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Irlanda juzga en un referéndum los planes de austeridad

La consulta del 31 de mayo sobre el Tratado de Estabilidad de la UE amenaza con convertirse en un voto de castigo al Gobierno de coalición

Una carmelita vota en el referéndum del Tratado de Lisboa en 2009.
Una carmelita vota en el referéndum del Tratado de Lisboa en 2009.AP

El referéndum que Irlanda celebrará el próximo 31 de mayo sobre el Tratado de Estabilidad amenaza con convertirse en un referéndum sobre la política de austeridad y un voto de castigo al Gobierno de coalición que encabeza el conservador Enda Kenny. Aunque los últimos sondeos pronostican un triunfo del sí, el estrecho margen de los partidarios del tratado, el elevado número de indecisos y los precedentes de las dos anteriores ratificaciones europeas, en las que los tratados fueron rechazados en la primera consulta, invitan a la cautela e incluso al pesimismo.

Según un sondeo de Ipsos MRBI publicado el pasado día 19 por The Irish Times, el 30% de los votantes está a favor de la ratificación del nuevo tratado europeo, el 23% en contra, el 39% aún no ha decidido su voto y el 8% ya sabe que no irá a votar. Si se prescinde de los indecisos, el sí ganaría por un amplio margen: 58% frente a 42%,

Teniendo en cuenta esas cifras y el hecho de que en octubre, justo antes de que se llegara al primer acuerdo para modificar los tratados europeos, el no a la reforma aventajaba al sí con amplitud (47 a 28, con 25% de indecisos), ¿por qué ahora los europeístas irlandeses empiezan a dar señales de nerviosismo?

Por dos razones. Una, los antecedentes. Y, otra, que los irlandeses, como tantos europeos, se están hartando de las políticas de austeridad y los sondeos reflejan que se ha acabado la luna de miel de los votantes con la coalición que forman el Fine Gael y el Partido Laborista. Y ya se sabe que un votante enfadado suele aprovechar los referéndum para arrearle una patada al Gobierno en el trasero de Europa.

Los precedentes señalan que los votantes son muy volubles a la hora de ratificar tratados europeos. En 2008, un mes antes del referéndum sobre el Tratado de Lisboa, el sí aventajaba al no por 17 puntos, pero había un 40% de indecisos y los irlandeses acabaron rechazándolo por un contundente 53 a 47. Ahora, el porcentaje de indecisos es similar y la ventaja del sí en los sondeos es la mitad de la que había hace cuatro años.

No es el único factor. Los irlandeses empiezan a hartarse de la austeridad y el Tratado de Estabilidad es presentado por el Sinn Féin y los demás partidarios del no como un mecanismo para consagrar esa austeridad. Y los sindicatos irlandeses, tradicionalmente europeístas, no han alcanzado una posición común y cada uno de ellos tomará por su cuenta la decisión de recomendar a sus afiliados el voto a favor o en contra de la ratificación.

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Esta vez, un no irlandés no tendría a priori la trascendencia que tuvo el rechazo inicial al Tratado de Lisboa hace cuatro años y al Tratado de Niza en 2001. Entonces, el no irlandés suponía la paralización de las reformas. Esta vez, basta con que 12 países lo ratifiquen para que el Tratado de Estabilidad entre en vigor. Pero un no de Irlanda sería una muy mala noticia para los gobiernos europeos. No solo porque sería interpretado como un no a las políticas de austeridad, sino porque pondría en cuestión el compromiso de Irlanda con los ajustes pactados con la UE y el FMI, haría casi imposible un segundo rescate y llevaría la inestabilidad a la coalición que gobierna el país.

El taoiseach (primer ministro) Enda Kenny, ha caído 10 puntos en el índice de valoración pero es el más popular del país, con una tasa de aprobación del 42%. Y su partido, el Fine Gael, ha bajado tan solo tres puntos respecto al anterior sondeo y mantiene una intención de voto del 33%. El problema es el otro socio de la coalición, el Partido Laborista, que se está desplomando en los sondeos y ha caído del 19% al 13%. Por primera vez desde las elecciones de febrero de 2011, la coalición no tiene el apoyo mayoritario de los irlandeses.

Los votos no se van al Fianna Fáil, el partido tradicionalmente dominante de la política irlandesa, incapaz de superar el colapso al que le llevó la crisis financiera, y que está estancado en el 14%. Los votos se van al Sinn Féin (21%, seis arriba) y a los partidos de la izquierda radical, todos ellos opuestos al Tratado de Estabilidad.

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