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Alemania presiona a Grecia para que acelere los recortes presupuestarios

Los socios de Merkel insisten en que Atenas debería abandonar el euro

SIMELA PANTZARTZI (EFE)

El viernes se espera el informe de la troika de acreedores del Gobierno griego, compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El Ejecutivo alemán, por boca tanto de sus portavoces de Hacienda como de los voceros de la canciller Angela Merkel, pide paciencia hasta que se conozca su contenido. Pero con Merkel de vacaciones y la actividad parlamentaria en plena calma chicha estival, los socios de su Gobierno aprovechan para entretener la espera sugiriendo una y otra vez que Grecia debería abandonar el euro. El último ha sido el ministro de Hacienda del Baviera, Markus Söder, que el jueves dijo en la radio que “es mejor para Europa que Grecia abandone el euro: es mejor para la UE, para la Eurozona y también para la propia Grecia”. Söder pertenece a la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, partido hermano de la CDU de Merkel en ese próspero land.

La coalición de centro-derecha que preside Merkel, compuesta por los democristianos (CDU/CSU) y los liberales del FDP, no pierde ocasión de mostrar en público sus desavenencias respecto a Grecia. El jefe del FDP y ministro de Economía, Philipp Rösler, expresó este fin de semana sus dudas sobre la permanencia de los griegos en la Eurozona. El jueves moderó su tono y lo adaptó al sonsonete del ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble (CDU). Lo decisivo, dice ahora Rösler, “será el informe de la troika”. El fin de semana dijo que la posibilidad de una salida griega “ya no asusta”, pero es posible que le asuste más tener que dejar la dirección de su partido y la Vicecancillería. El FDP continúa hundido en todas las encuestas y su voz apenas tiene peso en el Gobierno de Merkel.

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Pero la crisis de Grecia permanece: el miércoles, el BCE dejó de aceptar bonos griegos como aval para los préstamos a corto plazo. El jueves se han conocido las nuevas medidas de austeridad que estudia el Ejecutivo del conservador Andonis Samaras en Atenas. Son 11.500 millones de recortes en los próximos dos años. Según recogían ayer a toda página los medios alemanes, diversos periódicos griegos adelantan que se pondrá un techo a las pensiones: 2.200 euros mensuales. También se impondrá un copago para pacientes que requieran servicios médicos por más de 1.500 euros anuales. Estos tendrán que abonar 10 euros por consulta y el 15% de sus gastos si requieren un ingreso hospitalario. Atenas se sigue apretando el cinturón mientras fuera crece el escepticismo, dos años y medio después de que se desencadenara su crisis de deuda.

El diario económico Financial Times Deutschland (FTD) recogía este jueves unas declaraciones del viceministro de Hacienda griego Christos Staikouras, que reconocía “graves carencias” en las reformas pactadas con los acreedores. Según puso como ejemplo el FTD, los griegos no han tocado las primas familiares de 3.500 euros mensuales que cobran los jefes de las empresas públicas helenas. En Alemania se ha repetido durante toda la semana que “la paciencia de los acreedores se está agotando”. Se reconoce en Berlín que el futuro de Grecia en el euro pende de un hilo, mientras cunde el escepticismo sobre España e Italia.

El debate sobre el futuro de la moneda única ha arreciado, después de que el Parlamento (Bundestag) aprobara el 19 de julio los 100.000 millones de euros del rescate bancario español. El posterior hundimiento de los bonos españoles en los mercados, las drásticas caídas bursátiles y la advertencia de la agencia de calificación Moody's sobre las perspectivas alemanas, las de sus bancos y las de varios Estados federados, han contribuido al escepticismo. Pero muy lejos de la sensación de pánico que cunde en otras capitales europeas, el Gobierno insiste en las reformas estructurales y asegura que las cosas van por buen camino. En medio de estas turbulencias, que muchos analistas califican de existenciales para el euro, las palabras de confianza del ministro Schäuble y del titular español de Economía, Luis de Guindos, tras su reunión del lunes parecían escritas desde una realidad paralela.

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La rebaja de las perspectivas de calificación por parte de Moody's se han percibido entre los conservadores alemanes como una señal de que el país está yendo demasiado lejos en la lucha contra la crisis de la deuda y en su compromiso con los socios más golpeados. El influyente semanario liberal Die Zeit daba ayer su “Despedida del Sur” en la portada. Bailaoras de flamenco, italianos de punta en blanco y griegos bebiendo ouzo ilustran en sus sesudas páginas de economía la ruina de los socios sureños. Los reporteros preparan a sus lectores de la "catástrofe económica" que se les echa encima si se rompe la Eurozona. También dan fe del silencio sepulcral que atrona el Berlín político ante el abismo europeo.

El diario Süddeutsche Zeitung, por su parte, decía en su portada del jueves que el fondo de rescate europeo EFSF se está planteando la compra masiva de bonos españoles, pese a las reticencias de Berlín. Se publicaron antes de que el presidente del BCE Mario Draghi anunciara que el Banco emisor hará "todo lo que sea necesario" para estabilizar el euro. Algunos analistas se maliciaban el jueves que Draghi quería aprovechar que Merkel está de paseo estival por el monte, porque así Berlín tardará un poco más en contradecirle.

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