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Morsi: “No pretendo avergonzar a ninguna institución”

El presidente egipcio pasa a retiro al general Tantaui y anula las reformas de los militares El poder legislativo queda en manos del jefe del Estado hasta las próximas elecciones

El presidente Morsi (centro), flanqueado por los generales Tantui (izquierda) y Sami Anan (derecha).
El presidente Morsi (centro), flanqueado por los generales Tantui (izquierda) y Sami Anan (derecha).AFP

Decir que la transición egipcia está plagada de sobresaltos es quedarse corto. El nuevo presidente egipcio, el islamista Mohamed Morsi, ha lanzado un inesperado órdago a los militares, con el que fulmina buena parte del poder que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas —el organismo que se hizo cargo del poder a la caída de Hosni Mubarak hace 18 meses — se negó a ceder al presidente elegido en las urnas hace mes y medio. Morsi ha jubilado este domingo al ministro de Defensa y todopoderoso jefe de esa junta militar que gobernó el país tras la caída del dictador Hosni Mubarak hace 18 meses. Acto seguido revocó la declaración constitucional con la que los militares legalizaron su concentración de poder hace mes y medio. Sendas decisiones suponen una remodelación de primer orden de la vida política egipcia.

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Morsi dio un discurso televisado horas después. "Las decisiones que he tomado hoy [domingo] no van dirigidas contra personas, ni pretenden avergonzar a ninguna institución, ni mi intención es recortar las libertades", aseguró el jefe del Estado, informa Reuters. "No pretendo enviar un mensaje negativo sobre nadie, mi objetivo es beneficiar a esta nación y al pueblo", añadió el islamista. El presidente alabó a las Fuerzas Armadas y dijo que los ceses les liberaran para poder centrarse en su papel militar. 

La salida del mariscal Husein Tantaui tiene tintes revolucionarios. Tantaui, ministro de Defensa con Mubarak durante dos décadas, es a sus 76 años el hombre que simboliza como ningún otro el poder del Ejército en Egipto y las reticencias de los militares a ceder el poder a los civiles elegidos en las urnas. El presidente egipcio aprovechó para jubilar también al jefe del Estado mayor del Ejército, el general Sami Anan. Fue el portavoz presidencial, Yaser Ali, el que lanzó a media tarde la noticia bomba, en una comparecencia televisada. Fuentes militares aseguraron a la agencia Reuters que tanto Tantaui como el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas estaban al tanto de los relevos en la cúpula castrense. No estaba claro la noche del domingo, sin embargo, hasta qué punto la reordenación política estaba pactada.

El órdago al poder militar no se limitó a borrar del mapa las caras más emblemáticas de la junta militar y del antiguo régimen. Morsi anuló el domingo la declaración constitucional que el Consejo de las Fuerzas Armadas emitió el pasado junio y que invalidaba la constitución del Parlamento —dominado por las fuerzas islamistas— y recortaba los poderes del futuro presidente. Se reservaban además los militares el derecho de veto en la redacción de la futura Carta Magna, la que debe sentar las reglas del juego a partir de ahora y dar paso de la transición a la democracia. La declaración fue considerada un “golpe blando” por buena parte de las fuerzas políticas egipcias. En esa lógica, el de ahora podría ser un contragolpe. “El presidente ha decidido anular la declaración constitucional adoptada el 17 de junio”, anunció Ali.

"La declaración anulada quedará remplazada por el artículo 25 de un texto constitucional anterior y aprobado en referéndum, que estipula que la junta militar entregará el poder al presidente que gane las elecciones. Eso significa que el poder legislativo queda en manos del presidente hasta la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias".

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El pulso entre Morsi y los militares ha sido constante desde que en junio se celebrara la segunda y definitiva ronda de las primeras elecciones presidenciales libres de la historia del país. Cuando Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, se perfilaba ya como posible ganador, la junta militar emitió la declaración constitucional que ahora el presidente ha anulado y que ataba las manos del futuro mandatario. Tras la maniobra militar, Morsi decidió trasladar el pulso a la calle. Llenó de seguidores la revolucionaria plaza cairota de Tahrir día tras día para exigir la retirada del decreto constitucional. Con la presión en la calle consolidada, Morsi decretó la anulación de famoso decreto constitucional. La decisión presidencial fue más tarde derogada por el Tribunal Constitucional. Ahora Morsi vuelve a la carga.

El portavoz presidencial detalló que la destitución de ambos militares tendría efecto inmediato y que los dos se convertirían a partir de ahora en asesores de Morsi. Informó, además, del nombramiento de un vicepresidente, el juez Mahmud Mekki, lo que constituye una novedad respecto a las prácticas del anterior rais, Mubarak, que prescindió de ellos, salvo en los días previos a su caída. Las decisiones se consumaron al instante. En la misma tarde del domingo, Mekki y el nuevo ministro de Defensa, Abdelfatah el Sisi, juraron su cargo ante Morsi.

La jubilación de Tantaui y de Anan coincide con una profunda remodelación de los aparatos de seguridad que el presidente egipcio ha emprendido tras el atentado de hace una semana, en el que murieron 16 soldados a manos de supuestos extremistas islámicos en el Sinaí.

Pero coincide sobre todo con un espectacular despliegue militar en la Península del Sinaí, a la que Morsi dice haberse propuesto llevar la ley y el orden. Pacificar la región y desarticular los grupos extremistas islámicos que campan a sus anchas en el desierto es algo que tanto Israel como Estados Unidos han exigido al nuevo Gobierno de El Cairo.

Con las decisiones del domingo, Morsi refuerza su imagen presidencial y da muestras de un inesperada firmeza con la que podría seducir a parte de los desencantados revolucionarios, entre otros egipcios. Los movimientos del líder de los Hermanos Musulmanes corre el riesgo, sin embargo, de despertar también críticas en un país fuertemente polarizado y en el que importantes sectores de la población temen que los islamistas concentren excesivo poder. Muchos egipcios no se llevaron las manos a la cabeza cuando los militares emitieron el decreto constitucional que resultó en la disolución del Parlamento. Para ellos, que el Ejército ejerza de contrapoder es un mal menor. Por eso, y porque falta por ver cuál será la reacción de los militares, todo a punta a que de momento Morsi ha ganado esta mano, pero que es pronto para saber quién ganará la partida.

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