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El asesinato de un británico detrás del mayor escándalo político de China

Caído en desgracia hace un mes, el exjefe del Partido Comunista Chino en Chongqing ha sido expulsado del Polítburó

Bo Xilai.
Bo Xilai.JASON LEE (REUTERS)

La peor crisis política que ha vivido China en mucho tiempo se ha profundizado hoy un poco más con el anuncio de la expulsión de Bo Xilai del Politburó del Partido Comunista Chino (PCCh), organismo integrado por 25 miembros, bajo sospecha de estar implicado en “graves violaciones de disciplina”, según ha anunciado la CCTV. La cadena de televisión pública ha asegurado que Bo, ex secretario del PCCh en la municipalidad de Chongqing y líder del ala más izquierdista y conservadora del partido, ha sido expulsado también del Comité Central del PCCh, que está compuesto por alrededor de 200 miembros, y será investigado formalmente.

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Casi simultáneamente, la agencia de noticias estatal Xinhua ha informado de que la esposa de Bo Xilai, Gu Kalai, es sospechosa del homicidio de un hombre de negocios británico que apareció muerto en la ciudad de Chongqing a mediados de noviembre pasado y que, según dijo entonces la policía de esta ciudad, falleció a causa de una parada cardíaca por un consumo excesivo de alcohol.

La decisión de purgar a Bo, que ya había sido apartado de su cargo como máxima autoridad de Chongqing a mediados de marzo, pone fin a la carrera de uno de los políticos más extrovertidos y populistas del país, que aspiraba a entrar en el Comité Permanente del Politburó en el XVIII Congreso del PCCh que tendrá lugar en otoño. El máximo órgano de poder del país está compuesto actualmente por nueve miembros, de los cuales la mayoría se jubilarán en el cónclave quinquenal para dar entrada a una nueva generación de líderes, encabezados, previsiblemente, por el actual vicepresidente, Xi Jinping, y el viceprimer ministro Li Keqiang, que, si se cumple el guión, pasarán a ser presidente y primer ministro, respectivamente, en marzo de 2013.

El partido ha tomado la decisión de destituir a Bo Xilai, de 62 años, tras ser investigado en relación al escándalo surgido después de que Wang Lijun, vicealcalde de Chongqing y anteriormente jefe de policía en la municipalidad, se refugiara a principios de febrero en el consulado de Estados Unidos en Chengdu (capital de la provincia de Sichuan). Tras ser persuadido por las autoridades centrales de que abandonara el consulado, Wang fue llevado a Pekín y sometido a investigación.

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La huida de Wang, un antiguo estrecho colaborador de Bo, al consulado de Estados Unidos y sus acusaciones decidieron al Gobierno británico a pedir a China que investigara la muerte de Neil Heywood, que, según Wang, era cercano a la familia Bo y tenía una disputa con la esposa de este. Bo, de 62 años, y Gu Kalai, han desaparecido de la escena pública desde que fue apartado del cargo en Chongqing. También ha desaparecido Wang.

Según Xinhua, las pruebas recogidas durante la investigación policial indican que la muerte de Heywood fue un homicidio y que Gu Kalai y Zhang Xiaojun, un empleado en la casa de los Bo, son “altamente sospechosos”. La agencia cita como motivo una disputa sobre “intereses económicos” sin dar más detalles. Una acusación pública de este tipo en China en un asunto tan delicado es una clara señal de que la policía no tiene dudas sobre lo sucedido.

La caída de Bo marca el fin de una de las batallas por entrar en Comité Permanente, y, según algunas informaciones puede indicar la existencia de una lucha de poder entre el ala conservadora del PCCh, representada por Bo Xilai, y la liberal, representada esta última por Wen Jiabao y Hu Jintao. Su expulsión favorece a Wang Yang, líder reformista en la provincia sureña de Guangdong y aspirante también a sentarse en el Comité Permanente.

Bo Xilai, hijo de Bo Yibo, uno de los grandes revolucionarios chinos, se hizo famoso por su campaña de lucha contra la criminalidad y la corrupción en Chongqing, que, según sus críticos, estuvo plagada de abusos y solo tuvo como fin servir de trampolín para su carrera política. También llevó a cabo una campaña para relanzar las canciones rojas y la parafernalia maoísta, que no sentó muy bien entre los miembros más liberales del partido. Los simpatizantes izquierdistas de Bo aseguran que es víctima de un complot.

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