_
_
_
_
_

Las bases conservadoras piden un mayor protagonismo para Ryan

Los candidatos republicanos emprenden una gira en autobús por Ohio, un Estado decisivo

El candidato republicano a la vicepresidencia saluda a los asistentes a su evento este lunes en Lima, Ohio.
El candidato republicano a la vicepresidencia saluda a los asistentes a su evento este lunes en Lima, Ohio. J.D. Pooley (AP)

Las encuestas electorales en Estados Unidos muestran un agotamiento de la candidatura republicana, a nivel nacional y en Ohio. La última, de este martes, coloca a Mitt Romney y Paul Ryan hasta ocho puntos por detrás del presidente Barack Obama en este Estado, considerado necesario para llegar a la Casa Blanca. Ante la posibilidad de perder en Ohio, los dos aspirantes republicanos han emprendido una gira de autobús con la que recorren el Estado. Mientras, las bases conservadoras proponen una solución: que se le ofrezca más protagonismo a Ryan, el número dos, un congresista con predicamento entre el Tea Party, curtido en duros enfrentamientos legislativos con Obama y más cercano al votante medio.

Ryan ha estado, hasta ahora, constreñido por una campaña que quiere evitar a toda costa evitar los problemas que Sarah Palin supuso hace cuatro años, cuando exigió mayor independencia en sus mítines, generando una notable tensión con los asesores del candidato John McCain. Hasta ahora, el nuevo número dos republicano se ha dedicado a participar en algunos mítines en los que muestra su estilo personal: sin leer de notas, sin teleprompter, aceptando preguntas, mostrando gráficos en los que explica los planteamientos económicos de su jefe. Ha dejado que sea Romney quien hable de los grandes asuntos, y quien trace las grandes líneas de las propuestas republicanas de estos comicios.

“Respeto al señor Romney, pero Paul Ryan no tiene miedo de contar las cosas como son. No le teme a los riesgos, y necesitamos ver más de eso”. Carol Brown, votante de Ohio

Pero hay algo que la campaña de Romney no puede evitar: la pasión que despierta Ryan entre las bases conservadoras, que ven en él a uno de los suyos, del mismo modo en que veían a Palin como una conservadora de corazón. “Hace cuatro años me gustaba Palin, mucho más que McCain. Me enfadó mucho ver cómo le ponían grilletes a Palin”, explicaba este martes Grayson Fitzhugh, de 62 años, en un mitin de Ryan en Cincinnati, en Ohio. Este profesor de educación física de secundaria confiesa que se siente más representado por Ryan que por Romney. “En las primarias yo apoyaba a Santorum. Romney nunca fue mi primera opción. Pero le respeto. Aun así se ve que Ryan tiene más agresividad, más pasión”.

Ryan fue elegido congresista por Wisconsin en 1999. En las legislativas de 2010 se convirtió en un icono para el Tea Party, por sus propuestas de efectuar recortes en el gasto del Gobierno en general y en los programas de ayuda social en concreto. Con la victoria de los republicanos aquel año, Ryan se convirtió en presidente del Comité de Presupuestos de la Cámara de Representantes, de la que los republicanos tomaron el control. Desde ese puesto ha protagonizado numerosos enfrentamientos con Obama, en materia financiera y presupuestaria. Su negativa a aumentar el techo de la deuda de EE UU, junto a otros republicanos, dejó a la nación al borde de la suspensión de pagos el año pasado.

Todos esos hechos se consideran grandes gestas en los mítines de Ryan aquí en Ohio. “Es su historial en la Cámara de Representantes lo que define a Paul Ryan. Ha demostrado que entiende los problemas del Gobierno, y que tiene propuestas, ideas claras”, aseguraba en Cincinnati Carol Brown, de 68 años. “Respeto al señor Romney, pero Paul Ryan no tiene miedo de contar las cosas como son. No hay que tener miedo a los recortes. Ryan no le teme a los riesgos, y necesitamos ver más de eso”. Es una sensación generalizada. La emoción en estos mítines cuando entra Ryan a bordo de su autobús, con la música heavy metal que tanto le gusta, no se vive en las conferencias que da su jefe, Romney.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Hay algunos votantes, como John Morris, de 43 años, que admiten que Romney despierta en ellos la misma emoción que Ryan. “Romney es un gran gestor. Lo ha demostrado en sus años como empresario. La economía pasa por una mala fase y él sabrá qué hacer con ella”, explica Morris. Esos electores son pocos en estos mítines. Hablan menos de asuntos sociales, y más de economía y empleo. Admiten que, desde un primer momento, Romney era su candidato favorito en las primarias. En aquellos meses, las bases conservadoras apoyaron al exsenador Rick Santorum, y evitaron hacer frente común con Romney hasta el último momento.

El mitin de Ryan en Cincinnati se celebró en una planta de reciclaje de acero, Byer Steel, en un condado, el de Hamilton, en el que en 2008 ganó Obama. A las puertas del evento protestaban trabajadores y sindicalistas con pancartas a favor de Obama. Algunos decían “somos el 47%”, en referencia a un discurso de Romney, en mayo, en el que dijo el 47% de los norteamericanos no votará por él porque creen que tienen derecho subsidios del Gobierno. Son electores como esos los que han hecho que en la última encuesta electoral, del diario The Washington Post, Obama reciba el 52% de intención de voto, ocho puntos por delante de los republicanos. Y ocho puntos es una distancia difícil de vencer con una sola gira de autobús por Ohio.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_