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Las sanciones contra Irán tensan la relación de los vecinos del Caspio

El Estado petrolero de Azerbaiyán es rehén de Washington y Teherán

Pilar Bonet
Iljam Alíev, presidente de Azerbaiyán.
Iljam Alíev, presidente de Azerbaiyán.VICTOR DRACHEV (AFP PHOTO)

Las presiones internacionales sobre Teherán crean una delicada situación para el Estado petrolero de Azerbaiyán, que trata de compaginar su vecindad con Irán y sus exportaciones de crudo participadas por las grandes multinacionales estadounidenses. En Bakú, políticos y analistas intentan entender si la estrategia de Washington ante Irán se corresponde con los intereses de su propio país.

Las relaciones entre Azerbaiyán e Irán son cada vez más crispadas, pese a la política oficial de buena vecindad de ambos. Los procesos contra presuntos “espías” son de actualidad. En Irán, esperan sentencia los escritores azeríes Farid Hussein y Shahriyar Hajizade, detenidos en Tabriz el pasado mayo cuando regresaban de un certamen de poesía en Teherán. En Azerbaiyán se ha iniciado el juicio de una veintena de ciudadanos detenidos en marzo y acusados de colaborar con el servicio secreto iraní para organizar actos terroristas contra instituciones y empresas occidentales, incluida la petrolera BP. En la Cumbre de No Alineados de Teherán, el ministro de Exteriores de Azerbaiyán, Elmar Mamediárov, ha dicho a su colega iraní que el proceso contra los escritores es perjudicial para las relaciones bilaterales.

Las suspicacias son la tónica. La compra de equipo antiaéreo israelí por parte de Azerbaiyán ha irritado a Irán y los dos países se acusan mutuamente de contaminar el Caspio. El volumen comercial bilateral, que llegó a los 2.000 millones de dólares, ha caído en picado a menos de medio millón. En vísperas de la cumbre de los No Alineados, Irán impuso temporalmente un régimen de visados con Azerbaiyán, lo que dificultó las comunicaciones con Najicheván, un enclave azerbaiyano casi encapsulado entre Armenia (terreno vetado para los azeríes) e Irán.

El petróleo ha generado escandalosos contrastes sociales en Azerbaiyán. Las multimillonarias familias del régimen controlan la economía y no se han confirmado las esperanzas de una reforma liberalizadora que acompañaron la llegada de Iljam Alíev a la presidencia en 2003, dice Elmar Namázov, uno de los líderes de la oposición y exasesor de Heydar Alíev, el anterior presidente y padre de Iljam. Azerbaiyán es un país laico, pero con tradiciones musulmanas, mayoritariamente chiítas, como Irán. El régimen teme que Teherán aliente el factor islámico, sobre todo en los sectores sociales marginados por el boom petrolero.

 “A diferencia de nuestras relaciones con Turquía, las relaciones con Irán son difíciles”, señala la politóloga azerbaiyana Leila Alíeva, que entre las fricciones bilaterales cita el intento de Irán de ejercer su influencia religiosa y el apoyo de Teherán a Armenia en el conflicto del Alto Karabaj (territorio formalmente azerbaiyano ocupado por Armenia).

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 Con algo más de nueve millones de habitantes, Azerbaiyán tiene raíces culturales comunes con los azerbaiyanos de Irán, una comunidad que, según las estimaciones, tiene entre 20 millones y 30 millones de personas. En Bakú son unánimes: “Los azerbaiyanos de Irán son discriminados por el régimen, que les niega la escolarización en idioma azerí, mientras favorece a los armenios que gozan de sus propias escuelas en Irán”.

La “reunificación” entre el Estado de Azerbaiyán y los azerbaiyanos del sur (los de Irán) está en el aire, ya sea como utopía o como proyecto político. “Creo que la reunificación será posible en el plazo de diez años”, afirma Namázov, según el cual esta idea está ganando terreno en EE UU y en Europa.

En 1946 Stalin propició la aparición de una efímera república de Azerbaiyán en territorio de Irán con capital en Tabriz. Ante las presiones de los aliados, la URSS abandonó aquel proyecto. EE UU no cuestiona ahora las fronteras de Irán, pero, como idea, la “reunificación azerbaiyana” puede ser un instrumento contra Teherán. En julio, el congresista norteamericano Dana Rohrabacher pidió a la secretaria de Estado Hillary Clinton que apoyara los vínculos entre los azeríes de Azerbaiyán y de Irán. "Sería inteligente que EE UU alentara esa cooperación, ya que la agresiva dictadura de Teherán es nuestra enemiga y la suya”, dijo Rohrabacher, que dirige un subcomité del Congreso. Refiriéndose a los azeríes “divididos por Rusia y Persia en 1828”, el estadista alegaba que ya era hora de que “los azeríes de Irán ganen su libertad” como la ganaron los de Azerbaiyán en 1991.

En Chicago tiene su sede el canal de televisión Gunaz TV que emite vía satélite para los azerbaiyanos de Irán y que tiene una oficina en Bakú. En Ankara, este verano, personalidades azerbaiyanas del norte y del sur han integrado un comité mixto, señala Namázov, según el cual este acontecimiento hubiera sido imposible sin el “consentimiento de las autoridades turcas”.

El apoyo internacional a los azerbaiyanos de Irán podría eventualmente influir en las estrategias de la oposición azerbayana, privada hoy de representantes en el parlamento. Las elecciones en Azerbaiyán están sistemáticamente plagadas de irregularidades y una modificación constitucional permite al presidente Alíev renovar su cargo un número indefinido de veces (como Alexandr Lukashenko en Bielorrusia). “En Irán la cultura democrática tiene más raíces que en Azerbaiyán” , dice Namázov y alega que recuperar el Alto Karabaj sería más fácil para un Azerbaiyán unido.

Si Washington juega la carta de la reunificación, se expone a irritar a la oposición iraní (farsí) en el exilio y acaso también se arriesta a infravalorar la identificación de los azerbaiyanos del Sur con las tradiciones persas y el Estado iraní.

Las sanciones internacionales contra Irán y las lecciones del norte de África imponen su lógica en Bakú. Si antes el régimen de Azerbaiyán se equiparaba con Egipto y emulaba el papel de Hosni Mubarak frente al fundamentalismo islámico, ahora, tras las revoluciones árabes, Iljam Alíev puede cambiar de rol y presentarse como cabeza de puente de la estrategia occidental ante Irán, afirma Namázov.

“Azerbaiyán está en una situación ambigua y debe mantener un equilibrio entre sus aliados estratégicos en Occidente y sus relaciones estables con Irán. Este equilibrio es difícil cuando los aliados estratégicos han elegido el camino de las sanciones y Azerbaiyán debe definirse”, afirma Alíeva. “ Pese a que intentó mejorar las relaciones con Irán, Heydar Alíev siempre eligió a sus aliados estratégicos en los momentos críticos”, señala Alíeva, refiriéndose al “contrato del siglo”, como se conocen los acuerdos de explotación de los grandes yacimientos del Caspio firmados en 1994, de los que Irán fue excluido por presiones norteamericanas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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