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Grecia pacta un Gobierno tripartito

El conservador Antonis Samarás presta juramento como primer ministro antes de negociar el encaje de carteras con los socialistas y la izquierda moderada

María Antonia Sánchez-Vallejo
El nuevo primer ministro griego Antonis Samarás jura su cargo.
El nuevo primer ministro griego Antonis Samarás jura su cargo.Milos Bicanski (Getty Images)

Nueva Democracia (ND), Pasok e Izquierda Democrática sellaron ayer una coalición para un gobierno de mayoría tecnócrata en el que los dos últimos partidos, en vez de socios en la función ejecutiva —han declinado asumir carteras—, se limitarán a sostener desde el Parlamento la labor del Gabinete, que dirigirá el conservador Antonis Samarás. Solo ND participará activamente en él, según los detalles sobre su formación que se conocían a primera hora de esta noche.

“¿Y este Gobierno va a salvar al país si los miembros de los partidos que lo respaldan no quieren ni un ministerio?”. Leonidas Saklambanis, un griego de a pie, expresaba su perplejidad en un tuit segundos después de que a primeras horas de la tarde se anunciara casi simultáneamente: 1) que en Grecia ya había Gobierno; 2) que no se conocía aún su composición porque quedaba por negociar el encaje de nombres y carteras, y 3) que el conservador Antonis Samarás, líder de ND (129 diputados), acababa de prestar juramento como nuevo primer ministro.

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Es todo lo que lograron hacer ND, el socialista Pasok (33 escaños) y la moderada Izquierda Democrática (17), el triunvirato oficioso que a partir de hoy asume el poder en Grecia en una coalición que más parece un pacto de legislatura que una coalición de Gobierno propiamente dicha: salvo ND, el partido ganador de las elecciones del domingo, que sí coloca peones en algunos ministerios clave (como el exministro Dimitris Abramópulos en Defensa o Exteriores, según las quinielas), los otros dos partidos solo se han comprometido a apoyar en el Parlamento la labor del futuro Gabinete, pero han rehusado asumir carteras, que serán distribuidas entre tecnócratas, profesores universitarios y miembros de la sociedad civil, las que pudieran haber correspondido a Izquierda Democrática (Dimar, en sus siglas en griego), y en el caso de los socialistas, entre “miembros extraparlamentarios”, sea eso lo que fuere. Tanto Pasok como Dimar evitan así quemar sus naves ante un escenario incierto, como hizo la propia ND en otoño pasado al sumarse, con perfil bajo, a una coalición de gobierno con el Pasok.

Cualquiera que fuera la solución que Europa esperara —por no hablar de lo que necesita el país, que es otro cantar—, esta no parece cumplir siquiera unos mínimos de estabilidad y durabilidad. Pero Grecia precisaba un Gobierno antes de la medianoche de este miércoles, cuando expiraba el plazo dado a Samarás para su constitución, y porque el ministro de Economía en funciones, Yorgos Zaniás, debía presentarse el jueves ante el Eurogrupo con algo en las manos, o si no las alarmas habrían vuelto a sonar con estruendo en Bruselas y Berlín. A última hora de la tarde seguía sin desvelarse la composición del Ejecutivo, formado por 16 ministros y 12 viceministros, aunque parecía existir pleno consenso en que el sustituto de Zaniás al frente de Economía será Vasilis Rápanos, actual gobernador del Banco de Grecia, principal entidad privada del país, y jefe del consejo económico del Gobierno socialista de Kostas Simitis en 2001, cuando Grecia adoptó el euro.

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Rápanos desempeñará un papel primordial en la renegociación de las condiciones del rescate con la troika, según informaban los medios de comunicación griegos. El líder socialista, Evánguelos Venizelos —mucho más locuaz durante el miércoles que Samarás—, anunció para tal fin la formación de un “equipo fuerte”, dirigido por una personalidad con buena reputación en el extranjero y que viajará a Bruselas cada tres meses —el mismo plazo, pero a la inversa, que la misión de la troika a Atenas. “Las cosas evolucionarán muy rápidamente. La cumbre europea de finales de junio será crítica, y creemos que podemos modificar cosas para detener la recesión y volver a una vía de desarrollo. Podemos cambiar todas las condiciones [de austeridad] que tuvimos que aceptar por imperativo de una mayoría europea conservadora”, declaró un optimista Venizelos.

Tragando saliva y con cara de circunstancias, la misma que mostró durante el juramento de su cargo ante el arzobispo primado de Grecia, el primer ministro Samarás se limitó a una declaración solemne, institucional: “Pido al pueblo griego patriotismo, unidad nacional sin fisuras y confianza. Con la ayuda de Dios haremos lo que está en nuestra mano para sacar al país de la crisis cuanto antes”.

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