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Los conflictos laborales en Sudáfrica agravan la crisis de la industria del platino

Las protestas salariales sacuden a un sector ya gravemente afectado por la caída de la demanda

Cristina Galindo

El estallido de violencia registrado en las minas de Sudáfrica el pasado fin de semana, el mayor desde el fin del apartheid, no es el único problema al que se enfrenta la industria del platino. El país alberga el 80% de las reservas mundiales de este metal, utilizado para fabricar joyas, ordenadores y sobre todo coches más ecológicos, y un 12% de la producción está en manos de Lonmin, la tercera mayor empresa de este negocio y escenario de una huelga ilegal que el pasado fin de semana se cobró la vida de 44 trabajadores en un enfrentamiento con la policía. Pero la caída de la demanda y de los precios amenazan su futuro.

En sus buenos tiempos, la extracción de platino fue la reina de los metales preciosos en Sudáfrica, junto al oro. El metal, muy parecido a la plata, es muy utilizado en joyería, para fabricar los discos duros de los ordenadores y, en los últimos años, se ha ganado el apodo de material verde porque se encuentra en los catalizadores que reducen las emisiones de los vehículos. De hecho, los fabricantes de automóviles se han convertido en los mayores consumidores de platino. Pero la crisis en Europa ha provocado desde 2008 una caída de la demanda de coches y, por tanto, de este metal. El precio del platino en los mercados internacionales, aunque ha repuntado en los últimos días por el temor a una caída inesperada de la producción por las protestas, acumula una caída cercana al 20% desde febrero pasado.

El descenso del precio y la demanda constituye una mezcla explosiva si se suma a la sobrecapacidad y el elevado coste energético que conlleva la extracción de este metal en unas minas profundas y peligrosas. Las principales compañías (Anglo American Platinum, Impala y Lonmin, todas ellas sudafricanas) pueden tener problemas. Y Lonmin es una de las más vulnerables. "Es el productor con los costes más elevados. Su capacidad de lograr rentabilidad a largo plazo es pequeña", afirma la firma de análisis Nomura, que calcula que la industria registrará en 2015 un excedente de un millón de onzas de platino. Los analistas dan por hecho que la empresa, cuya producción se ha visto perjudicada por la huelga, tendrá que pedir dinero a los mercados.

Lonmin, que cotiza en la Bolsa de Johannesburgo, tiene dos lugares principales de producción: Marikana, donde se produjeron los disturbios, y Pandora, ambos en Sudáfrica. La empresa funde y refina su propio platino y lo vende directamente a sus clientes en todo el mundo. De momento, la empresa registró ingresos de 1.992 millones de dólares el año pasado, frente a los 2.231 millones de 2008. El beneficio operativo pasó, en ese mismo periodo, de 764 a 307 millones de dólares. Sus acciones acumulan una caída del 17,5% desde que empezó la huelga en sus minas, el 10 de agosto. Pero el declive viene de antes. Desde comienzos de año, los títulos han perdido un 35% de su valor.

Mientras, la industria asegura que los costes laborales han crecido un 40% durante los últimos cinco años. Aun así la conflictividad laboral continúa, porque el salario del que parten es tan bajo que nunca parece suficiente. En la mina, el trabajo duro incrementa las frustraciones. Sus condiciones laborales y salariales son “atroces”, según explica John Cope, director de la fundación Bench Marks, a la agencia France Presse. “Descienden cargando 25 kilos de material. Ya habíamos dicho que habría protestas violentas".

En la huelga que sufre Lonmin los trabajadores piden que se incremente su salario anual desde los 5.000 rand (casi 500 euros) a 12.500 rand (1.200 euros). Las tres grandes compañías emplean a cerca de 135.000 trabajadores, casi todos en Sudáfrica, donde la tasa oficial de empleo es del 25% y grandes desigualdades sociales.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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