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Rusia expulsa a la Agencia de Desarrollo Internacional de EE UU

Moscú acusa a la entidad de inmiscuirse en su política interna

Pilar Bonet

La Agencia de Desarrollo Internacional de EEUU (USAID) deberá interrumpir sus actividades en Rusia a resultas de una prohibición del Gobierno de este país, que acusa de inmiscuirse en política a la entidad norteamericana. La medida afectará duramente a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que financiaban sus eventos y programas con becas de esta agencia

La USAID tiene hasta el 1 de octubre para cerrar sus oficinas en Rusia, donde trabaja desde 1992 y donde ha gastado más de 2.600 millones de dólares, según información de su página de web. Sus proyectos abarcan desde la lucha contra la tuberculosis y el SIDA a la educación a los niños discapacitados pasando por el seguimiento y control de elecciones en un amplio espacio geográfico.

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“El carácter del trabajo de los representantes de la agencia en Rusia en muchos casos no respondía a los fines declarados de desarrollo y cooperación humanitaria bilateral”, dijo el miércoles el portavoz del ministerio de Exteriores, Alexandr Lukashevich, explicando la decisión. Lukashevich acusó a la USAID de “intentos de influir mediante el reparto de becas en los procesos políticos, incluidas las elecciones a diferentes niveles y las instituciones de sociedad civil”. La “actividad” de la agencia en las “regiones de Rusia, especialmente en el Cáucaso del Norte, suscitaban serias cuestiones”, sobre las cuales “advertimos repetidamente a nuestros colegas norteamericanos”, sentenció.

La USAID trabaja en numerosas unidades administrativas del Cáucaso ruso, desde Chechenia a Ingushetia pasando por Karachaevo-Cherkesia, Osetia del Norte, Kabardino-Balkaria, Krasnodar y Stávropol. En estas provincias hay proyectos de seguimiento electoral a cargo de Golos. La directora de esta ONG, Lilya Shibánova, calificó la decisión de “mala señal” y un “golpe muy fuerte” para su entidad. En peligro se encuentra el plan de seguimiento de las elecciones regionales que se celebran el 14 de octubre en diversas provincias rusas, señaló.

Rusia ha pasado a formar parte de los “nuevos donantes” y “renuncia al estatus de receptor de ayuda al desarrollo de todas las organizaciones internacionales”, señaló Lukashevich. “La sociedad civil rusa se ha hecho adulta y no necesita “dirección exterior”, sentenció el portavoz, quien se refirió a la posibilidad de cooperar con EE UU en terceros países. Con la expulsión de USAID se refuerza aún más la política del Kremlin destinada a restringir las actividades de la oposición, que se intensificó con el retorno de Vladímir Putin a la presidencia el pasado mayo.

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En noviembre entrará en vigor la ley que obligará a registrarse como “agente extranjero” a las ONG que tengan actividades políticas y reciban financiación internacional. Sin embargo, el ministerio de Justicia ruso ha tenido que pedir ayuda a expertos académicos para que elaboren los criterios sobre las actividades políticas que obligarán a sus protagonistas a identificarse como “agentes extranjero”.

Desde la perspectiva del Kremlin, EE UU y Occidente tratan de desestabilizar a Rusia y alentar las protestas contra sus dirigentes. No obstante, éste no es el único contexto en el que puede situarse la expulsión de la USAID. Medios no gubernamentales opinan que podría tratarse de una pieza en las problemáticas relaciones bilaterales ruso-norteamericanas. La medida, además, puede ser vinculada con el “orgullo” exhibido por los dirigentes rusos, aunque éste no esté siempre en consonancia con las realidades o necesidades de los ciudadanos. Desde hace varios años, Moscú insiste en cambiar el rumbo de su cooperación con países occidentales y transformar la (ahora percibida como “humillante”) relación donante-receptor de los años noventa en una relación más igualitaria.

La decisión afecta también a “Memorial”, la respetada ONG que vela por la memoria histórica del estalinismo. “Es lamentable”, señaló Yelena Zhemkova, de la directiva de esta entidad. “Tal vez tendremos que reducir algunos de nuestros programas y buscar dinero en otra parte, pero saldremos adelante”, afirmó. “Los que realmente sufrirán son los programas de lucha contra la tuberculosis o de ayuda a los minusválidos”, afirmó. Entre los proyectos financiados por USAID en “Memorial” está “una rampa para que los inválidos puedan circular por nuestros locales y acceder a la biblioteca. Costó 650.000 rublos (cerca de 20.000 dólares) y USAID fue la única entidad que lo quiso financiar. Nadie había querido darnos dinero para ello”, señaló.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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