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Europa / 2
Columna
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Lecciones de Suiza para el federalismo europeo

Las instituciones deben garantizar que solo se deleguen a la autoridad superior las competencias que no puedan ejercerse en el ámbito más próximo a la gente

Mientras Europa medita sobre la perspectiva de avanzar hacia una unión económica y política plena con el objetivo de resolver por fin la crisis de la moneda única, tanto los ciudadanos como sus dirigentes deben valorar las limitaciones y las posibilidades de una organización federal.

Cualquier esfuerzo para avanzar hacia una unión política federal en Europa debería tener en cuenta la experiencia suiza

Junto con Estados Unidos, Suiza es uno de los Estados federales que más éxito ha tenido en el mundo. He aquí una serie de aspectos fundamentales que, de acuerdo con nuestra experiencia, conviene no olvidar:

Una federación necesita tiempo. Las personas que vivían en los cantones suizos tardaron siglos en conocerse unos a otros, y luego vivieron un largo periodo de confederación, antes del paso a la federación de pleno derecho en 1948. La transición solo fue posible después de una etapa histórica de grandes tensiones entre liberales y conservadores, protestantes y católicos.

La Federación Suiza funciona porque el centro siempre ha respetado la autonomía de los cantones, que nunca se han mostrado muy deseosos de entregar competencias. Las autoridades centrales han sido muy “prudentes” y nunca han abusado de sus poderes. Este equilibrio es el que hace que Suiza marche bien.

Está muy claro el reparto de competencias entre el Estado federal y los cantones. Si una competencia no está detallada en la constitución federal, pertenece a los cantones. Las competencias federales son la política exterior, la política cultural, la política social y la economía (comercio exterior, mercados de trabajo).

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Es importante subrayar que Suiza es un país pequeño, de unos cuantos millones de habitantes, y no es comparable con los cientos de millones de ciudadanos que vivirían en una federación europea.

Además, Suiza se diferencia de, por ejemplo, el “federalismo asimétrico” de España porque consiste en un “federalismo simétrico” compuesto por partes relativamente iguales.

Cualquier esfuerzo para avanzar hacia una unión política federal en Europa debería tener en cuenta esta experiencia suiza. Las instituciones deben tener una legitimidad basada en hechos históricos, y garantizar que solo se deleguen a la autoridad superior las competencias que no puedan ejercerse en el ámbito más próximo a la gente.

Jakob Kellenberger, en la actualidad presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, fue ministro de Exteriores de la Federación Suiza.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

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