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África impone un embargo draconiano a los golpistas en Malí

Un grupo salafista toma la ciudad de Tombuctú y expulsa a los rebeldes más moderados

Rebeldes tuareg del MNLA en una fotografía difundida por el grupo.
Rebeldes tuareg del MNLA en una fotografía difundida por el grupo. - (AFP)

Los golpistas en Malí se encuentran atenazados: mientras los rebeldes tuareg afianzan su poder en el norte del país, los Estados vecinos han impuesto este lunes un embargo que puede asfixiar a Bamako para exigir la restauración plena del orden constitucional y amenazaron con una intervención militar. Además, un grupo salafista se ha hecho con el control de Tombuctú, después de expulsar a los rebeldes más moderados, según France Presse.

Los jefes de Estado de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) han decidido este lunes en Dakar, donde han asistido al acto de investidura del nuevo presidente de Senegal, Macky Sall, sanciones financieras, económicas y diplomáticas para forzar la rendición de los golpistas. El embargo deja a Malí en una situación de asfixia total. La mayor parte de la población del país —con un total de 15 millones de habitantes— vive gracias a la economía de subsistencia y el 51% subsiste con menos de 1,25 dólares al día, según el Banco Mundial.

En Malí, la noticia del embargo ha sorprendido a casi toda la población, que esperaba una salida política negociada con los países vecinos, después de que el pasado domingo la junta militar, liderada por el capitán Amadou Haya Sanogo, reinstaurara la Constitución de 1992, y reiterara su compromiso de celebrar unas elecciones democráticas después del golpe del 22 de marzo. Sanogo cumplía así —en gran medida— con el ultimátum que impuso la CEDEAO el pasado jueves y que ha expirado este lunes. Pero los vecinos de Malí no han aceptado las medidas de los golpistas.

El presidente de la CEDEAO y jefe de Estado de Costa de Marfil, Alassane Outtara, había incluso asegurado que la organización tenía previsto poner todos los medios para que Malí recuperase la integridad territorial, por lo que en Bamako no se esperaba sanciones tan estrictas. El ministro de Asuntos Exteriores de Burkina Faso, Djibrill Bassolé, ha asegurado que las medidas adoptadas por los golpistas no habían sido suficientes y ha vuelto a recordar la necesidad de formar un Gobierno interino, cuyo jefe de gabinete sería el presidente de la Asamblea Nacional, Dioncounda Traoré, y candidato a las presidenciales de Adema-PASJ, el principal partido de Malí.

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Ante la creciente inestabilidad, el Ministerio de Asuntos Exteriores francés, ha pedido a sus ciudadanos que abandonen el país, tal como ya hizo Bélgica. El día del golpe de Estado, el 22 de marzo, vivían en Bamako, la capital, 4.800 franceses. París tiene, además, importantes intereses en el norte del país: desde empresas ligadas al sector turístico —cada vez más debilitado por los problemas de inseguridad— hasta la explotación de uranio o las prospecciones de petróleo, en las que colabora con la argelina Sonatrach o la italiana Eni. Este martes, por petición de Francia, se reunirá el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para tratar la crisis de Malí.

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El caso de España es distinto. El pasado sábado, el Ministerio de Exteriores de Madrid recomendó a los españoles en Malí, cuya presencia no fuera indispensable, abandonar el país mientras los vuelos comerciales siguieran operando. 

Mientras, la violencia en el norte de Malí no deja de aumentar. El grupo salafista tuareg Ansar el Din, próximo a Al Qaeda, ha tomado Tombuctú después de expulsar a los rebeldes moderados del Movimiento Nacionalista para la Liberación de la región de Azawad (MNLA), han asegurado testigos a France Presse.“Iyad Ag Ghaly [líder de los salafistas] llegó esta mañana con cincuenta vehículos. Tomaron la ciudad (...), quemaron la bandera del MNLA y pusieron la suya”, ha explicado a France Presse Moussa Hadara, un cámara que grabó la entrada del grupo religioso.

En la toma de las ciudades más grandes del norte del país, los rebeldes moderados del MNLA, lucharon codo con codo con los salafistas, que quieren implantar la sharia en Malí. Ambas facciones tuareg son rivales que luchan contra un enemigo común. Mientras, en la ciudad de Gao, tomada por los tuaregs el sábado, los islamistas han protagonizado saqueos, según Reuters.

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