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Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto ponen en marcha la transición

El actual presidente y su sucesor electo escenificaron coincidencias sobre los retos de México

Peña Nieto y el presidente Calderón (con gafas) en su cita del miércoles.
Peña Nieto y el presidente Calderón (con gafas) en su cita del miércoles.reuters

El presidente de México, Felipe Calderón, y el vencedor de las pasadas elecciones, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pusieron formalmente en marcha el traspaso de poderes tras reunirse en la tarde del miércoles durante cerca de una hora en la residencia oficial de Los Pinos. Ambos se comprometieron a llevar a cabo una transición “transparente y eficaz” y a garantizar la gobernabilidad del país hasta el próximo 1 de diciembre, fecha de la toma de posesión del líder priista como nuevo presidente.

Tras la reunión, ambos políticos celebraron una conferencia de prensa en la que intercambiaron elogios y escenificaron coincidencias sobre los desafíos que afronta México en el futuro inmediato. El primero en tomar la palabra fue Peña Nieto, quien agradeció el apoyo institucional brindado por el presidente saliente y destacó la “estabilidad macroeconómica” que hereda.

Calderón, por su parte, repitió su llamamiento a todos los mexicanos para que apoyen al presidente electo “más allá de cualquier diferencia política e ideológica”. “Deseo éxito al presidente electo y a su Gobierno. Hago votos para que en el futuro se impulsen las reformas que México necesita”, añadió. También reiteró su felicitación a Peña Nieto por el veredicto del Tribunal Electoral que validó su elección y rechazó la impugnación de los comicios por irregularidades del PRI presentada por la coalición de izquierdas que lidera Andrés Manuel López Obrador. La última reunión que mantuvieron ambos políticos fue el pasado 17 de julio.

La armonía entre Peña Nieto y Calderón sugiere más allá de las formalidades democráticas un pacto de intereses entre el PRI y el Partido Acción Nacional (PAN) para el nuevo sexenio sobre una serie de reformas –laboral, fiscal y energética- que ahora se consideran urgentes después de años de bloqueo en el Congreso, así como la necesidad de mantener una política de Estado en materia de seguridad. Pese a su victoria en las elecciones, el PRI no logró la mayoría absoluta en el Parlamento y el PAN, el gran derrotado, puede aprovecharse de su condición de aliado necesario, mientras la izquierda sigue dividida entre el rechazo a la presidencia de Peña Nieto y el juego institucional.

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