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El conflicto sirio

Rusia rechaza ante la oposición siria una intervención militar extranjera

El líder del Consejo Nacional Sirio afirma que "ningún diálogo" con Bachar el Asad dará resultados. El embajador de Damasco en Irak abandona al régimen y deja su cargo.

Pilar Bonet
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov (i.), recibe a una delegación de opositores sirios.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov (i.), recibe a una delegación de opositores sirios.Misha Japaridze (AP)

Rusia mantiene su rotundo rechazo a una intervención militar internacional para poner fin a la guerra en Siria y sigue abogando por el diálogo entre todas las fuerzas políticas de aquel país, según se puso de manifiesto de nuevo el miércoles durante la visita realizada a Moscú por una delegación del Consejo Nacional Sirio (CNS), una de las principales fuerzas políticas opuestas al régimen de Bachar el Asad.

Los dirigentes rusos sostienen que no se aferran al régimen de El Asad, pero, tras la experiencia de Libia —Moscú considera que fue engañado en la interpretación de las resoluciones de la ONU 1970 y 1973 que sirvieron para justificar el ataque aéreo de la OTAN en el país magrebí—, temen las consecuencias que podría acarrear la marcha del líder sirio. Si el presidente Vladímir Putin, de acuerdo con el pragmatismo que inspira su política exterior, acaba por desmarcarse de El Asad, ese momento no ha llegado todavía. Moscú trata de ganar tiempo y ha propuesto al Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto para prolongar durante tres meses la estancia de la misión de observadores de Naciones Unidas, cuyo mandato expira el 20 de julio. Analistas árabes en Moscú consideran que esta parsimonia es en parte la respuesta de Moscú a la fragmentación de la oposición siria y a la falta de una alternativa a El Asad que dé garantías a Rusia sobre sus intereses en la zona.

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El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, recomendó a la delegación del CNS, dirigida por su presidente, Abdel Basset Seida, que cumplan las obligaciones contraídas en el marco del plan Kofi Annan, tal como está contemplado en las resoluciones del Consejo de Seguridad y se aprobó en la reciente reunión del Grupo de Acción de Siria en Ginebra. Esta semana, Lavrov se entrevistó también en Moscú con una delegación del Foro Democrático de la Oposición, otra de las fuerzas políticas de la disidencia siria.

Los representantes rusos aseguran que “no se aferran” a El Asad, pero Seida añadió en conferencia de prensa: “Cuando entramos en detalle nuestros puntos de vista son diferentes". El político dijo comprender los temores de Rusia, pero afirmó estar en desacuerdo con ellos. Las conversaciones políticas dan a El Asad “un tiempo suplementario para reprimir por la fuerza la revolución”, señaló. Tanto Seida como el jefe del comité ejecutivo del CNS, Burjan Galiun, se mostraron en contra de cualquier iniciativa diplomática, por entender que ni el plan de Kofi Annan ni la conferencia de Ginebra han dado resultado. Es más, opinaron que “ningún diálogo” con el régimen dará resultado. Ambos instaron al Consejo de Seguridad a aprobar una intervención exterior para atajar la guerra.

Los representantes del CNS también plantearon a sus interlocutores rusos su desacuerdo con la venta de armas al régimen sirio. La respuesta que dio Serguéi Ushakov, consejero de política exterior del presidente Putin, fue la ya conocida, a saber, que Moscú solo suministra a Damasco armas que no pueden ser utilizadas en un conflicto civil y que de esta forma cumple con contratos firmados hace ya mucho tiempo. “El pueblo sirio no entiende como pueden nuestros amigos continuar dándole armas al régimen y vetar las decisiones del Consejo de Seguridad”, dijo Galiun, quien agregó: “Hay que entender quién es verdugo y quien es víctima”. Ushakov se negó a comentar las informaciones según las cuales Moscú habría suministrado a Siria aviones Yak-130. Antes, el ingeniero-constructor jefe de este avión, Konstantin Popóvich, y el vicejefe del Servicio Federal de Colaboración técnica y Militar, Viacheslav Dzirkaln, habían negado que se hubieran efectuado estos suministros.

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Sobre el futuro de la base que Rusia tiene en la localidad siria de Tartús, en la costa mediterránea, Seida es partidario de que esta forme parte del paquete de relaciones entre Rusia y el futuro régimen sirio en función de los intereses de este país y no “en el despotismo y la arbitrariedad”.

Seida pidió a Moscú una “nueva coordinación” entre Rusia y los amigos de Siria y afirmó no poder aceptar las razones por las que el Kremlin no quiere colaborar con este grupo de países que se esfuerzan en aislar al régimen de Damasco.

En este sentido, el embajador sirio en Irak, Nawaf al Fares, se convirtió ayer en el primer diplomático de alto rango en abandonar el régimen. Al fares ocupó cargos importantes también durante la presidencia de Hafez el Asad, padre de Bachar. Este abandono se suma a las crecientes deserciones de generales y oficiales, especialmente la de Manaf Tlass, un general tan próximo a El Asad como lo fue su padre, Mustafa Tlass, al anterior presidente.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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