_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Camino de la reelección

Los demócratas estadounidenses han demostrado en su convención ser el partido que más se parece a la sociedad norteamericana

La Convención del Partido Demócrata de Charlotte ha logrado presentar a la sociedad norteamericana un proyecto más claro y también más completo y seguro que la republicana de Tampa. Aunque desde hace semanas las encuestas muestran un empate técnico los demócratas han logrado centrar su poderoso mensaje con rotundidad. El presidente y ya candidato oficial Barack Obama confirmó en su discurso del jueves algo que desde hace ya mucho tiempo se respira en el ambiente: nunca antes en los EE UU hubo dos proyectos políticos tan distintos, esa es la realidad y también la estrategia.

En Charlotte los demócratas se han presentado como lo que sin duda hoy son, el partido que más se parece a la sociedad norteamericana, una sociedad en la que las tradicionales minorías serán mayoría muy pronto, un partido diverso que cree en una sociedad abierta, inclusiva, plural y tolerante. Una sociedad que ha cambiado mucho y que tiene miedo del potencial retroceso moral, social, económico y de oportunidades que representan unos republicanos dominados por la extrema derecha religiosa y muchas de las mayores fortunas de este país. En tiempos de crisis y sin que el presidente Obama haya logrado consolidar la economía en una nueva senda de crecimiento, algo que atendiendo a la historia de previas elecciones debería ser suficiente para que no resultase reelegido, el mensaje de proyecto de país resulta fundamental. Así, los demócratas, durante toda la semana, han propuesto continuar recuperando esa América de la oportunidad, la del sueño americano, que ha sucumbido tras la dura crisis provocada por los que como Mitt Romney practican un individualismo duro y despiadado, se han enriquecido en los años de la desbocada carrera de la desregulación y carecen de proyecto económico alguno salvo el de los recortes y la eliminación de impuestos para los más ricos y las grandes corporaciones. La experiencia profesional de Mitt Romney al frente de sociedades dedicadas a liquidar empresas en dificultades y a deslocalizar empleo en el extranjero no ayuda precisamente a los republicanos que, en Tampa, a pesar de que la coyuntura económica les acompaña no han logrado convencer de que su proyecto económico es más fiable. Los discursos de Bill Clinton y del propio Obama contienen la hoja de ruta de lo que será el principal debate de esta campaña, la economía, aunque no el único. Los demócratas han logrado relacionar con habilidad el déficit y la deuda publica norteamericana con la gestión de los republicanos, es cierto, lo cual complica mucho al Partido Republicano su estrategia por su inconfesable compromiso fiscal con las empresas y los millonarios que financian su campaña. Donantes que quieren menos impuestos, recuperar el negocio sanitario y liberar Wall Street de interferencias innecesarias. Así, como dijo Clinton, no salen las cuentas. Con todo, da incluso la sensación de que con el ticket Romney-Ryan habría poco que hacer si no fuera por el fenomenal colchón de dólares que han amasado este verano. De ahí el discurso demócrata de la oportunidad, del empleo tradicional en industria y manufacturas en pequeñas y medianas empresas que necesitan recuperar los viejos lazos público-privados de cooperación para crear empleo, prosperidad, innovar y ser sostenibles en una economía globalizada muy competitiva. Una fórmula que garantiza el mantenimiento fuerte y sano de la estructura social de las comunidades de este país, el lugar en el que entre todos se puede salir adelante, allí donde a nadie le faltará una oportunidad. La reforma sanitaria de Obama -la ha universalizado-, la reivindicación del salvamento de la industria del automóvil, la apuesta por la educación pública, la puesta en marcha de políticas de igualdad de género, el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad, el matrimonio gay, y la oposición frontal a la adopción de medidas de austeridad forzadas por la crisis que puedan debilitar los pilares del sueño americano son los ejes fundamentales de esta campaña que, de nuevo, sintetizó como nadie Obama en un gran discurso que fue de menos a más y que culminó con una vibrante segunda parte. Confío en que lo mismo ocurra con su carrera y veamos un segundo mandato.

Juan Moscoso del Prado es diputado y miembro de Comisión Ejecutiva Federal del PSOE

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_