la ONU y de la Liga Árabe.

Elste martes, en Moscú, Lavrov se ha mostrado sorprendido de las declaraciones del ministro de Exteriores de Catar, que se ha pronunciado a favor de una solución militar para Siria, y ha manifestado que las palabras del catarí contradicen los principios pacíficos de regulación concertados en El Cairo.

Tras su visita a la capital egipcia, Lavrov participó el lunes en Nueva York en una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU dedicada a Siria. Este martes, el jefe de la diplomacia rusa ha trasmitido la impresión de que sus interlocutores internacionales son receptivos a los argumentos de Moscú en las conversaciones a puerta cerrada y que sus posiciones en privado son más prácticas y matizadas que sus declaraciones públicas.

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Rusia teme que las armas suministradas a los insurgentes sirios “pueden ir a parar a manos de la organización terrorista Al Qaeda”, según ha dicho el ministro. Las armas destinadas al Ejército Libre de Siria pasan por el territorio de los países vecinos y esto no solo es en el caso de “armas ligeras” sino también de “cosas más serias”, ha señalado. El jefe de la diplomacia rusa ha advertido que “de acuerdo con las resoluciones de Consejo de Seguridad todos los Estados miembros de la ONU están obligados a impedir no solo los suministros de armas, sino también cualquier relación con Al Qaeda”. Lavrov ha dicho tener grandes esperanzas en la misión de Kofi Annan en Siria y ha explicado que el mecanismo de seguimiento para poner en marcha un régimen de alto el fuego propuesto por Rusia se debate en el secretariado de la ONU y con los principales miembros del Consejo de Seguridad. En Siria “no basta con el alto el fuego de las tropas del gobierno”, sino que debe haber un alto el fuego simultáneo”, ha opinado. “La retirada unilateral de las tropas del Gobierno es absolutamente irreal y las autoridades sirias no lo aceptarán, lo queramos o no”, ha dicho.

Por su parte Alexéi Makarkin, vicepresidente Centro de Tecnologías Políticas, citado por la agencia Ria-Novosti, no excluye que sobre la base de los cinco puntos elaborados en El Cairo se pueda elaborar una resolución de la ONU. Según Makarkin, “da la impresión de que queremos cada vez menos salvar al régimen de El Asad, porque vemos que es prácticamente imposible. Y tenemos que mantener las relaciones con los árabes, así que cuando apareció una posibilidad relacionada con el rechazo (...) a la injerencia exterior, intentamos aprovecharla”.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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