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David Cameron mantiene el núcleo duro de su Gobierno

Mantiene a los principales ministros, de Finanzas y Exteriores, George Osborne y William Hague Sustituye al titular de Cooperación Internacional, Andrew Mitchell Los movimientos buscan salvar la coalición con los liberaldemócratas

El primer ministro británico, David Cameron, a su llegada hoy a 10 Downing Street.
El primer ministro británico, David Cameron, a su llegada hoy a 10 Downing Street. NEIL HALL (Reuters)

Muchos bailes de nombres, pero a la postre la permanencia de los pesos pesados en los que sigue apoyándose David Cameron, han definido la primera gran remodelación de gobierno ejecutada por el primer ministro británico desde su desembarco en el poder en mayo de 2010. Los socios liberaldemócratas retienen las cinco carteras que detentaban en el anterior gabinete, lo que subraya la voluntad de mantener firme el pacto de coalición a pesar de las reciente tensiones, mientras las designaciones de algunos ministros conservadores responden a las presiones del ala derecha del partido de Cameron.

La guerra en el seno de las filas tories sigue, sin embargo, en pie ante la decisión del jefe de gobierno de mantener a George Osborne como responsable de Economía y Finanzas, lo que para el sector ultraliberal supone una cortapisa para acometer recortes más drásticos del gasto social y una reducción de los impuestos. Un nuevo frente queda abierto desde el martes, tras la destitución de Justine Greening al frente de Transportes, un paso que se atribuye a su radical oposición a la construcción de una tercera pista en el aeropuerto de Heathrow. Su sustitución por Patrick McLoughlin fue denostada por el alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, en un durísimo comunicado que daba por hecha la intención del gobierno de sacar adelante el proyecto, al precio de “más tráfico, ruido, polución y una reducción significativa de la calidad de vida de centenares de miles de personas”. Quienes ven en Johnson, y en su creciente popularidad tras la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad, la principal amenaza al liderazgo de Cameron han subrayado los tintes electoralistas de la misiva.

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Junto a la ya cantada salida de Kenneth Clarke del Ministerio de Justicia, en el que será sustituido por un político de perfil más conservador (Chris Garlyng), destaca el relevo al frente de Sanidad de Andrew Lansley, arquitecto de la polémica reforma del sistema de salud público, el NHS. Cameron se desprende así de un ministro muy impopular, pero lo reemplaza por uno de los personajes más polémicos de su anterior gobierno, Jeremy Hunt, quien en calidad de titular de Cultura tuvo que declarar ante una comisión parlamentaria por sus cuestionados lazos con Rupert Murdoch y su apoyo a la opa lanzada por el magnate de la comunicación para hacerse con el control de la plataforma digital BSkyB.

Los tories de Gales han conseguido imponer a su candidato, David Jones, como responsable de la cartera que se ocupa de las relaciones con esta autonomía, y el sector de los conservadores más escéptico en cuestiones ecologistas ha acogido con agrado la elección como ministro de medio ambiente de Owen Paterson, cuyos postulados son muy criticados por los verdes. A pesar de los nuevos rostros, como la titular para Irlanda del Norte, Theresa Villiers, el núcleo duro del gobierno sigue intacto, con el citado Osborne y William Hague (Asuntos Exteriores), además de la permanencia de “firmes reformistas” como Michael Gove (Eduación) e Iain Duncan Smith (Trabajo y Pensiones). Este último, no obstante, rechazó la oferta de Cameron de asumir la titularidad de Justicia, un gesto que según los analistas subraya una merma de autoridad del primer ministro.

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