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El megajuicio contra la corrupción divide al Partido de los Trabajadores

El presidente del PT, Rui Falcão, tilda el proceso como una caza de brujas mientras que líderes históricos como Tarso Genro defienden la necesidad de depurar al partido gobernante

Juan Arias

El proceso en curso en el Tribunal Supremo brasileño, que juzga a 38 acusados por el mayor escándalo de corrupción política de la historia reciente del país, conocido como mensalão, está provocando una profunda división en el seno del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), el más afectado, porque entre los acusados se halla la cúpula que dirigía el partido en 2005, cuando estalló el escándalo por el cobro de comisiones ilegales y tráfico de influencia.

El presidente del PT, Rui Falcão, ha lanzado una especie de desafio al Supremo: “No se metan con el PT, porque cuando es provocado, él crece”, dijo. Falcão pertenece al ala dura del partido, en la que también milita José Dirceu, que fue dos veces presidente del partido y mano derecha del del expresidente Lula da Silva en su primer Gobierno, y que está acusado de ser el autor intelectual de la trama.

Según Falcão, las acusaciones del fiscal general, Roberto Gurgel, son parte de un “golpe”, llevado a cabo “por la acción de los que fueron derrotados por las urnas tres veces”. Se trata, según el presidente del PT, de la acción de “esa élite sucia y reaccionaria que no tolera el que un obrero haya cambiado al país”. Y todo ello sirviéndose, según él, de “la prensa reaccionaria y del sistema judicial”.

Sin embargo, no todos en el partido piensan así. El gobernador de Rio Grande do Sul, Tarso Genro, exministro de Educación de Lula y una de las figuras de mayor prestigio de la izquierda socialdemócrata del partido, defendió el lunes al Supremo y al proceso en curso que ya ha acusado por corrupción a su correligionario João Paulo Cunha, expresidente del Congreso en los Gobiernos de Lula.

“Estemos de acuerdo o no con las sentencias, debemos respetarlas. Se trata del Estado de derecho en funciones”, dijo ayer, y advirtió: “Nuestro partido tiene que sacar del proceso lecciones políticas y jurídicas”.

Por otra parte, Genro anunció en su Twitter que él había sido el padrino, junto a la presidenta Dilma Rousseff, del nombramiento por sorpresa del nuevo miembro del Supremo, Toeri Zavascki, en sustitución de Cezas Peluso, jubilado tras cmplir 70 años, el límite de edad para seguir en el ejercicio del cargo.

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Las declaraciones de Genro son importantes porque se trata de un militante que mantiene buenas relaciones tanto con el expresidente Lula como con su sucesora Rousseff, quien sorprendió no solo por nombrar al sucesor de Peluso en apenas una semana, sino por haber dado la noticia en el momento en el que el proceso del Supremo contra el PT está en curso, dándole de este modo un carácter simbólico que no escapó a los analistas políticos.

Sobre todo porque, al contrario de lo que le pedía el partido, el nombramiento no recayó en alguien cercano al PT, sino en un jurista técnico. Zavascki, miembro del Tribunal Superior de Justicia desde hace nueve años, catedrático de Derecho y escritor, tiene con fama de reservado y de no conceder entrevistas, además de ser duro en sus sentencias.

La noticia ha sorprendido incluso a la oposición, que aplaudido la decisión de la presidenta. Con Zavascki son ya tres los miembros del Supremo nombrados por Rousseff. Los otros dos, Rosa Weber y Luiz Fux, están siendo en este proceso totalmente independientes de su partido y han sido los primeros en emitir sentencias de condena acogiendo las indicaciones del fiscal Gurgel.

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