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Los hitos del ‘Vaticanleaks’

El escándalo estalló el febrero pasado con la filtración de documentos secretos

El cardenal Tarsicio Bertone, en 2003.
El cardenal Tarsicio Bertone, en 2003.B. BIANCHI (REUTERS)

Febrero de 2012. Las filtraciones a varios medios italianos de documentos secretos (desde cartas a un supuesto complot para matar a Benedicto XVI) conmocionan al Vaticano. Los documentos filtrados ponen al descubierto las luchas de poder dentro de la Curia. El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, admite que la Iglesia está sufriendo su propio Vaticanleaks. El diario L'Osservatore Romano describe al Papa como “un pastor rodeado de lobos”.

 23 de mayo. Cae el “topo del Vaticano”. Las investigaciones capitaneadas por el cardenal español Julián Herranz llevan hasta Paolo Gabriele, de 46 años, ayudante de cámara del Papa y una de las personas de su máxima confianza. Gabriele, un hombre muy devoto, casado y con tres hijos, presta declaración ante Nicola Picardi, fiscal general del Vaticano. La gendarmería halla en su casa “cajas repletas de documentos y los medios necesarios” para reproducirlos.

27 de mayo. Paolo Gabriele designa a dos abogados. La gendarmería vaticana investiga sus cuentas bancarias, busca cómplices e intenta averiguar el móvil de las filtraciones. La hipótesis dominante es que se trata de desacreditar al secretario de Estado, Tarsicio Bertone, amigo y mano derecha del Papa, dentro de la lucha por la sucesión. En las cartas y documentos difundidos, Bertone aparece como un hombre ambicioso y todopoderoso, cada vez más alejado de Benedicto XVI y que hace y deshace a su antojo.

3 de junio. La detención de Gabriele no pone fin a las filtraciones. El diario La Repubblica publica otras tres cartas. El anónimo remitente acusa a Bertone y a Georg Gänswein, secretario personal de Benedicto XVI, de ser los “verdaderos responsables” de las fugas de información, y dice que Gabriele es un chivo expiatorio. Los rumores se acumulan en la prensa italiana. El Papa lamenta el trato que el caso recibe en los medios, que “amplifican deducciones gratuitas” y dañan la imagen de la Santa Sede. También se pronuncia días más tarde el cardenal Tarsicio Bertone, que acusa a los periodistas de ser los responsables del clima de “mezquindad, mentiras y calumnias”. “Se inventan fábulas y leyendas”, dice Bertone.

21 de julio. El juez de instrucción, Piero Bonnet, ordena que Paolo Gabriele pase a arresto domiciliario. Además, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, anuncia que la comisión cardenalicia nombrada por Benedicto XVI para investigar el asunto, ya ha entregado su informe al Papa.

13 de agosto. El juez Piero Bonet ordena el procesamiento de Paolo Gabriele por el robo con agravantes de documentos secretos de la Santa Sede. El magistrado pide que también sea juzgado Claudio Sciarpelletti, un programador informático de 48 años empleado en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. El informático supuestamente ayudó a Gabriele en el tráfico de documentos. Estas son las principales novedades que cierran la fase de instrucción del caso de la enorme filtración de documentos en el Vaticano.

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