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Para los alemanes, el euro es un peligro; pero abandonarlo es peor

Pese a la crisis y a la desconfianza, los alemanes no se dejan seducir por las propuestas de salida de la divisa común

Thilo Sarrazin durante la presentación de su libro "Europa no necesita al euro" en Berlín.
Thilo Sarrazin durante la presentación de su libro "Europa no necesita al euro" en Berlín.TOBIAS SCHWARZ (REUTERS)

Sí que existen escépticos en Alemania que se pronuncian abiertamente a favor de abandonar el euro, a favor de poner “fin a este espanto”, en lugar de sostener la moneda única a cualquier precio. En 2010, Hans-Olaf Henkel, expresidente de la Federación de Industriales, se declaró a favor de introducir un euro del norte y un euro del sur. El político del SPD Thilo Sarrazin exige el abandono completo del euro. Europa no necesita el euro es el título del nuevo libro de este antiguo miembro de la junta directiva del Bundesbank que en 2010 lanzó unas provocativas tesis críticas sobre la inmigración. El denominado "Partido de la Razón", fundado hace tres años, se siente fortalecido por semejantes posiciones. Su objetivo prioritario es la salida del euro.

Lo mismo exige en Holanda el Partido de la Libertad de Geert Wilders, que ha cosechado un gran éxito entre los electores. Pero ¿funcionaría esto en Alemania? Por lo que parece, aquí no es posible ganar unas elecciones esgrimiendo el escepticismo frente al euro.

Llamamos por teléfono al Partido de la Razón que, además del euro, también combate la tesis del calentamiento climático. Volker Schäfer, miembro de la junta directiva de la nueva federación regional de Karlsruhe, murmura que podría contar muchas cosas sobre el “escándalo de los mecanismos de rescate de la zona euro” y sobre por qué fue un error renunciar al marco alemán. Pero lo cierto es que sus ocurrencias no pasan de ser meras bromas. Próximamente pretende dar a los clientes de la caja de ahorros donde trabaja el dinero en marcos, con cámara oculta. No es de extrañar que al Partido de la Razón le cueste reunir en Baviera las 1.000 firmas requeridas por cada distrito administrativo para poder presentarse a las elecciones.

Pero lo cierto es que los alemanes están abiertos a las nuevas ideas. Como evidencia el caso de “Los Piratas” que están conquistando los parlamentos de los länder [regiones]. Se trata de un partido que aboga por más democracia directa, transparencia y libertad de información. Por tanto, iniciativas como las del Partido de la Razón no fracasan por la rigidez del sistema, sino porque consiguen convencer a muy poca gente con sus tesis. También ha vivido esta misma experiencia el ala crítica con el euro de los liberaldemócratas (FDP) que gobiernan en alianza con los democristianos de Angela Merkel (CDU). La votación interna sobre el rescate del euro que obligaron a hacer a su partido fracasó porque sólo participó menos de un tercio de sus miembros. Y los 20.000 miembros que sí votaron se declararon mayoritariamente a favor de los mecanismos de rescate de la zona euro.

Pero ¿qué significa que el instituto demoscópico Allensbach informe de que más del 70% de los alemanes tiene “poca o ninguna confianza en el euro”? La fundación bruselense CEPS ha analizado este aspecto con mayor precisión. Ciertamente, los encuestados dijeron que el euro puede perder valor en breve. Pero no creen que eso vaya a ocurrir más rápido con el euro que con el marco alemán. Porque, de año en año, cada vez son menos los ciudadanos que desean el regreso del marco, como atestiguan otras encuestas del instituto Allensbach. Incluso en plena crisis desciende el número de ciudadanos que desean volver al marco, 44% en el último sondeo, el valor más bajo desde el nacimiento del euro. Y el hecho de que otra encuesta indique que uno de cada dos alemanes considera la introducción del euro como un error no significa en modo alguno que esté a favor de abandonarlo a día de hoy.

Los alemanes aprecian el hecho de no tener que hacer acopio de liras ni de francos para ir de vacaciones. Y los empresarios han explicado una y otra vez que el euro les merece la pena. Si fracasa, la economía exportadora alemana se hundiría porque la moneda alemana sería hasta un 30% más cara. Las empresas tendrían que volver a dividir su contabilidad dependiendo de la localización concreta de sus sedes, en lugar de actuar como consorcios europeos, lo cual les permite ahorrar mucho dinero. Y de repente, tendrían que asegurarse a un precio más alto frente a las fluctuaciones del cambio a 17 monedas europeas. Esto podría costar cientos de miles de puestos de trabajo.

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Alemania se ha “beneficiado del euro prácticamente como ningún otro país lo ha hecho”, dice la canciller Angela Merkel. Thomas Straubhaar, director del Instituto de Economía Mundial de Hamburgo, le da la razón: “El euro no necesita una marcha fúnebre, sino un toque de diana”.

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