_
_
_
_
_

La ONU alienta la mediación en Siria

El Consejo de Seguridad respalda la misión de paz emprendida por Kofi Annan Rusia apoya el texto de la declaración, que ha sido aligerado y no es vinculante

Antonio Caño
Vista del Consejo de Seguridad de la ONU
Vista del Consejo de Seguridad de la ONUJC McIlwaine (EFE)

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha aprobado, con el voto favorable de Rusia, una declaración que respalda la misión de paz de Kofi Annan en Siria y muestra una insólita imagen de unidad de la comunidad internacional frente a la represión ejercida por el Gobierno de ese país. Aunque el texto aprobado no tiene el valor de obligado cumplimiento que corresponde a una resolución, los países occidentales lo consideran un avance con respecto a otras iniciativas que habían sido bloqueadas antes por Rusia y China.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, ha recibido la declaración como “un paso positivo” que sirve para advertir al régimen de Bachar el Asad de que se enfrenta al aislamiento si persiste en su conducta represiva. Pese a que el texto no es vinculante y tiene un carácter esencialmente simbólico por tratarse de una “declaración del presidente”, puede servir para robustecer la labor de Annan, que se ha estrellado hasta ahora con la intransigencia de Damasco.

La declaración, que ha tenido que ser varias veces aligerada para conseguir el apoyo de Moscú, no incluye ninguna amenaza específica a El Asad en el caso de que se niegue de nuevo a atender las peticiones del enviado de la ONU. Incluso una referencia a que este documento podría ser seguido de “acciones posteriores”, fue sustituida por una alusión más vaga a “pasos posteriores”, ante las protestas de Rusia de que la palabra acciones pudiera interpretarse como sanciones o cualquier otra represalia contra Siria.

Aún así, la aprobación de este texto, con todas sus limitaciones, representa un ligero cambio de la posición de Rusia, cuyo Gobierno parece hoy más sensible a la conmoción de la comunidad internacional por unos acontecimientos en los que han muerto ya, según cálculos de la ONU, más de 8.000 personas. El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, reconoció el martes que las autoridades sirias habían cometido “muchos errores” desde el comienzo de esta crisis, hace ya más de un año. Diplomáticos occidentales advierten, no obstante, que aún estamos lejos de que el Gobierno ruso, con fuertes intereses económicos y estratégicos en Siria, permita una reacción más contundente del Consejo de Seguridad.

Ese organismo evita, sin embargo, la lastimosa sensación de impotencia que había ofrecido hasta ahora con esta declaración en la que, al menos, se envía al régimen sirio el mensaje de que el mundo no está indiferente ante los sucesos dramáticos que se desarrollan a diario, y que el tiempo puede correr en su contra. Las imágenes de tanques y artillería disparando contra la población civil en las ciudades sirias han causado horror generalizado desde hace varios meses.

A la angustia por la situación humanitaria, se ha sumado en las últimas semanas la presión por el desenlace político que pueda tomar una crisis de enorme repercusión regional. Los recientes atentados terroristas en Damasco y la creciente presencia de elementos armados entre los rebeldes han agudizado el temor de que la situación degenere hacia una guerra civil de incalculables consecuencias.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

La revuelta en Siria, país que tiene fronteras con otros tan vulnerables como Irak, Israel y Líbano, está cruzada por tensiones étnicas y religiosas que podrían acabar prendiendo la mecha de un conflicto de mayor magnitud. La desesperación del régimen de Asad, acelerado por el riesgo creciente de acabar ante un tribunal internacional, puede ayudar, además, a precipitar los acontecimientos.

La misión de Annan es un modestísimo esfuerzo de la comunidad internacional por anticiparse a esos peligros. El último viaje del exsecretario general de la ONU a Damasco no obtuvo resultado alguno. El régimen no encuentra gran motivación para aceptar conversaciones de paz, y los rebeldes tienen buenos motivos para sospechar de un Gobierno que los persigue cruelmente. Hay que esperar para comprobar si, respaldado por la declaración firmada ayer, Annan tiene esta vez algo mejor que ofrecer a los dos bandos. Pero no parece probable que, mientras Rusia mantenga su apoyo al régimen, Asad entienda verdaderamente que ha llegado su final.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_