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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El pasado contraataca

Si nuestros políticos no comprenden que es preciso dar a los ciudadanos una visión clara de la necesidad de hacer reformas y conseguir que nuestra economía sea viable, caeremos en un ciclo de conflictos que solo puede terminar en catástrofe

El domingo, los griegos votaron con la vista puesta en el ayer y abrieron la puerta al mañana. Deseosos de volver a una era ideal, en la que pudieran escapar de las demandas de nuestros socios y acreedores, los electores destruyeron el sistema político bipartidista, fragmentaron el centro y colocaron a los extremos en medio de los acontecimientos. El resultado no deja mucho margen a la formación de coaliciones en ningún sector del nuevo Parlamento, ni por parte de los partidos que acatan el acuerdo de rescate ni de los que constituyen el frente del no.

El líder de Nueva Democracia, Antonis Samarás, intentará, como cabeza de la mayor formación de la Cámara elegida, establecer una coalición con otros partidos políticos; pero lo más probable es que el número de votos obtenidos por cada uno de ellos no permita ninguna alianza con ninguna fuerza ni bajo ningún dirigente, porque están divididos entre los defensores y los adversarios de las reformas y el rescate internacional, además de otras diferencias fundamentales.

Si se convocan nuevas elecciones de inmediato, no está nada claro que Nueva Democracia y el Pasok puedan recuperar su viejo poder (hasta 2009 se repartían más del 80% del voto, mientras que el domingo obtuvieron apenas el 35% entre los dos). Dado que hay al menos siete partidos en el Parlamento y ninguno ha conseguido más del 20%, nuestros políticos tendrán que superar tres grandes obstáculos: deben aprender a cooperar en igualdad de condiciones sin que ningún partido concreto adopte una posición de fuerza ni trate de sacar ventaja de los otros; deben decidir cómo tratar con el neonazi Aurora Dorada (Chrysi Avgi), que ha obtenido representación parlamentaria; y deben encontrar una manera de ser socios creíbles en las negociaciones con nuestros acreedores, ahora que ya no está el Gobierno del Pasok y ND encabezado por Lucas Papademos.

Nuestra sociedad, que también está desacostumbrada a hablar de cooperación y compromisos, tendrá que resolver el difícil reto que suponen el ascenso de Syriza y otros partidos de izquierda y el de Chrysi Avgi. Aunque ocupan los extremos opuestos del espectro político, tienen algo en común, la falta de respeto al sistema y un profundo odio recíproco. Si la subida de Syriza provoca más intervenciones de la izquierda en las universidades y otras esferas de la vida pública, cabe la posibilidad de que las tropas de izquierdistas y anarquistas acaben enfrentándose en las calles con los camisas negras de Chrysi Avgi. Sin las órdenes ni el respaldo de un Gobierno fuerte, lo más normal es que la policía evite involucrarse en esa rivalidad, lo que aumentará todavía más la inseguridad ciudadana e incluso quizá acabe generando una mayor fragmentación política.

No resulta extraño que el Pasok y, en menor medida, Nueva Democracia hayan pagado el precio tanto del gasto desenfrenado de otros tiempos como del programa de austeridad, pero no se preveía un descenso tan pronunciado. Ha llegado el momento de poner a prueba las teorías de quienes creen que Grecia puede fijar condiciones a nuestros acreedores y que, si se retiran, podemos salir adelante sin su ayuda. Esa mentalidad tiene sus raíces en Andreas Papandreu, que fundó el Pasok y dominó la política griega en los años ochenta, y es un populismo que ha impregnado nuestro debate público desde entonces. Ahora, el Pasok y Nueva Democracia se han convertido en víctimas de ese populismo; después de haberlo explotado de forma descarada, se han encontrado sin defensas cuando otros lo han utilizado contra ellos.

Las elecciones del domingo destruyeron el sistema de los últimos 38 años. Abrieron la puerta a nuevas fuerzas y demostraron que es necesaria la cooperación, antes y después de los comicios. Si nuestros políticos y todos los que participan en la vida pública no han aprendido la lección, si no comprenden que es preciso dar a los ciudadanos una visión clara de la necesidad de hacer reformas y conseguir que nuestra economía sea viable, caeremos en un ciclo de conflictos que solo puede terminar en catástrofe.

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Nikos Konstandaras es director adjunto del diario Kathimerini.

Traducción del inglés de María Luisa Rodríguez Tapia.

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