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El papel de Holanda en la UE marca el arranque de la campaña

Socialistas radicales y liberales de derecha encabezan los sondeos La socialdemocracia recupera terreno gracias a su nuevo líder, Diederik Samson El xenófobo Geert Wilders pierde fuelle ante la izquierda más euroescéptica

Isabel Ferrer
El líder xenófobo, Geert Wilders, durante el lanzamiento de su campaña, en Rotterdam, Holanda.
El líder xenófobo, Geert Wilders, durante el lanzamiento de su campaña, en Rotterdam, Holanda. ROBIN UTRECHT (EFE)

El papel de Holanda en la Unión Europea y el malestar creado por la crisis, marcaron la noche del domingo el debate electoral que abrió la campaña para las legislativas del próximo 12 de septiembre. Con medio millón de parados y dos años seguidos de recesión, los jefes de los partidos que esperan gobernar se dedicaron sin rubor a desautorizar al rival. La estrella ascendente, el socialista radical Emile Roemer, habló de “no ceder ni un ápice a las exigencias de Bruselas si el sur europeo no sanea antes sus bancos”. El líder en horas bajas, el xenófobo Geert Wilders, no quiso perder pie. Casi gritó dos de sus lemas de cabecera: “La UE está en quiebra, el euro nos sangra y Bruselas quiere quitarnos soberanía. Y si gobierno, no entraré en una mezquita en cien mil años. Sería contrario a mis principios”.

El ruido hecho por ambos ayudó a los otros dos candidatos de peso a presumir de realismo y visión de Estado. De un lado Mark Rutte, primer ministro liberal saliente, subrayó que la crisis internacional “llegó después de mi acceso al poder en 2010”. “Pero Holanda necesita a la UE y hay que ayudar a los países en apuros”, dijo. Diederik Samson, nuevo cabeza de lista socialdemócrata, ejerció de fuerza moderadora. Recordó que, en la última década, Holanda ha convocado cinco comicios, “y solo juntos saldremos de este embrollo”. “Solo ahorrando o bien dando dinero a los países con problemas no resuelve la situación. Holanda tiene que ser más fuerte y más social”, aseguró. “Ni un duro. No mandaremos nada de nada al sur de la eurozona”, contestaron al unísono Roemer y Wilders, los dos extremos de estas elecciones.

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Para sorpresa de los propios holandeses, y en especial de sus colegas, los estudiosos de los debates televisados han elegido a Samson como vencedor. No se mostró demasiado euroescéptico ni tampoco alzó la voz. Hizo gala de ecuanimidad y compromiso al asumir su responsabilidad “como generación a la hora de resolver la crisis, aunque el euro llegó demasiado pronto a la UE”. Y rechazó el superestado europeo pidiendo “unidad para crecer en Europa, y devolución de los préstamos hechos al sur”.

La alegría en las filas socialdemócratas, sin embargo, ha durado poco. La Oficina Central de Planificación -que revisa los programas económicos de los partidos- ha dicho que los cálculos de su partido tendrían el efecto más negativo de todos. “A corto plazo, bajaría los precios de las casas comprometiendo el crecimiento económico”.

El debate, seguido por 1,7 millones de personas, sirvió para observar la nueva táctica de Wilders, el político que ha marcado a Holanda con su rechazo al Islam. Donde él dice que su partido es el único capaz de conservar la identidad holandesa, “frente a la marea islamista que llama a nuestra puerta”, Roemer habla de “bienestar, libertad y seguridad”. Y cuando Wilders grita:”Que se hundan los griegos y los españoles. Holanda para los holandeses”, su rival socialista llama a “recuperar la confianza de la sociedad en los políticos”.

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A la espera de los cinco debates televisivos que restan, los sondeos dan 35 escaños al Partido Socialista de Roemer. Los liberales de Mark Rutte ganarían 32; la socialdemocracia 18, y el Partido de la Libertad, de Wilders, otros 18. En un Parlamento de 150 asientos, con una mayoría de 76, la próxima coalición gobernante holandesa será todo un ejercicio de consenso. O bien de realismo puro. Si liberales de derecha y socialistas radicales llegaran a ponerse de acuerdo (en principio, una combinación imposible dado el opuesto modelo de sociedad que proponen), necesitarían a otro grupo para tener mayoría. Sería el momento de los liberales de izquierda, que se perfilan como la fuerza del equilibrio. Si no, harán falta tantos partidos, de derecha e izquierda, para formar un Gobierno, que el resultado final parecerá un auténtico arco iris.

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