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Hollande se desinfla en los sondeos

Sarkozy rentabiliza los atentados de Toulouse y el avance del Frente de Izquierda y se coloca en cabeza a tres semanas de la primera vuelta

François Hollande, durante un acto de campaña en Niza.
François Hollande, durante un acto de campaña en Niza.Christophe Ena (AP)

Cinco sondeos diferentes colocan ya en cabeza para el primer turno de las presidenciales francesas (22 de abril) a Nicolas Sarkozy. Sin necesidad de presentar un programa electoral, el presidente ha explotado su imagen de estadista autoritario durante los atentados de Toulouse y rentabiliza su insistencia en hablar de los temas de seguridad e inmigración. Sarkozy se mueve ya en un 30% de intención de voto, similar al que alcanzó en 2007 (31%), pero François Hollande sigue siendo el favorito para el segundo turno del 6 de mayo. El aspirante socialista paga el avance de Jean-Luc Mélenchon, el candidato del Frente de Izquierda, que se acerca al 13% y relega a Hollande a una cota del 26%, parecida a la que tenía en 2011.

Las casas de sondeos CSA, Sofres, Ifop, Opinion Way y Harris Interactive coinciden en poner por delante a Sarkozy, aunque Ipsos, BVA y LH2 todavía sitúan a Hollande en cabeza para la primera vuelta pero con una mínima ventaja sobre el presidente. Todas las estimaciones para el segundo turno siguen siendo favorables a Hollande, pero van estrechándose, lo cual parece anticipar que la votación decisiva se acercaría al escenario que manejan Sarkozy y sus asesores: un resultado muy ajustado, quizá resuelto en la línea de meta.

La estrategia del presidente saliente desde que se declaró candidato ha cambiado poco y se ha adaptado en todo momento a la actualidad. Usando un tono duro y emocional, Sarkozy insiste en los temas de exclusiva competencia estatal –lo que se llama en Francia las “regalías”- para intentar hacer olvidar los resultados económicos de su mandato. Seguridad, fronteras, inmigración y justicia copan sus mítines, y a raíz de los atentados de Toulouse y Montauban, Sarkozy ha mezclado hábilmente su doble cara de aspirante y líder en ejercicio para erigirse en el presidente protector y en el candidato que promete mano dura contra la inmigración y el islamismo radical, confundiendo ambas cosas sin el menor rubor.

El miércoles, en un barrio conflictivo de Élancourt, el presidente-candidato prometió de nuevo reducir la inmigración legal “a la mitad”, reformar la Europa-colador de Schengen e imponer un estricto respeto de la laicidad: “No podemos acoger a todo el mundo, el bolsillo de los franceses no es inagotable”, afirmó, antes de atacar al padre de Mohamed Merah, que había anunciado que demandará a los cuerpos especiales de la policía, RAID, por haber matado a su hijo.

La psicosis creada por la tragedia terrorista alimenta el debate sin matices, y esto reduce el margen de maniobra de la oposición socialista. Poner en cuestión la actuación de los servicios secretos u oponerse con las armas de la razón a las propuestas en caliente del propio Sarkozy puede parecer antifrancés, y la derecha no tarda en devolver las críticas a los socialistas acusándoles de ser “blandos”.

Mientras tanto, el presidente controla la escena mediática con promesas de reformar el código penal para reprimir la consulta de páginas de Internet que hagan apología del terrorismo, aplicar las penas de forma más estricta o conceder más derechos a las víctimas. Y su ministro del Interior, Claude Guéant prepara ya cuidadosamente, según dice hoy Le Figaro, algunas expulsiones de islamistas radicales que sirvan para dar ejemplo de rigor.

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El monopolio de la seguridad y la identificación delincuencia-inmigración tiene otra ventaja para Sarkozy: despoja a Marine Le Pen de su tema favorito, y los sondeos revelan que sin él la presidenta del Frente Nacional tiene poco campo de mejora. Las últimas encuestas sitúan a la ultraderecha en el 15%, levemente por delante del Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, que sigue avanzando y se sitúa en un 12,5% de intención de voto que ayuda a explicar el retroceso de Hollande.

Como subraya hoy Sarkozy en una entrevista a Paris Match: “La dinámica está de nuestro lado”. Los suyos lo saben, y muchos cargos de la UMP que hace solo un mes ni siquiera se implicaban en la campaña, van poco a poco volviendo al redil. “Desde que remontamos en los sondeos, todos quieren salir en la foto”, confía un asesor del presidente a Le Figaro.

El problema para Sarkozy es que la división de la izquierda y la ola emotiva de los atentados no deberían ser un factor decisivo en la segunda vuelta. El 6 de mayo la decisión será unívoca: cinco años más de Sarkozy, sí o no. Y ahí entra en juego la profunda impopularidad del presidente. El 64% de los votantes de Hollande reconocen que le votarán sobre todo porque desean que Sarkozy no siga en el Elíseo.

Y otro dato indica que su reelección sería una inmensa sorpresa incluso para sus propios votantes: el 48% cree que ganará Hollande, frente al 33% que cree que lo hará Sarkozy.

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