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Una multitud asedia por segundo día la representación de EE UU en Egipto

Policía y manifestantes libran una batalla campal en el centro de El Cairo

Un manifestante lanza una lata de gas lacrimógeno contra un policía en los disturbios junto a la embajada de EE UU en El Cairo.
Un manifestante lanza una lata de gas lacrimógeno contra un policía en los disturbios junto a la embajada de EE UU en El Cairo.khaled elfiqi (EFE)

El fuerte olor de los gases lacrimógenos, las sirenas de las ambulancias, y las carreras frente a los antidisturbios han vuelto a la plaza Tahrir de El Cairo. Sin embargo, ahora los activistas no piden la caída de una Junta Militar descabezada hace un mes por el presidente Morsi, sino la expulsión de la embajadora de EE UU como represalia por la producción de un filme denigrante sobre el profeta Mahoma.

Los disturbios se iniciaron la noche del miércoles, y se prolongaron de forma intermitente durante el jueves. Un grupo de jóvenes activistas, que nunca superó las 3.000 personas, pretendió acercarse a la embajada de EE UU, situado a dos calles de la mítica plaza Tahrir. Las fuerzas del orden se lo impidieron, desencadenándose una batalla campal a base de piedras, cócteles molotov y gases lacrimógenos. La contundencia de la policía contrasta con la laxitud de las medidas de seguridad durante la protesta del martes por la noche, cuando varios chicos consiguieron escalar el muro de protección de la legación diplomática, y arrancar de un mástil la bandera de las barras y las estrellas.

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El ascenso al poder de Morsi parece haber traído un importante cambio a las batallas callejeras de la caótica transición egipcia: el final del uso de las balas de fuego contra los manifestantes. “La mayoría de heridos que atendemos son por golpes de piedras, en la cabeza y en los brazos. También hay muchos casos de asfixia por los gases, con gente inconsciente”, explica Abdallah un joven ingeniero que ejerce de voluntario para la media luna roja. Según sus cálculos, las refriegas se han saldado con un centenar de heridos, pero ningún vícitma mortal.

“Queremos una petición oficial de perdón por parte del presidente Obama. Estamos muy dolidos por los insultos contra nuestro profeta”, explica Ahmed, un joven de 19 años que niega pertenecer a un movimiento islamista. “Si acaso, simpatizo con el movimiento revolucionario laico del 6 de Abril”, aclara.

Por su apariencia, la mayoría de los manifestantes parece tener menos de 20 años, y no ser de tendencia islamista. Algunos de ellos pertenecen a los ultras, la politizada hinchada del club de fútbol Ahly. Más que su fervor religioso, su principal motivación manifestarse parece ser protagonizar una excitante refriega con la policía.

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En Egipto, la principal víctima de la presente crisis podría ser la fluidez de las relaciones mantenidas hasta ahora por el gobierno estadounidense y el egipcio. Molesto por la dilación y tibieza del presidente Morsi al condenar el asalto a la embajada, que no llegó hasta 24 horas después de los hechos, Obama declaró en una entrevista televisiva que “no le considera un aliado, pero tampoco un enemigo”. “Habrá qué ver cómo responde a este incidente”, apostilló. Según los expertos, la falta de reflejos de Morsi se debe a su temor por enojar al sector más radical de su electorado.

Quizás para poner fin a esta tirantez, ambos mandatarios mantuvieron ayer una conversación telefónica. Según un comunicado de la Casa Blanca, además de expresar su voluntad de mantener una relación estratégica que une a ambos países, Obama le comunicó a su homólogo egipcio su rechazo “a cualquier esfuerzo por denigrar el Islam”, pero le advirtió que no “hay nunca ninguna justificación para la violencia contra inocentes”.

Tras la llamada, Morsi realizó por fin una declaración pública de condena a los asaltos a las embajadas estadounidentes, y asumió su responsabilidad de proteger las misiones diplomáticas de otros países. Asimismo, el raïs, que estaba de visita a Bruselas, censuró “en los términos más contundentes el intento de un grupo de gente de insultar al profeta Mahoma”, y apoyó cualquier protesta siempre y cuando sea pacífica. De hecho, para el viernes, dia festivo musulmán, está previsto que las calles de El Cairo se conviertan en el escenario de una multitudinaria manifestación convocada por los Hermanos Musulmanes en defensa de Mahoma.

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